Los positivos se multiplican por cuatro entre los jóvenes de Barcelona desde el fin del toque de queda

El repunte de casos se inició cuando decayó el estado de alarma y se está intensificando

Cientos de personas celebran en la playa de la Barceloneta la noche de San Juan.Quique García (EFE)
Barcelona -

Los hospitales apenas lo notan, al menos de momento, pero la expansión del virus se está acelerando en Cataluña y muy particularmente entre los jóvenes de la ciudad de Barcelona. El fin del toque de queda inició un cambio de paradigma. Los positivos entre los jóvenes se han multiplicado por cuatro en la capital catalana desde el 9 de mayo, cuando se habilitó la movilidad nocturna. La semana posterior, del 10 al 16 de mayo, la capital catalana...

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Los hospitales apenas lo notan, al menos de momento, pero la expansión del virus se está acelerando en Cataluña y muy particularmente entre los jóvenes de la ciudad de Barcelona. El fin del toque de queda inició un cambio de paradigma. Los positivos entre los jóvenes se han multiplicado por cuatro en la capital catalana desde el 9 de mayo, cuando se habilitó la movilidad nocturna. La semana posterior, del 10 al 16 de mayo, la capital catalana registró 297 positivos en las personas de entre 15 y 34 años. La semana pasada la cifra fue de 1.263, cuatro veces más, el registro más alto desde enero.

El repunte se explica principalmente por “un crecimiento de las actividades lúdicas” de los jóvenes, según analiza Carme Borrell, gerente del Área de Salud Pública de Barcelona. “Las restricciones han ido limitándose y ha llegado un momento en que los jóvenes, que lo han pasado tan mal, han aumentado sus actividades de ocio”, concreta. Borrell pide normalizar la socialización nocturna a la vez que reclama que se realice con seguridad: “No podemos criminalizar a los jóvenes porque quieran salir. Ya les toca. Pero hay que salir en condiciones y respetando las medidas de protección”.

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El aumento de los contagios entre los jóvenes de la capital catalana fue escaso pero constante tras el fin del toque de queda. El Ayuntamiento de Barcelona ya alertó del auge de las actividades sociales nocturnas y los positivos se han disparado este mes de junio en la capital catalana. La incidencia acumulada (IA14) de los jóvenes de entre 15 y 34 años en la ciudad es de 433 casos por 100.000 habitantes, casi el doble que en toda Cataluña (223), aunque los datos de la comunidad se contabilizan en la franja de 15 a 29 años.

La secretaria de Salud Pública de la Generalitat, Carmen Cabezas, reclamó ayer “no estigmatizar” al colectivo. “Han estado siguiendo las medidas durante todos estos meses”, incidió la responsable. Los expertos consideran que la socialización de los jóvenes es un proceso necesario para su desarrollo, y que tras más de un año encerrados, la expansión social era esperable. “Después de grandes pandemias hay un proceso de expansión y ganas de socializarse y salir”, explica Ester Camprodon, adjunta a la dirección de Salud Mental del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. “El ocio es necesario para los jóvenes”, concreta Camprodon, que también reclama seguridad en las relaciones. “Los actos sociales, siempre que sean con seguridad, forman parte de su desarrollo en la adolescencia y la juventud”, explica. “La socialización es esencial para la construcción de la identidad y es un beneficio para la salud mental”. Camprodon plantea incluso la actual situación como una posibilidad para que los jóvenes construyan una mirada colectiva: “Tener consciencia global, de solidaridad por un bien común, y salir con precaución es algo constructivo para los jóvenes”.

Los positivos de los menores de 35 años la última semana en Barcelona representan el 70% del total. Cuando empezó la vacunación, el 36%

Los positivos de los menores de 35 años la última semana en Barcelona representan el 70% del total. Cuando decayó el toque de queda eran el 44%, y cuando empezó la vacunación, el 36%.

A pesar del aumento de los contagios entre los jóvenes, Salud confía en poder contener la situación hospitalaria. “Los jóvenes tienen menos posibilidades de desarrollar la enfermedad de forma grave y de acabar en la UCI, pero su situación nos preocupa”, comparte Cabezas. “En este sentido”, concretó, “la repercusión asistencial es diferente”. Borrell, por su parte, recuerda que existe un riesgo de contagio, aunque sea menor. “La vacuna no nos protege al 100%”, concreta. “Proteger a los jóvenes es protegernos a todos”.

En cualquier caso, los contagios actuales no son atribuibles, según Cabezas, a la reapertura del ocio nocturno, reactivado desde el pasado día 21. “La apertura del sector fue hace una semana y los brotes actuales no están relacionados con ella”, defendió Cabezas, que citó los de Mallorca, Menorca y Tenerife como los focos de mayor contagio entre los jóvenes. Los desplazamientos se realizaron mayoritariamente tras celebrar la selectividad, el 11 de junio. Cabezas aseguró que el Departamento observó un crecimiento notable de los positivos entre los jóvenes a partir del 16 de junio.

La patronal del ocio nocturno, Fecasarm, reclamó ayer instaurar tests previos al acceso a los locales para garantizar las medidas de seguridad. Fecasarm considera que es “muy difícil” cumplir algunas de las limitaciones, como bailar con mascarilla o mantener la distancia de seguridad.

“Los chicos están angustiados por si nos contagian”

Los brotes ocurridos en Menorca, Mallorca y Tenerife ya afectan a 250 catalanes que han dado positivo, mientras que 1.200 personas más están consideradas como contactos estrechos. La mayoría de afectados son estudiantes.

La hija de María alquiló un apartamento en Menorca junto a ocho amigas más para viajar después de la selectividad. Pero lo que tenían que ser unos días de placer acabaron con angustia por los contagios en cadena. Una de las jóvenes empezó a sentirse mal y volvió a casa antes de tiempo. “Ahora han vuelto todas y están confinadas y a la espera de tener los resultados de las pruebas diagnósticas”, explica María.

El plan de las chicas era hacer un interrail por Europa para celebrar el fin de la etapa preuniversitaria. Pero ante la dificultad de cumplir las normas concretas de cada país, decidieron hacer como la mayoría de compañeros de instituto y buscar una casa en Menorca. “Allí había muchos estudiantes, coincidieron todos con muchas ganas de fiestas”, relata María. “Llevan un año encerrados y estudiando para la selectividad, y allí fueron de fiesta en fiesta”.

Con los primeros malestares, aparecieron las dudas. “Vivimos un bombardeo de noticias de padres y madres. Una de las niñas volvió antes porque se encontraban mal. Y sabemos de apartamentos en que había 12 personas, y 8 ya han dado positivo”, prosigue María, que asegura que los jóvenes se sienten “culpables”. “No quieren vernos por si nos contagian. Están angustiados por si su viaje tiene consecuencias para nosotros”.

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