El pulso de Junts a ERC dilata la interinidad en el Gobierno catalán
Unos 6.000 militantes del partido de Borràs decidirán en siete días si se rompe la coalición del Ejecutivo que lidera Pere Aragonès
Siete días más de suspense sobre el futuro de la coalición entre ERC y Junts per Catalunya, que gobierna la Generalitat. Los líderes de la segunda formación, Laura Borràs y Jordi Turull, anunciaron el jueves que la consulta a la militancia sobre si han de seguir o no en el Ejecutivo será los días 6 y 7 de octubre y se llevará a cabo independientemente de si, de aquí al domingo, ambas formaciones encarrilan el acuerdo so...
Siete días más de suspense sobre el futuro de la coalición entre ERC y Junts per Catalunya, que gobierna la Generalitat. Los líderes de la segunda formación, Laura Borràs y Jordi Turull, anunciaron el jueves que la consulta a la militancia sobre si han de seguir o no en el Ejecutivo será los días 6 y 7 de octubre y se llevará a cabo independientemente de si, de aquí al domingo, ambas formaciones encarrilan el acuerdo sobre la ruta independentista, que es el principal asunto de discordia. Mientras tanto, Junts no piensa proponer ningún nombre para ocupar la vicepresidencia y la consejería de Territorio, cargos que ostentó Jordi Puigneró hasta el miércoles. Pere Aragonès lo destituyó en respuesta a la invitación de los socios a que el presidente catalán se someta a una cuestión de confianza.
El Diario Oficial de la Generalitat (DOGC) había publicado el jueves el decreto de cese del número dos del Govern y máximo representante de Junts en el Ejecutivo. Aragonès le agradecía los servicios prestados, una fórmula tradicionalmente usada en estos documentos. Pero la causa que motivó la destitución sigue viva. El republicano considera que es una deslealtad general de sus socios que no se le avisara de que en el debate de política general, que comenzó el pasado martes y continúa este viernes con la votación de las resoluciones, se le mostraría la puerta de la moción de confianza. Y en particular de Puigneró, con quien mantenía la interlocución sobre el día a día del Ejecutivo catalán.
El cisma entre los socios tendrá su fotografía este viernes, con el escaño junto a Aragonès vacío en la primera fila del Parlamento autónomo. Hasta ahora, esos puestos vacíos, el independentismo solía llenarlos con lazos amarillos, pues se trataba de denunciar la “represión” contra diputados que no podían ocuparlos por diferentes razones. Ya no. Junts, como sucede con Laura Borràs en la presidencia del Parlament (aunque por motivos muy diferentes), continúa con esa política de dejar vacíos lugares de gran responsabilidad y carga política para evidenciar sus desacuerdos con los socios. La maquinaria de la Cámara y hasta cierto punto del Departamento de Territorio (la vicepresidencia per se no tiene competencias propias) sigue funcionando, pero la interinidad institucional continúa.
El DOGC contenía el cese de Puigneró, pero en ERC se cuidaron de no asignarle de momento las atribuciones de la Consellería de Territorio a nadie. Así como cuando un consejero está de vacaciones o de viaje, alguien tiene que asumir los asuntos tan anodinamente importantes como firmar resoluciones. La del ex número dos era una megaconsejería que engloba competencias en Transporte, Urbanismo, Políticas Digitales e Infraestructuras, con miles de expedientes en marcha. “Debemos dar margen a la negociación. ¿Ocuparemos la vicepresidencia del Govern? La respuesta es que no, no lo haremos”, ha dicho Turull. Aragonès deberá entonces decidir en los próximos días quién asume estos puestos, y muy seguramente opte por un consejero de los seis que quedan de su socio de gobierno.
Los siete días de suspense no serán fáciles. Existen varios elementos en cuestión. Pese a que hay fecha para la consulta a los más de 6.000 afiliados de Junts (en la elección de la nueva Ejecutiva, el pasado mes de junio, solo participó uno de cada tres), se desconoce la pregunta. Borràs ha insinuado que no se someterá a consideración de los militantes un mandato de la cúpula, pero la pregunta está por diseñarse. Se conocerá, teóricamente, el lunes.
Además, y antes de eso, el partido ha anunciado que enviará a ERC un documento con su plan para que se cumplan los tres compromisos pendientes del plan de gobierno (que la mesa de diálogo con el Ejecutivo central se limite a hablar de autodeterminación, la puesta en marcha de un mecanismo que coordine la hoja de ruta independentista y asegurar la acción conjunta de ERC y Junts en el Congreso). Una supuesta mano tendida que, sin embargo, contrasta con el tono duro del comunicado enviado tras conocerse la destitución de Puigneró. La apuesta de los de Borràs es, de nuevo, intentar tener un argumento que culpe a los republicanos de la ruptura en el Ejecutivo. Turull no ha revelado quién llevará la batuta de esas posibles negociaciones: “Quien esté más fresco y quien mejor lo pueda hacer”, respondió el jueves cuando le preguntaron.
Se trata de la crisis más profunda entre ERC y Junts después de que hace año y medio pactaran para mantener la mayoría independentista tras las elecciones del 14-F, incluso a sabiendas de que sus hojas de ruta para alcanzar el objetivo del Estado propio son opuestas. Y aún no se puede decir que sea la última. Parece ya inevitable que se mantenga la desconfianza no solo entre los socios sino de la de una ciudadanía, que ve a sus mandatarios en el fango desde hace días. Sí hay cosas que se pueden evitar, como por ejemplo que unos mariachis enviados por un desconocido pongan La Cucaracha de banda sonora a una reunión de casi 10 horas y con pocos avances reales si se comparan con el órdago planteado con la moción de confianza. Con tacto y diligencia, dos trabajadores de Junts pudieron frenarlo.
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