Los pragmáticos de Junts fían la reconstrucción del partido a la candidatura de Trias
Los sectores próximos a Borràs temen que el exalcalde de Barcelona diluya la apuesta independentista del partido
París bien vale una misa. Barcelona, también. Tanto Xavier Trias, el flamante candidato de Junts para la alcaldía de Barcelona, como su partido han negociado con sus convicciones para llegar a un acuerdo en el que las dos partes ganan. Aparte de la agenda personal del exalcalde, la formación que presiden Laura Borràs y Jordi Turull logra tener un candidato solvente en una contienda electoral muy complicada y vital. E...
París bien vale una misa. Barcelona, también. Tanto Xavier Trias, el flamante candidato de Junts para la alcaldía de Barcelona, como su partido han negociado con sus convicciones para llegar a un acuerdo en el que las dos partes ganan. Aparte de la agenda personal del exalcalde, la formación que presiden Laura Borràs y Jordi Turull logra tener un candidato solvente en una contienda electoral muy complicada y vital. Eso sí, las dos almas del partido, la más pragmática y la más activista, lo viven con matices. Mientras que los primeros, partidarios de no salir del Govern y que perdieron en la consulta, ven una oportunidad para reconstruir el partido, en el sector más confrontacional temen una campaña donde el ideario independentista quede diluido.
La carrera para la alcaldía de la capital catalana tiene sus particularidades y la parte más tradicionalmente convergente de Junts lo sabe. Aunque Trias tiene todos los elementos para sacudir el tablero del triple empate entre Ada Colau, Jaume Collboni y Ernest Maragall aún tiene que pasar por el cedazo de las encuestas. Si la salida prematura al ruedo electoral de la excandidata Elsa Artadi, en octubre del año pasado, buscaba ganar notoriedad y aspirar de alguna manera a poder condicionar los pactos al final, la tardía del exalcalde también envía un mensaje tanto dentro del partido como fuera. Él decide sus tiempos, cree que la polarización con la alcaldesa le ayuda y el calendario estorbaba solo porque él mismo se había fijado el plazo de septiembre para decidir.
Cuando en el verano su nombre se puso sobre la mesa, Trias se hizo esperar. Y al final ha tenido que tragarse casi todas las condiciones que puso para entonces dejar de ser el político jubilado y volver a la primera línea. Ni Junts se organizó internamente, ni se acabó el ruido interno y, mucho menos, ganó la opción a favor de quedarse en el Ejecutivo catalán. Pese a que el entorno de Borràs quiso barajar otros nombres, ninguna carta daba mejores posibilidades que el exconsejero de Salud y hombre fuerte de CiU en Madrid que puso fin a tres décadas de Ayuntamiento socialista.
Esa presión logró que Trias, al final, tenga carta blanca para los aspectos fundamentales de su candidatura. Este jueves, en una entrevista a Ràdio 4, el candidato confirmó que los números dos y tres de la candidatura serán respectivamente Neus Munté y Jordi Martí Galbis, quienes han llevado el peso del grupo municipal en los últimos años. Martí, de hecho, era la apuesta del exalcalde de cara a una renovación. Y en una reacción poco propia del temperamento del alcaldable, desechó con cierto desdén incluir al diputado Jaume Alonso Cuevillas, cercano al ala de Laura Borràs. “Necesito a gente que entienda que el número uno soy yo”, precisó. Un mensaje que llega justo cuando varios columnistas cercanos a las tesis más confrontacionales de Junts ponen en duda que una candidatura de Trias sea lo suficientemente independentista y detrás de la cual también ven los intereses del exconsejero de Economía Jaume Giró. Con todo, Carles Puigdemont le ha dado ya su bendición.
Los llamamientos a poner orden en Junts lanzados recientemente por Trias son vividos con amargura por ese sector, que lee en esas palabras un intento por aparcar la confrontación independentista. Pero dentro del ala más posibilista son vistos como una esperanza para reconstruir la formación tras la aparatosa salida del Govern y los escándalos protagonizados por Borràs y su entorno más cercano. “La elección de Trias puede ser la chispa para que el partido vuelva al carril central al que muchos aspiramos”, confiesa un exalto cargo del Govern. Ahí se entiende que primeras espadas como Damià Calvet o Ramon Tremosa, de tradición convergente, o algunas de nuevo cuño como Victòria Alsina, busquen aterrizaje en la lista para Barcelona. “¿Alguien duda de su independentismo?”, se pregunta otra voz influyente del partido que insiste en que no hay debate sobre el cariz independentista de la candidatura de ERC.
En Ràdio 4, Trias dejó la puerta abierta a pactos con ERC y el PSC y descartó que sus votos terminen sirviendo para que Ada Colau revalide el cargo. Se trata de un posicionamiento que, efectivamente, busca polarizar la campaña entre su propuesta (que seguramente será reivindicar su mandato) y la que le sacó de la alcaldía en 2015. Y es en esa obra de mandato donde los exaltos cargos del Govern que no comulgan con la mística de Borràs ven un terreno fértil para rearmar su propuesta política y exhibirla mejor. Aunque la negociación de los presupuestos de la Generalitat ha sido una primera oportunidad para ir marcando perfil ideológico, Junts se lo juega todo en la contienda municipal.
Dependiendo del resultado, el Ayuntamiento de Barcelona se volvería una especie de palacio de invierno para la sensibilidad más pragmática de Junts, a la espera de que, como desean muchos, la situación judicial de Borràs termine por descabalgarla. Dejar la puerta abierta al pacto hasta con los socialistas -como ya sucede en la Diputación de Barcelona y varios municipios catalanes- implica una relectura de la situación política y de enmienda sobre las consecuencias de no ser partido de Gobierno. Ser al menos el socio minoritario de un Ejecutivo barcelonés le permite volver a contar con un altavoz político potente y esencial para unas elecciones catalanas en ciernes. Y un buen resultado, además, permite alguna opción para revalidar el Gobierno del ente provincial, el mejor palco con que cuenta ahora la formación y hasta donde la propia Borràs, que aborrece el acuerdo, intentó colocar a los suyos tras ser suspendida en el Parlament.
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