Barcelona, vista a la derecha
Para muchos votantes socialistas resultaría duro de digerir una sociovergencia que hiciera alcalde a Xavier Trias
El voto antiColau pudo más que cualquier programa electoral. Xavier Trias, a sus 76 años, mostró que una campaña errática, de líneas maestras imprecisas y con unas siglas —las de Junts per Catalunya— escondidas tuvo la virtud de unir tras de sí a quienes querían ajustar cuentas con la ciudad que los comunes de Ada Colau junto al PSC estaban construyendo. Todo el mundo sabe que hay cosas que son irreversibles, como la limitación ...
El voto antiColau pudo más que cualquier programa electoral. Xavier Trias, a sus 76 años, mostró que una campaña errática, de líneas maestras imprecisas y con unas siglas —las de Junts per Catalunya— escondidas tuvo la virtud de unir tras de sí a quienes querían ajustar cuentas con la ciudad que los comunes de Ada Colau junto al PSC estaban construyendo. Todo el mundo sabe que hay cosas que son irreversibles, como la limitación del tráfico rodado y sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea condenando a Barcelona por sus altos niveles de contaminación. Pero un importante sector del electorado prefirió hacer vista a la derecha y dar carpetazo a la ciudad del coto al vehículo privado, los carriles bici y las políticas sociales.
Al menos ese respiro se han dado el 22% de los votantes de Barcelona que decidieron avalar a la candidatura de Xavier Trias —derrotado en 2015 por Ada Colau— como primera fuerza política en la capital catalana (11 concejales). Ni su polémica afirmación relativizando el impacto del vehículo privado, ni el hecho de asegurar en plena campaña que con un sueldo de 3.000 euros mensuales una persona no puede vivir en Barcelona —ingresos a los que solo accede el 15% de la población de la ciudad— han persuadido a los votantes decididos a castigar a la alcaldesa. Unos 17.500 votos le sacó Trias al socialista Jaume Collboni (10 concejales), que obtuvo apenas 142 votos más que Ada Colau (nueve regidores).
Capítulo especial merecen ERC y Ernest Maragall, los grandes perdedores de la noche. Esquerra ha pasado de ser la primera fuerza política en 2019 a perder casi 90.000 votos y a pasar de 10 a 5 concejales.
El futuro de la Alcaldía queda pendiente de los pactos poselectorales. Y todas las líneas rojas fijadas en campaña quedan a beneficio de inventario. Se abre el baile de los pactos para conseguir el apoyo de 21 concejales, la mayoría absoluta. Para muchos votantes socialistas resultaría duro de digerir una sociovergencia que hiciera alcalde a Trias. Para el ganador —que anoche ya compareció en compañía de los líderes de Junts, que ha escondido durante toda la campaña— sería una inexplicable e indigesta carambola llegar a la Alcaldía gracias a los cuatro concejales del PP, los dos de Vox —que irrumpe en el Ayuntamiento— y los cinco de Esquerra, con quien rompió la coalición de Gobierno en la Generalitat. A los comunes no les queda otra alternativa que apoyar a la fuerza de izquierda más votada, el PSC. Barcelona gira la vista a la derecha y vuelve al túnel del tiempo.
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