Pedro Sánchez y Pere Aragonès se disponen a reanudar el diálogo sobre Cataluña
La Generalitat se plantea reunir la mesa de conversaciones en junio y La Moncloa defiende reanudar los contactos “lo antes posible”
Cuesta encontrar voces entusiastas con el nuevo Govern de Cataluña, tras una década con la política catalana irradiando inestabilidad al conjunto de España. Tanto dentro como fuera del independentismo, el escepticismo es la nota dominante ante un Ejecutivo que ha costado tres meses amarrar y no precisamente porque los dos socios que lo integran —Esquerra Republicana y Junts per Catalunya— necesitasen tiempo para conocerse...
Cuesta encontrar voces entusiastas con el nuevo Govern de Cataluña, tras una década con la política catalana irradiando inestabilidad al conjunto de España. Tanto dentro como fuera del independentismo, el escepticismo es la nota dominante ante un Ejecutivo que ha costado tres meses amarrar y no precisamente porque los dos socios que lo integran —Esquerra Republicana y Junts per Catalunya— necesitasen tiempo para conocerse. Ambos gobiernan juntos desde 2016.
Pero más allá del escepticismo dominante, todos los actores políticos —en Barcelona y en Madrid— mantienen los ojos muy abiertos ante las nuevas expectativas que se abren por tener por primera vez al frente de la Generalitat a un político de Esquerra Republicana que, sin renunciar a la independencia de Cataluña, ha ladeado la vía unilateral y ha pedido a sus socios dos años para intentar una negociación con el Gobierno central que desinflame la situación en Cataluña. Y estos dos años son, precisamente, los que le quedan de vida a la actual legislatura española siempre que no surjan imprevistos.
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Así pues, por primera vez en una década se abre una posibilidad de diálogo que resultó complicada con Artur Mas e imposible bajo las presidencias de Carles Puigdemont y de Quim Torra. Aragonès quiere cambiar la situación y pretende dar algunos pasos rápidos. Según fuentes del nuevo Govern, se trabaja ya para que la mesa de diálogo con el Gobierno central, que apenas llegó a despegar con Torra, pueda reunirse durante junio. Antes habrá que constituir una comisión en el Parlament y los independentistas se han fijado también la creación de un espacio de debate que han denominado “Acuerdo Nacional para la Autodeterminación y la Amnistía”. En cualquier caso la intención es agilizar su puesta en marcha.
Por parte del Gobierno, la disposición también es de retomar la mesa de diálogo. “Por nosotros será lo antes posible”, dicen fuentes de La Moncloa, que por ahora no ponen ninguna fecha concreta para la reunión. Con todas las cautelas por los desencuentros acumulados con los últimos gobiernos de la Generalitat, el Ejecutivo de Pedro Sánchez quiere continuar con su compromiso de rebajar la tensión sobre Cataluña y defiende que si las labores de la mesa se vieron interrumpidas —el órgano solo se reunió una vez en febrero de 2020— fue por la pandemia y por la falta de voluntad negociadora de Torra.
Sánchez dio este viernes la bienvenida al nuevo Govern de Cataluña, ofreció diálogo pero también quiso dibujar los límites. “La vacunación, la recuperación sin dejar a nadie atrás y el reencuentro entre catalanes, y entre catalanes y el resto de españoles, son tareas en las que trabajar juntos. Hagámoslo posible”, dijo, en un mensaje en las redes sociales. Sánchez no habló de los indultos a los condenados por el procés, una decisión que deberá tomar en las próximas semanas. El ambiente dentro del Gobierno es favorable a la medida de gracia, pero la decisión final corresponderá al presidente.
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Aragonès dijo en el debate de investidura que su apuesta es “culminar la independencia”, pero a diferencia de sus antecesores ha evitado fijar plazos o concreciones sobre el asunto. También apostó por la mesa de diálogo con el Gobierno y sus mensajes van orientados a lograr apoyos tanto de los socialistas como de En Comú Podem durante la legislatura. “Aunque no es fácil, las relaciones con Madrid cambiarán para mejor”, asegura el entorno del presidente electo.
La nueva situación presenta facilidades pero también complicaciones. En el primer grupo destaca la voluntad de Aragonès de ejercer el liderazgo real del Govern, algo que no hizo su antecesor, Quim Torra. El nuevo presidente ha logrado un acuerdo con la CUP y otro con Junts que le dan apoyo para explorar acuerdos con el Gobierno hasta 2023. Es un diálogo con muchos condicionantes —estricto control del Parlament y coordinado con partidos y asociaciones civiles independentistas— pero incluso Junts ha asegurado que lo defenderá con “lealtad” por más que Puigdemont afirmara este viernes que “el Estado no tiene ninguna voluntad de abordar con honestidad y ganas un proceso de negociación”. Precisamente, una de las dificultades que ve el Gobierno para mantener su plan de diálogo con la Generalitat es el relevante papel que se ha reservado Junts per Catalunya, que no solo tiene el 50% del Ejecutivo, sino también la responsabilidad del departamento de Economía, primordial en cualquier negociación entre gobiernos.
Otra incógnita reside en saber hasta cuándo durará la paciencia de los socios de Aragonès si no hay avances hacia la independencia. Entonces, Aragonès tendrá tres opciones: sumarse a otra oleada unilateralista, cambiar de socios en el Parlament o convocar elecciones. Las dos últimas vías suponen una novedad que no estaba en la mesa en un Govern liderado por Junts.