La Fira reabre 24 horas los pabellones para ‘sin techo’ en Barcelona
El Ayuntamiento restringe la movilidad de sus 260 usuarios por los rebrotes
Los pabellones de la Fira Barcelona han vuelto a abrir 24 horas al día para acoger a personas sin techo. El Ayuntamiento aplica la medida desde el 30 de julio, siguiendo las recomendaciones de la Generalitat de limitar las salidas de casa en Barcelona. El equipamiento, solo para hombres, instalado durante la pandemia, l...
Los pabellones de la Fira Barcelona han vuelto a abrir 24 horas al día para acoger a personas sin techo. El Ayuntamiento aplica la medida desde el 30 de julio, siguiendo las recomendaciones de la Generalitat de limitar las salidas de casa en Barcelona. El equipamiento, solo para hombres, instalado durante la pandemia, llevaba un mes disponible solo de noche. Pero con los nuevos rebrotes, han reculado, reabierto 24 horas y restringido la movilidad. En la actualidad, están a la mitad de su capacidad, con unas 260 personas (130 cada uno).
Los pocos turistas que pasean por Montjuïc se acercan curiosos a las puertas tapadas con lonas de los dos recintos feriales que acogen a personas sin techo. Desde fuera, unos carteles avisan de que no se pueden tomar fotos. En parte, porque los patios de las personas acogidas están delante, y se las puede ver tomando el aire. Aunque en una mañana calurosa de agosto, casi nadie los usa. Hace unos 15 días que quienes viven en los pabellones vuelven a tener la movilidad restringida: solo pueden salir si tienen una justificación, ya sea buscar trabajo, ir al médico, visitar al asistente social, buscar piso...
“Damos autorizaciones para las salidas e intentamos que no sean todo el día para que no tengamos constantemente a ciudadanos deambulando por la ciudad”, explica por teléfono Mercedes Cuesta, la jefa territorial del Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB). El objetivo, señala, es proteger a los usuarios y colaborar con las directrices de la Generalitat, que llamó a restringir la movilidad por el virus. En el recinto, llevan mascarilla y tienen ropa que usan dentro de los pabellones y ropa que usan fuera.
La intención del Ayuntamiento de Barcelona era poco a poco volver a la normalidad. “Estábamos en esa línea de ir facilitando autonomía a las personas acogidas. Algunas habían logrado trabajo... Ya solo iban a dormir, pero se dio la situación de los rebrotes”, señala Cuesta. Lo que les obligó a desandar el camino que habían empezado desde hacía un mes. Pasaron de servir solo desayuno y cena, a de nuevo dar también la comida. En uno de ellos, continúa colaborando el Ejército.
El número de usuarios, que había bajado a menos de un centenar en cada pabellón, aumentó hasta los 130. “Con los brotes vuelve a haber restricción laboral, y todavía hay personas que no acaban de ver garantías en cuanto a compartir vivienda”, señala Cuesta. Eso hizo que algunas personas que habían podido salir del equipamiento y empezar a remontar, volviesen.
“Si alguien se ha ido y necesita volver, puede hacerlo, pero detrás tiene que haber un profesional que lo avale, se ha de justificar”, advierte Cuesta. A diferencia de los inicios de la pandemia, cuando se aceptaban ingresos directamente en los pabellones, ahora los usuarios deben ser derivados por circuitos internos municipales. Los únicos que no pueden volver a entrar a los recintos son quienes fueron expulsados por mal comportamiento.
Una situación similar se vive en el equipamiento para mujeres que se abrió durante la pandemia. No llegó a cerrarse nunca durante el día. En la actualidad, acoge a 59 mujeres, y Cuesta celebra que está funcionando muy bien. “Casi no se va ninguna”, dice. “Los números son más pequeños y estamos pudiendo trabajar con más profundidad”, añade. Las salidas, como en el caso de los hombres, se han reducido. Antes de los rebrotes, era voluntario quedarse o no durante el día y ahora es obligatorio, a no ser que se tenga alguna justificación.
La intención del Consistorio es cerrar los pabellones cuando el contexto lo permita. La reapertura 24 horas se prevé que se mantenga hasta septiembre, siempre pendientes de la evolución de la pandemia y las recomendaciones de la Generalitat. “No deja de ser un dispositivo extraordinario, y en algún momento tenemos que volver a la normalidad”, concluye Cuesta.
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