La Setmana del Llibre en Català se traslada al Moll de la Fusta para mantener su cita física

La feria, que se realizará del 9 al 13 de septiembre, reduce su duración a la mitad y limita el aforo a 800 personas a la vez

Un visitante en la pasada edición de la Setmana del Llibre en Català, en la avenida de la Catedral.Joan Sanchez

El Moll de la Fusta en vez de la tradicional Avenida de la Catedral para esponjar el espacio y mantener las distancias sanitarias, la mitad de días (sólo cinco, del 9 al 13 de septiembre), un máximo de 800 personas a la vez y una reducción de la extensa programación, que alternará las actividades presenciales con las virtuales. Esos son los cambios que permitirán que la 38ª ª Setmana del Lllibre en Català, la cita ...

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El Moll de la Fusta en vez de la tradicional Avenida de la Catedral para esponjar el espacio y mantener las distancias sanitarias, la mitad de días (sólo cinco, del 9 al 13 de septiembre), un máximo de 800 personas a la vez y una reducción de la extensa programación, que alternará las actividades presenciales con las virtuales. Esos son los cambios que permitirán que la 38ª ª Setmana del Lllibre en Català, la cita más importante del sector editorial en lengua catalana, pueda mantener su convocatoria física, según aprobó ayer la comisión organizadora una vez resueltos con el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat el mejor emplazamiento y las medidas sanitarias para su celebración.

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La ubicación en el Moll de la Fusta será “excepcional”, se han apresurado a matizar los organizadores del evento, conscientes de que una de las claves del éxito de la Setmana radica en su centralidad frente a la Catedral de Barcelona, un espacio que, sin embargo, estaba al máximo de su capacidad, con 219 expositores en 62 módulos y una afluencia de más de 30.000 asistentes sólo a los actos.

Para mantener esos parámetros (incluso se incrementarán hasta 64 las casetas) con la normativa sanitaria imperante tras la pandemia se ha optado por la zona del puerto, que permite acoger el mismo número de participantes y asistentes con las distancias sociales requeridas, siempre hasta un máximo de 800 personas a la vez. “El espacio es amplio y abierto, permite ser acordonado y establecer las medidas de control”, afirma la organización.

La que los organizadores califican de “edición especial” (el Consistorio ya ha asegurado que las convocatorias siguientes se seguirán celebrando en el emplazamiento de la avenida de la Catedral) sí se verá obligada a reducir notablemente el número de actividades, uno de sus puntos fuertes tras consolidar la Setmana en el imaginario del sector como el pistoletazo de salida de la rentrée editorial en catalán, costumbre que costó que arraigara entre los sellos editoriales.

El binomio ha llegado a cuajar de tal modo que se han llegado a realizar una media de 27 eventos diarios, como ocurrió durante los diez días que duró la edición del año pasado. Siguiendo el formato que la Feria del Libro de Fráncfort, la gran cita internacional del sector, hizo pública el jueves para su edición en octubre, la Setmana combinará los actos y charlas físicas con las virtuales. El año pasado, en el marco de la Setmana se presentaron 260 novedades, con la presencia de 250 autores.

Sobrecoste por seguridad

La concentración en la mitad de días responde, precisamente, “a los sobrecostes de montaje, controles y garantías sanitarias que se han de asumir desde el presupuesto ordinario, a la vez que queríamos abaratar el coste para los expositores, que será un 50% más económico que el año pasado”, apunta el editor Joan Carles Girbés, presidente de la comisión organizadora.

La realización de la Setmana, aunque sea bajo un formato especial y reducido, es ahora capital desde el aspecto económico para el sector del libro catalán, especialmente castigado por la crisis del coronavirus y por ello necesitado de estímulos para incentivar la compra. En 2019, la Setmana facturó 543.973 euros, un 8,4% más que el año anterior.

Control térmico, gel y guantes, pero sin cuarentena al papel

Si nadie sabe qué puede pasar dentro de 24 horas en un mundo aún más vertiginoso y efímero tras la pandemia del coronavirus, menos predecible es lo que puede ocurrir el 9 de septiembre. Por ello, a pesar de que los organizadores de la Setmana del Llibre en Català barajan ahora un escenario con un aforo máximo de 800 personas a la vez, “es muy posible que en septiembre esa cifra se pueda flexibilizar y abrir bastante; podría ser, incluso, que no fuera necesario controlar el acceso ni las limitaciones de entrada”, se plantea el presidente de la feria, Joan Carles Girbés.

En cualquier caso, con los temas sanitarios, por ahora van a máximos: recuentos de asistentes, controles térmicos, geles hidroalcohólicos, separación de público en actividades, distancia entre casetas... Pero no habrá cuarentena para los libros expuestos. “En ningún caso: para eso estarán geles y guantes si entonces son necesarios; se trata de facilitar al máximo la conexión del lector con el libro”. dice Girbés.


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