Aluvión de políticos y poco brillo lírico en la inauguración de la temporada del Liceo
La ópera ‘Ariadne auf Naxos’ regresa al coliseo de La Rambla tras casi 19 años de ausencia
Hacía mucho tiempo que en el Liceo no se registraba tal afluencia de políticos de todos los colores en una inauguración de temporada. Por la alfombra roja, extendida por la acera de La Rambla, desfilaron este miércoles, camino del ya inevitable photocall, muchos representantes de la política de todas las administraciones, la cultura y el ámbito empresarial, que acudieron solícitos a una inauguración muy especial que recobra ...
Hacía mucho tiempo que en el Liceo no se registraba tal afluencia de políticos de todos los colores en una inauguración de temporada. Por la alfombra roja, extendida por la acera de La Rambla, desfilaron este miércoles, camino del ya inevitable photocall, muchos representantes de la política de todas las administraciones, la cultura y el ámbito empresarial, que acudieron solícitos a una inauguración muy especial que recobra el brillo de tiempos prepandémicos con motivo de la celebración del 175º aniversario del coliseo barcelonés. Pere Aragonés, presidente de la Generalitat, Laura Borràs, presidenta del Parlament de Cataluña, Miquel Iceta, ministro de Cultura y Deportes y José Luis Escrivá, ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones —solo faltó a la cita Ada Colau, alcaldesa de Barcelona—, fueron recibidos por la plana mayor del teatro, encabezada por su presidente, Salvador Alemany.
Para muchos de ellos, esta visita protocolaria les ha permitido descubrir una ópera fascinante, aunque no popular y famosa, Ariadne auf Naxos, una joya musical y teatral del tándem formado por el compositor alemán Richard Strauss y el dramaturgo y libretista austriaco Hugo von Hofmannsthal. La espléndida dirección musical de Josep Pons, con una orquesta en buena forma, situada en un foso elevado, dio relieve al refinamiento tímbrico y la transparencia sonora de una partitura que, en su primer reparto, contó con las sopranos Miina-Liisa Värelä (Ariadne), Elena Sancho Pereg (Zerbinetta) y el tenor Nikolai Schukoff en los principales papeles, y tuvo poco brillo lírico.
Ada Colau, que hace dos años asistió por primera vez a una inauguración de temporada del Liceo —no parece que le apasione mucho la ópera, pues rara vez acude a una función— excusó su asistencia y dejó la representación del consistorio municipal en manos de Jaume Collboni, primer teniente de alcalde y Jordi Martí, director del Área de Cultura, flanqueados por varios regidores.
La presencia de dos expresidentes de la Generalitat, José Montilla y Artur Mas, el exalcalde de Barcelona Xavier Trías, diputados como Salvador Illa y Carlos Carrizosa y hasta cuatro exconsejeros de Cultura (Ferran Mascarell, Santi Vila, Àngels Ponsa y Mariàngela Vilallonga), da una idea del variado e inusitado overbooking de políticos en un teatro lleno a rebosar de público invitado.
Muy poco representada en el Liceo —desde su estreno, en 1943, solo se han ofrecido 24 funciones, la última en 2002— la joya straussiana regresa al coliseo de La Rambla tras casi 19 años de ausencia en un moderno y en exceso frívolo montaje, en clave pop, de la directora de escena Katie Mitchell, estrenado el 2018 en el Festival de Aix-en-Provence. El teatro ha programado otras ocho funciones hasta al 4 de octubre, con un aforo aún limitado al 70% y los protocolos de seguridad habituales frente al Covid.
La propuesta de Mitchell lleva la trama a nuestros días y ambienta la obra en la casa del hombre más rico de Viena, culto e intelectual, quien ha encargado una ópera seria a un joven compositor, además de invitar a un grupo de bailarines liderado por Zerbinetta, una artista pop, que intenta convencer a la diva Ariadne de que los hombres son todos iguales e incluso intercambiables.