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El PP alejado de Madrid quiere “combatir y no competir” con Vox

Dirigentes populares admiten que tienen a la ultraderecha “en la nuca” y alertan de la fuga de votos entre los jóvenes varones

Muchos dirigentes del PP, la mayoría alejados del peculiar clima político madrileño, reconocen que tienen a “Vox en la nuca” y que así, “atados”, es muy difícil hacer política. Ese PP cada vez más alejado de Madrid...

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Muchos dirigentes del PP, la mayoría alejados del peculiar clima político madrileño, reconocen que tienen a “Vox en la nuca” y que así, “atados”, es muy difícil hacer política. Ese PP cada vez más alejado de Madrid no comparte la estrategia de confrontación de competir en el discurso de dureza en temas tan sensibles como la inmigración, la masacre de Gaza o el aborto con la formación ultra, al tiempo que se distancian de los mensajes que emite en esa línea fundamentalmente la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Abogan por “combatir” a Vox desmontando sus mentiras con políticas sensatas. La cocina de varias encuestas, algunas internas, les alertan con “pavor” de que Vox campa entre el electorado joven, masculino y que empieza a robar electores no solo del PP sino entre clases obreras y de izquierdas desencantadas. Varios dirigentes territoriales del PP con datos, sondeos internos y “catas” específicas con preguntas encargadas por sectores, géneros y edades, corroboran que Vox se está beneficiando de la fuga y del trasvase de voto desde su partido, pero también de otros

El expresidente de México, Ernesto Zedillo, le comentó con extrañeza a Alberto Núñez Feijóo, antes de su ponencia este viernes en el Foro La Toja Vínculo Atlántico, que no entendía cómo se había marchado de Galicia a hacer política en Madrid en su día, hace más de tres años, “con lo bonito que es esto”. Feijóo reveló la observación y un rumor singular recorrió la sala. Luego, en un aparte más distendido, algún dirigente gallego del PP bromeó con la idea de que en política no hay marchas atrás y que ese paso no tiene ya corrección.

En el PP ya no ocultan que tienen un problema con Vox, que se intuía hace tiempo en varias encuestas y que ahora es evidente en la disputa de los discursos y en su vigencia política y mediática. Un responsable del PP gallego lo comentaba estos días en A Toxa (Pontevedra), en los márgenes del foro del bipartidismo clásico que sigue anhelando los días en los que parecía primar el consenso y el diálogo entre PSOE y PP para los grandes asuntos de Estado: “Aquí estábamos y estamos muy mal acostumbrados porque Vox no existe y, claro, no les hacíamos ni caso y no nos influían en nada”. Así emigró políticamente Feijóo a Madrid, “mal acostumbrado”, y las mismas fuentes aceptan que el político gallego sigue “sin cogerle el punto” a esa relación.

Durante un tiempo esa ignorancia hacia Vox y sus excesos pareció funcionar pero ahora en el PP varios dirigentes de la máxima relevancia reconocen que tienen “a Vox en la nunca” y que así de “atados” es muy complicado manejarse en la política estatal sobre todo ante un momento “en el que Vox parece estar de moda, peligrosamente entre los jóvenes, y todavía no se puede apelar el voto útil porque no se ven cerca las elecciones”.

El dilema no está solo en que constaten que Vox está ya en su cogote. Confiesan también que tienen diferentes maneras de afrontar este complejo momento. “Combatir o competir”, esas son las opciones que se barajan entre responsables del PP que empiezan a visualizar con cierto temor lo que pueda suceder en próximas citas con las urnas. En teoría, esa situación solo está previsto que la encaren en Castilla y León y Andalucía, con comicios previstos para la primavera de 2026, aunque en el PP hay quien especula con un hipotético anticipo de las generales, que Pedro Sánchez ha negado en repetidas ocasiones.

Los barones más templados ideológicamente del PP apuestan por la línea de combatir las consignas de Vox, los postulados más maximalistas y radicales de esa formación y también sus mentiras y mensajes más alarmantes. Y ahí meten, por ejemplo, cómo Vox ha logrado que cale la idea de que “la inmigración es un problema general, cuando no lo es, ni muchos españoles lo sufren así directamente, pero sí reflejan ahora que está entre los principales problemas del país”, señala uno de esos dirigentes.

En esa pugna entre combatir o competir con Vox con sus mismas armas se mira permanentemente al PP de Madrid de Isabel Díaz Ayuso. En el PP más allá de la M-30 ratifican que el PP madrileño “va por libre”, tiene su propia agenda, su estrategia e impone sus métodos. El debate surgió el pasado fin de semana en la cumbre de líderes autonómicos con Feijóo en Murcia, en la que además de la declaración sobre inmigración surgieron otros asuntos como la necesidad de conformar un discurso común, cohesionado y coordinado que no logra plasmarse. Y se puso el ejemplo de los problemas para reconocer el genocidio en Gaza por Israel, que tanto daño y sensación de bandazo ha provocado en el equipo de Feijóo.

El PP de Madrid, de Ayuso y de José Luis Rodríguez Almeida, el alcalde de la capital en sintonía total ahora con la presidenta de la Comunidad, se niegan a utilizar ese término por sus conexiones con Israel. Dirigentes del PP gallego o andaluz destacan que en cuanto sus presidentes, Alfonso Rueda y Juan Manuel Moreno, usaron esa definición en sus Parlamentos el debate sobre la ambigüedad o indefinición del PP en sus territorios se acabó.

En el “patinazo” de Almeida al aceptar una propuesta de Vox sobre la utilidad de informar sobre el acientífico síndrome postaborto a las mujeres todo el PP menos Ayuso, desde Feijóo y su entorno a todos los demás barones, coinciden en que se trata de una “metedura de pata” y “una postura muy personal” relacionada con las creencias católicas del regidor madrileño. Eso sí, también lamentan que el desliz no fuese cortado de raíz y tajantemente por la dirección nacional del PP ya que Feijóo ya marcó cuál era su criterio al respecto en relación a no tocar nada sobre esos derechos establecidos de las mujeres en varias declaraciones públicas.

En uno de los trabajos demoscópicos que maneja el PP se preguntó entre los trabajadores en paro de una determinada edad, hasta ahora proclives a votar al PSOE, y el 60% se mostraba dispuesto a elegir ahora la papeleta de Vox. La empresa Sondaxe, que publicó la semana pasada una encuesta electoral en La Voz de Galicia, reflejó que en el caso de unos comicios generales todavía ni convocados los gallegos que podrían decantarse por Vox aumentaban hasta tres puntos en las cuatro provincias gallegas y alcanzaban entre el 7,2% y el 8,1 del voto. La mayoría de ese voto que pasaría del 4,8% al 7,7% sería joven y masculino porque en las mujeres se quedaría en el 3,1%, por debajo del 5% necesario para obtener representación en el Parlamento autonómico.

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