Vistas a tiro de bici cuando Barcelona duerme
Esta semana en vez de trasnochar proponemos madrugar y pedalear hasta el mar con el objetivo de ganar al sol, llegar antes de que salga. El premio, vistas alucinantes de una punta a la otra de la ciudad
Hoy la cosa se viene fácil y gratis. Las únicas condiciones son tener una bici a mano y despegarse de las sábanas muy temprano. Humillantemente temprano: porque este va de vistas bestiales a tiro de bici y cuando la ciudad duerme, apenas hay coches, bares y panaderías abiertos, currantes que salen del metro hacia casa o personas sin techo recogiendo sus cosas. La que escribe juega a ganarle al sol. Llegar al mar cuando todavía no asoma por el horizonte y disfrutar de esa luz definida, haga buen día o esté gris. A estas alturas del año todavía es factible ganar al sol; en verano habría q...
Hoy la cosa se viene fácil y gratis. Las únicas condiciones son tener una bici a mano y despegarse de las sábanas muy temprano. Humillantemente temprano: porque este va de vistas bestiales a tiro de bici y cuando la ciudad duerme, apenas hay coches, bares y panaderías abiertos, currantes que salen del metro hacia casa o personas sin techo recogiendo sus cosas. La que escribe juega a ganarle al sol. Llegar al mar cuando todavía no asoma por el horizonte y disfrutar de esa luz definida, haga buen día o esté gris. A estas alturas del año todavía es factible ganar al sol; en verano habría que poner el despertador tan pronto, que casi mejor ir de empalme. Pero vayamos a lo que vamos. Cuatro rutas fáciles, asequibles y con súper vistas.
Litoral de punta a punta
Aquí da igual donde viva uno de la ciudad. Se levanta coge la bici y se pone a pedalear hacia el mar, como si fuera una gota de agua. Entonces puede aparecer en el barrio del Besòs, en el Front Martítim, en la Vila Olímpica, Hospital del Mar, Barceloneta, Moll de la Fusta, World Trade Center… No importa porque de lo que se trata de alcanzar los extremos. Hacia el Besòs, el Fòrum y si a uno le apetece alargar, se puede pedalear hasta el Masnou. Hacia el Llobregat, lo que fue el rompeolas, el paseo construido hace unos años que sale del hotel Vela. Aquí se puede alargar la ruta, saliendo de la Barceloneta hacia el Moll de la Fusta, recto recto dirección al puerto y subir al puente de Europa. Ojo que en el último tramo las bicis están vetadas en el asfalto y la policía portuaria aparece cuando no la esperas. Hay que ir por la acera. Es bastante increíble la de gente que, sobre todo desde la pandemia, hay a esa hora en todo el litoral: caminantes en el Fòrum, runners, surferos si hay mala mar, valientes nadadores, skaters en la Mar Bella (nunca, nunca, hubiera imaginado que un chaval madrugara tanto para patinar antes de ir al instituto o a currar), pescadores en los espigones y el infalible comando colchoneta, esa gente con leggins siempre lista para tumbarse y estirar el cuerpo.
Guipúscoa, río y a las Tres Chimeneas por el tubo
Aquí la salida es la esquina entre Meridiana y Aragó. Al otro lado, en la boca de Renfe del Clot, tomar la calle de Guipúscoa, que tiene buen carril bici segregado. Y no soltarla hasta cruzar el río, ya en Sant Adrià, donde el arco da la bienvenida. Antes, a la derecha, dos edificios de arquitectura brutalista. A la izquierda, el nuevo barrio donde estuvo la Cobega. Ahora han resuelto el lío de la última rotonda en Barcelona y hay buen enlace. Cruzado el puente, hay que hacer una “U” para bajar al paseo, y a la primera que hay valla, bajar al río, al parque fluvial. Increíble la de gente que hay a esa hora: bicis de carretera a toda leche, bicis de montaña que suben hacia Collserola; vecinos paquistaníes caminando a una velocidad alucinante. Silencio, el verde fosforito del césped, aves a lo suyo, y el cielo que pasa de gris a azul, y de azul a rosado. A lado y lado del río, Sant Adrià a la izquierda; polígonos, La Mina y los nuevos edificios a la derecha. Hasta llegar casi a la desembocadura, volver a subir al paseo por la última rampa, salir arriba, cruzar la plaza hasta el polideportivo, bajar la última calle (ojo, ¡adoquines!) y pedalear por encima de la última tubería que queda, entre el mar y la sala de turbinas, bajo la épica de las Tres Chimeneas. La vuelta se puede hacer por detrás de la antigua central térmica, por Eduard Maristany. Y si uno está cansado, coger el tren o el tranvía para volver a Barcelona.
Zona del Fòrum: sí, es posible hacer 20 kilómetros trazando rectas
Como evento que tenía que mover el mundo, el Fòrum de las culturas de 2004 dejó mucho que desear, para no entrar en descalificativos. Pero el espacio es una chulada poco reconocida, a ojos de quien esto escribe. Se puede llegar por Diagonal o por el mar. Y para descubrirlo, basta trazar líneas rectas. Del Museu Blau a la placa. De la placa (¡Ni en un scroll infinito de Instagram le sacaría suficientes fotos!) al puerto por el puente. De la base del puente a los pantalanes de la marina del puerto. De los pantalanes a las rampas que suben y bajan. De allí a la eme, un puente colgante de hormigón coronado con una estructura en forma de M. De allí, bajar zigzagueando árboles por los auditorios y hacia la zona de baños. Subir desde el aparcamiento para volver a salir al museo. Volver a la placa. Al parterre de césped coronado con catalejos que están estropeados desde hace casi veinte años. Y la última, tirarse, bajar a toda leche hacia la Central del Circ y la zona de baños trepando los peraltes que dibuja el pavimento con el mar a la izquierda. No es un velódromo, pero lo recuerda. En nada habréis recorrido 20 kilómetros. No es coña.
La Diagonal de punta a punta
Unos 700 números tiene la avenida de la Diagonal, aproximadamente, en el término municipal de Barcelona. El 0 es el edificio de Telefónica, en el Fòrum, en el Besòs. El 695, el Diagonal Club Esportiu, a la altura del RACC, al otro lado del parque de Cervantes, Pedralbes. En serio que cuando la ciudad se despereza todo el recorrido es un espectáculo (un poco de follón de obras en el tramo donde se construye el Tranvía, eso sí). Sube a medida que subes números (en desnivel y en clase social). Baja hacia el mar si se hace de menos a más (también bajar de descenso y de renta familiar cayendo). La dirección que se tome ya es a gusto del consumidor y de cómo tenga las piernas. Una de las opciones es coger el metro hasta Palau Reial y bajar. O al Fòrum y subir. Pero es una buena síntesis (no entera, faltaría la periferia de verdad) de la ciudad y verla despertar, un lujo.
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