Un profesor de la UAB documenta en Egipto un ritual inédito con halcones decapitados
La ofrenda de rapaces ha aparecido al excavar un santuario de época tardorromana en la ciudad portuaria de Berenike, en el Mar Rojo
Un extraño ritual, inédito hasta ahora, que incluía la ofrenda de halcones decapitados, sin momificar, ha sido descubierto en un santuario excavado en la ciudad portuaria de Berenike, en el este de Egipto, en la costa del Mar Rojo. El hallazgo acaba de aparecer publicado en el American Journal of Archaeology por un equipo de investigadores encabezado por el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Joan Oller, docto...
Un extraño ritual, inédito hasta ahora, que incluía la ofrenda de halcones decapitados, sin momificar, ha sido descubierto en un santuario excavado en la ciudad portuaria de Berenike, en el este de Egipto, en la costa del Mar Rojo. El hallazgo acaba de aparecer publicado en el American Journal of Archaeology por un equipo de investigadores encabezado por el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Joan Oller, doctor en Historia Antigua.
En el santuario han aparecido restos de 735 animales, entre ellos mamíferos (incluidos dromedarios), peces, y aves. A los halcones —de rico simbolismo en el Antiguo Egipto como asociados al poder real, los cultos solares y la idea del halcón como el rey del desierto—, pertenecen 428 restos, el 62 % del total. Corresponden a tres especies del género Falco, el halcón peregrino (Falco pregrinus), el halcón sacre (Falco cherrug, casi tan grande como el jerifalte), y el cernícalo (Falco tinnunculus). En total hay 15 individuos (se han podido identificar 9 peregrinos, 2 sacre y 1 cernícalo), 14 en la parte central del santuario, cerca de una mesa de ofrendas, y 1, un peregrino, en una esquina de la habitación. Todos habían sido decapitados excepto el peregrino solitario y el cernícalo. Las cabezas no se han hallado. También se han encontrado cáscaras de huevos de halcones, algo también insólito.
En Egipto es corriente hallar momias de halcones en grandes cantidades en cementerios destinados a ellos (incluso sin cabeza), pero no sin momificar y en un templo.
La excavación del santuario ha arrojado objetos como una escultura cúbica de una divinidad que parece ser meroítica, un arpón de hierro, posiblemente votivo, y una interesantísima estela (bautizada la Estela del Dios Halcón y la Cabeza) que parece aludir al motivo religioso para separar las cabezas de los halcones, costumbre que horrorizará a los birdwatchers.
En un apasionante ejercicio cuasi detectivesco, los autores del artículo analizan la estela, de iconografía tradicional egipcia con un texto en griego en la base, para revelar la presencia de un faraón, los dioses Harpócrates, otro con cabeza de halcón y una diosa con la corona de Hathor. Entre ellos, y esto es lo más curioso, hay un obelisco con una cabeza humana. El texto establece un tabú con las cabezas, pues reza: “Es inapropiado hervir las cabezas aquí”. Según los investigadores se trata de la prohibición de realizar esa actividad profana, hervir la cabeza de un halcón, en el mismo santuario, una práctica que debía hacerse antes de ofrecerlos al dios, para desplumarlos y que era cuando se les quitaban las cabezas. Se sugiere que la práctica podría tener que ver con la idea de Osiris como dios decapitado.
El santuario, ubicado en un pequeño templo de dos habitaciones en el denominado Complejo Norte del yacimiento de Berenike, fundada en el siglo III antes de Cristo por Ptolomeo II Filadelfo y abandonada en el siglo VI de nuestra era, tuvo varias fases a lo largo de la historia y es en la última, en época tardorromana cuando aparece el ritual de los halcones descabezados. Los estudiosos lo atribuyen al pueblo de los blemios o blemitas (curiosamente origen del mito de los fabulosos blemias acéfalos, personajes clásicos de los bestiarios medievales), nómadas de procedencia nubia.
Posiblemente, apuntan los investigadores, los blemios, que al parecer controlaban las minas de esmeraldas de la región de Smaragdos, a 120 kilómetros de Berenike, y al menos parte del puerto de la ciudad, reutilizaron el santuario respetando la tradición egipcia pero desarrollando prácticas cultuales en las que los halcones eran ofrendados al dios egipcio Khonsu de una manera no atestiguada en Egipto hasta ahora.
Los autores del artículo recogen la historia de un obispo cristiano de mediados del siglo IV, Macedonius, que acudió al templo de Philae en el que se veneraba a un halcón conectado con el dios Horus, y, pretendiendo hacerle un sacrificio, lo sacó de su jaula, le cortó la cabeza y la tiró al fuego (no se nos dice cómo reaccionaron los sacerdotes egipcios), lo que sugiere que la cabeza del ave era especialmente sagrada. Quizá, reflexionan los estudiosos, la historia y los hallazgos de Berenike aluden a que la cabeza del halcón tenía un simbolismo especial y forman parte ambos de unas mismas creencias.
La investigación de los halcones decapitados forma parte del Proyecto Sikait que dirige Oller en el seno de la UAB, con la colaboración con el Centro polaco de arqueología mediterránea y el apoyo de la Fundación Palarq. El objetivo del proyecto es el análisis de las características territoriales, socio-económicas, culturales y religiosas de la región egipcia conocida en época antigua como Mons Smaragdus (actualmente Parque Nacional de Wadi Gemal).
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