El discurso contra el “infierno fiscal” une a todas las derechas en el Congreso

PP, Vox y Junts ponen en la diana a la vicepresidenta Montero para exigir bajadas de impuestos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante la sesión de control al Gobierno, este miércoles en el Congreso de los Diputados.Foto: Alvaro Garcia | Vídeo: EPV

María Jesús Montero ya se había fajado con cuatro diputados del PP, y la melodía de la oposición continuaba sonando muy parecida cuando le llegó el turno a José María Figaredo, de Vox. Entonces, la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda preguntó directamente a Figaredo, uno de los rostros jóvenes a los que Santiago Abascal ha situado al frente de su g...

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María Jesús Montero ya se había fajado con cuatro diputados del PP, y la melodía de la oposición continuaba sonando muy parecida cuando le llegó el turno a José María Figaredo, de Vox. Entonces, la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda preguntó directamente a Figaredo, uno de los rostros jóvenes a los que Santiago Abascal ha situado al frente de su grupo en el Congreso tras el rosario de deserciones:

― ¿Usted sigue pensando en serio que los impuestos son un robo?

Y Figaredo, con el gesto efectivamente muy serio, asintió con la cabeza desde su escaño y musitó: “Sí”.

Montero tuvo este miércoles que compensar con creces su ausencia en la sesión de control de la pasada semana, cuando alegó una enfermedad —la oposición lo puso en duda— para no comparecer en medio de la refriega con la siguiente en el escalafón de vicepresidentas y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, por la aplicación del IRPF al salario mínimo. La titular de Hacienda fue sometida a una intensa sesión de seis preguntas. Díaz, sentada a su lado, solo a una. En las imágenes que ofrecieron desde el banco azul y en sus palabras no dejaron traslucir ni un ápice de la discordia que las ha dividido en la última semana.

Los diputados del PP, Juan Bravo, Carmen Fúnez, Elías Bendodo, Miguel Tellado, Cuca Gamarra y Alberto Núñez Feijóo, durante la sesión de control al Gobierno. Álvaro García

Lo que sí evidenció de forma muy clara el combate dialéctico es que todas las derechas, más allá de su denominación de origen —españolísima o catalanísima— acentúan el discurso contra los impuestos. Aunque nadie llegó tan lejos como Figaredo, la expresión “infierno fiscal” se oyó en boca de los populares Cuca Gamarra y Juan Bravo. Junts optó por el socorrido “expolio fiscal” a Cataluña, que repitieron su portavoz, Míriam Nogueras, y su lugarteniente económico, Josep Maria Cruset. “Los catalanes les estamos pagando la fiesta a todos ustedes”, clamó Nogueras, quien sostuvo ante Pedro Sánchez que Hacienda castiga a Cataluña con “más inspecciones y notificaciones” que en ningún otro sitio, penalizando a “la gente que practica la cultura del esfuerzo”, mientras “otros jetas cobran sin trabajar”. La mujer de confianza de Carles Puigdemont dejó sin aclarar quiénes serían los tales jetas (“penques”, en la expresión catalana que empleó).

La ofensiva sobre Montero acabó opacando el duelo entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, donde había comenzado ya la discusión sobre los impuestos. El líder del PP, que la semana pasada, en plena bronca en el Gobierno por la tributación del salario mínimo, dejó el asunto en un segundo plano, fue esta vez directo al grano. Acusó al presidente de “saquear a los trabajadores españoles” e ironizó que, con el pago del IRPF por el salario mínimo, “los mileuristas son los nuevos ricos de la época sanchista”. El asunto derivó en un duelo de cifras. Feijóo detallaba gastos supuestamente superfluos del “Gobierno más caro de la democracia” y Sánchez comparaba las cuantías actuales del salario mínimo, las pensiones o los cotizantes a la Seguridad Social con los de la etapa del PP.

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, escuchan una pregunta del diputado del PP, Miguel Tellado, este miércoles, durante la sesión de control al Gobierno.Álvaro García

En el inevitable capítulo de ocurrencias, Feijóo no faltó a su cita habitual con la hipérbole y sostuvo que “en España es más fácil tener casa si se ocupa ilegalmente que si se trabaja honradamente”. Sánchez tampoco se ausentó de su recurrente empeño por asociar al PP con los elementos más ultras exhibiendo un rebuscado símil: “Es usted para la política española lo que la criptomoneda de Milei para los argentinos: un colosal engaño”. Con todo, la mayor patadita de Sánchez en la espinilla del líder de la oposición llegó cuando ya no tenía a este delante. Aprovechando que Oskar Matute, de EH Bildu, le exigió más decisión en su política de vivienda, Sánchez, tras admitir la gravedad del problema, saltó al ataque al PP: “Hay partidos que solo están pendientes de dos viviendas: un ático en Chamberí [donde reside Isabel Díaz Ayuso con su novio] y un chalé en Moaña con acceso privativo a la playa [propiedad de la pareja de Feijóo]”.

Luego llegó el maratón de Montero, quien se afanó en defender la tributación del nuevo salario mínimo porque, explicó, no se trata de recaudar más, sino de no perder 2.000 millones de ingresos del Estado. Insistió además en que esas rentas tendrán, con todo, menos carga tributaria que bajo los gobiernos del PP. La vicepresidenta desmintió con reiteración que el Ejecutivo haya subido impuestos a las “clases medias y trabajadoras” frente a lo que asegura el PP. Junts siguió martilleando con esa misma crítica a través de Cruset, quien enumeró una larga lista de las cargas fiscales por determinados servicios, en la que abarcó desde las peluquerías hasta los entierros. Montero lo acalló con una observación: si se hubiesen subido los impuestos a las “clases medias y trabajadoras” tendría que haber sido con el apoyo de Junts, de quien depende la mayoría del Gobierno en el Congreso.

La vicepresidenta primera y Ministra de Hacienda, María Jesús Montero, interviene este miércoles durante la sesión de control al Gobierno.Álvaro García

La jornada anticipó una escena que promete repetirse en los próximos meses. Porque la ofensiva del PP sobre Montero no solo tenía como objetivo a la ministra de Hacienda, sino a la futura lideresa del PSOE andaluz. Y en ello se empleó a fondo un coterráneo, Elías Bendodo, derramando ironías sobre los conflictos internos que supuestamente esperan a Montero. La vicepresidenta levantó las protestas en la bancada del PP tras acusar a Bendodo de mantener con ella y con Yolanda Díaz una actitud “machista”.

Por lo demás, el Gobierno levantó una muralla ante los intentos de la oposición de hurgar en sus diferencias internas. Lo intentó con ahínco el portavoz del PP, Miguel Tellado. En tono condescendiente, preguntó a Díaz si le “merece la pena seguir en el Ejecutivo”. La vicepresidenta segunda y dirigente de Sumar le replicó con una retahíla de datos comparando el balance de su política laboral con el de los gobiernos del PP. Y despejó el proyectil: “Siempre merece la pena mejorar la vida de la gente”.

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