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“Esto es así, yo hago preguntas”. Y no hace falta que usted responda

El tipo de interrogatorio del PP lleva al presidente a descalificar la comisión del Senado como “circo, inquisición y difamación”

El PP se había reservado casi un año y medio la bala de la cita forzada del presidente del Gobierno en la comisión de investigación en el Senado del caso Koldo pero terminó, tras casi cinco horas y cuarto, y el pasaje que se presentaba como definitivo no aportó ningún ...

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El PP se había reservado casi un año y medio la bala de la cita forzada del presidente del Gobierno en la comisión de investigación en el Senado del caso Koldo pero terminó, tras casi cinco horas y cuarto, y el pasaje que se presentaba como definitivo no aportó ningún dato o información nueva y relevante sobre su implicación en esa presunta trama. Lo que sí quedó otra vez en evidencia, en favor de los que denigran la utilidad de ese tipo de sesiones, es que para la mayoría de los parlamentarios que preguntan las respuestas del compareciente son prescindibles, una excusa para formular la siguiente cuestión, y una oportunidad interna para examinarse ante los suyos y hacia sus jefes.

Sucedió este jueves en el Senado con el presidente Pedro Sánchez en la diana. El portavoz del PP, Alejo Miranda, tras casi 65 minutos de interrogatorio, concluyó sin querer aceptar ni escuchar ningún contexto del presidente del Gobierno o líder del PSOE sobre el objeto de la comisión: “Esto es así, yo hago preguntas y usted no responde”. Miranda no lo expresó abiertamente, pero quiso decir en realidad que no hacía falta que Sánchez contestase nada porque le espetó decenas de veces que “no dice la verdad ni cuando cambia de opinión”.

Miranda había construido un modelo de interrogatorio en el que no pretendía argumentos, ni datos, ni explicaciones. Solo quería un “sí o no” para poder utilizar luego esa afirmación o negativa en su beneficio, política, mediática o judicialmente. No lo logró. A Sánchez no se le escapó ningún aserto sintético, tajante, delator. Sí se le escurrieron muchas sonrisas, alguna carcajada y bastantes caras de desconcierto por cómo transcurrió la comparecencia. Lo que sí negó “absolutamente” fue que el PSOE se haya financiado irregularmente, con dinero negro. Sánchez aprovechó esa fijación del senador del PP por los billetes y sobres con fajos en metálico para diferenciar ese uso legal y permitido en su partido de las condenas ya sentenciadas contra los populares por sus métodos de financiación.

Sánchez se desplegó así durante varias horas tranquilo, con la sensación de que estaba superando la prueba mucho mejor de lo que él y su entorno habrían esperado, excepto por el modo en el que el árbitro que presidía la cita, el senador del PP Eloy Suárez, tomaba partido hasta el punto de acusarle de querer imponer una estrategia de dilación y distracción al responder como creía oportuno. Antes de que saltara al ruedo el portavoz del PP hubo otro instante crítico en el que pareció sobrevolar por el Senado el elefante de Carlos Mazón, cuando varios ponentes próximos al Ejecutivo progresista se lamentaron de este tipo de comparecencias de torquemadas inquisitoriales hacia el presidente del país mientras el valenciano sigue sin comparecer en nada. El mediador Suárez no lo consintió.

El elefante desapareció, pero para Sánchez continuó “el circo”, que fue como intentó en un primer instante salir al paso de cómo conducía presuntamente la sesión el presidente de la comisión hasta que irrumpió el portavoz del PP. Alejo Miranda se sabía examinado desde que el PP abrió un concurso interno muy secreto para determinar qué tipo de fiscalizador podía poner en órbita tras 90 sesiones de una comisión en la que ha quedado ya asentado que los populares han perdido más oportunidades que celebrado victorias.

Miranda, además, no es un senador cualquiera y Sánchez se lo llevaba bien trabajado. El parlamentario se quiso proteger de su currículo, como representante del PP de Madrid de Isabel Díaz Ayuso, anticipándole a Sánchez por si no le conocía que en 2020 sufrió la covid y estuvo hospitalizado, en la UCI, entubado y enchufado mientras algunos de sus excolaboradores en el Gobierno y el PSOE se forraban con mordidas de la trama Koldo. Parecía que el asunto se centraba, pero fue lo contrario. Miranda concatenó a continuación tal cantidad de dilemas sin aguardar aclaración alguna que en el mismo potaje metió alusiones a la banda del Peugeot que acompañó a Sánchez en las primarias, el domicilio de su hermano en un pueblo portugués, noticias sin contrastar de pseudodigitales, las saunas de su suegro fallecido, las mujeres de Ábalos, el caso Delcy, el caso Air Europa, la fontanera Leire Díaz, la dictadura de Venezuela y Maduro, el papel del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, el del juez Peinado...

El teórico protagonista de la comisión no perdió nunca los papeles, ni el control de sus modales, pero sí llegó un punto en el que se reconoció impotente, porque no se le dejaba ya decir nada y le imploró al presidente de la comisión que se le permitiera responder. “Sí o no, no hace falta que se enrolle”, soltó el senador Miranda, que cuando ya llevaba encadenadas decenas de exigentes aclaraciones se le ocurrió plantear, por si valía y para estirar su deposición, que renunciaba a todas las ya formuladas.

Sánchez, entonces, sí le recriminó a Miranda que aludiese a tantos escándalos del PSOE y no se le permitiese refrescar, hablando de mascarillas y comisiones, los dos millones que se llevó la pareja de Isabel Díaz Ayuso o las corrupciones del hospital Zendal que ese senador del PP impulsó como gran ideólogo cuando ejerció como director general de Infraestructuras Sanitarias del Gobierno madrileño.

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