Vivienda, Palestina y Ábalos: Podemos arremete con todo contra el Gobierno

El partido se desmarca como socio del Ejecutivo. Iglesias afirma que condicionarán su apoyo a las Cuentas a la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, el embargo de armas y medidas en vivienda

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, este miércoles en el Congreso junto al diputado de la formación Javier Sánchez Serna.Chema Moya (EFE)

La frase de la exministra Ione Belarra causó estupor en el hemiciclo este miércoles. “Me indigna profundamente que mientras algunas estábamos intentando meter la congelación de los topes del alquiler en el escudo social, había gente de su Gobierno metiendo la mano en la caja, exactamente igual que el hermano de la señora Ayuso”, arremetió la diputada contra el presidente Pedro Sánchez, durante la sesión de control en el Congreso. La secretaria general de Podemos, parte de aquel Ejecutivo que enfrentó la crisis de la covid-19, se refería a las últimas informaciones sobre el ...

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La frase de la exministra Ione Belarra causó estupor en el hemiciclo este miércoles. “Me indigna profundamente que mientras algunas estábamos intentando meter la congelación de los topes del alquiler en el escudo social, había gente de su Gobierno metiendo la mano en la caja, exactamente igual que el hermano de la señora Ayuso”, arremetió la diputada contra el presidente Pedro Sánchez, durante la sesión de control en el Congreso. La secretaria general de Podemos, parte de aquel Ejecutivo que enfrentó la crisis de la covid-19, se refería a las últimas informaciones sobre el caso Koldo, la trama de corrupción que deja al antiguo titular de Transportes y exsecretario de Organización socialista, José Luis Ábalos, al borde la imputación, y por la que el mandatario pidió perdón en su respuesta. En la pregunta, Belarra acusaba al PSOE de practicar “las mismas políticas que el PP” en vivienda y en el ámbito internacional, con críticas al posicionamiento de España sobre la guerra en Gaza. “Estamos siendo cómplices como país de este genocidio”, le recriminó.

La formación izquierdista ha ido endureciendo su tono contra el Ejecutivo de forma gradual desde el 23-J y en los últimos tiempos juega a ser Junts. El objetivo: hacer valer, como los independentistas, sus cuatro votos, ávidos de encontrar un papel diferenciador en la legislatura. La prueba de fuego para el partido serán los Presupuestos Generales del Estado y ahí Podemos empieza a mostrar sus cartas. A la hora del pleno, el exvicepresidente Pablo Iglesias, todavía una voz influyente en la organización y su militancia, revelaba en TV3 las que serán sus “líneas rojas” en la negociación de esas Cuentas: la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, el embargo a la compraventa de armas y medidas para atajar el problema del elevado precio de la vivienda, un asunto que empieza a movilizar a la ciudadanía.

“Nosotros no somos un socio de Gobierno”, había reconocido el martes en la sala de prensa de la Cámara baja el coportavoz Javier Sánchez Serna. “Apoyamos una investidura porque la alternativa era peor”, añadió. Para el partido hay una fecha clave, la del pacto para renovar con el PP el Consejo General del Poder Judicial a finales de junio pasado, un movimiento que, para ellos, “enterró la legislatura progresista”. “A partir de ahí, negociamos cada uno de los decretos, pero no estamos obligados a apoyar al Gobierno cuando nos trae recortes. Estamos aquí para hacer valer nuestros cuatro votos”, argumentó el parlamentario. “El Gobierno ha virado a la derecha”, insisten fuentes del partido.

La estrategia es calcada a la de la formación de Carles Puigdemont, esta con siete escaños, aunque ambas representan a electorados e intereses políticos muy distintos. El objetivo de Podemos, también, pasa por apropiarse de un electorado a la izquierda de PSOE y Sumar que pueda crecer en el futuro. “En política, si no ocupas un espacio, te lo ocupan. Y este es el que nos han dejado”, reconoce un miembro de la dirección cuando se cumple casi un año de su salida del Ejecutivo. El equilibrio es complicado y el peligro, pasarse de frenada en los posicionamientos públicos y acabar alineado con la derecha. Sin ir más lejos, a comienzos de octubre, Podemos salió muy duro contra el acuerdo que la coalición cerró con EH Bildu para sacar adelante la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, la conocida como ley mordaza, que eliminaba los aspectos más regresivos de una norma aprobada en 2015 durante el Gobierno de Mariano Rajoy. En la pasada legislatura, el texto estuvo a punto de aprobarse, pero descarriló en la recta final por falta de consenso con los nacionalistas. Además de la formación abertzale, PNV y ERC apoyaron hace dos semanas el pacto, pero la propia Belarra lo calificó de “insuficiente”. “Vamos a negociar, presentar enmiendas y en función de eso decidiremos nuestro voto”, anunció entonces —igual que hizo Junts— en una reacción que fue criticada de forma más o menos abierta por los socios.

Desde la ruptura en diciembre pasado con Sumar, cuando Podemos se pasó al Grupo Mixto, ni los de Belarra hablan del grupo de Yolanda Díaz —“en el Gobierno solo manda Sánchez”, repiten en un intento por ningunearlos—, ni los segundos entra a valorar su estrategia. En privado, sin embargo, distintos diputados repiten que el partido está en una deriva “irresponsable”, “errada” o que parecen “desubicados”. Algunas voces opinan que solo busca hacer caer al Gobierno y que un Ejecutivo de derechas favorecería sus intereses electorales a medio plazo. “No vamos a apoyar una moción de censura”, zanjó Sánchez Serna el martes.

La presión de Podemos, sin embargo, crece, y ya forzó en enero a reformar el decreto de Díaz sobre los subsidios por desempleo o a eliminar en julio los recortes al bono social eléctrico en la batería de medidas contra la crisis que llegó al Congreso desde el Consejo de Ministros. Las conversaciones sobre los Presupuestos, herramienta clave para la estabilidad de la legislatura, será, con probabilidad, el momento más difícil. “La cuestión de la ruptura de relaciones con Israel va a estar encima de la mesa y va a ser una línea roja. Ya está bien de seguir vendiendo armamento a un Estado genocida, aunque se dice que no se vende; ya está bien de mantener esas relaciones diplomáticas. Y con vivienda, [el PSOE] va a tener que hacer cosas que no le van a gustar a Junts y a PNV, pero o pasan por el aro o buena suerte”, sentenció Iglesias este miércoles en televisión mientras Belarra mantenía su cara a cara con Sánchez. “Ser de izquierdas es prohibirle a los fondos buitre la compra de vivienda en España de una santa vez. Y sobre todo, es dejar atrás la corrupción”, le lanzó en el pleno. “No se equivoquen, aquí está la izquierda. Apoyen ustedes también a la izquierda”, le invitó el presidente antes de que su partido se siente a negociar con ellos.

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