Encuentros estratégicos de suma cero en el Magreb

La visita de Sánchez a Rabat, un año después de la inesperada ausencia de Mohamed VI, debía haberse producido tras el viaje de reconciliación del ministro Albares a Argel, pospuesto por cuestiones de agenda local a última hora

El rey de Marruecos, Mohamed VI (a la derecha), recibe al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares (de espaldas), este miércoles en Rabat.JALAL MORCHIDI / POOL (EFE)

“Marruecos es un país vecino, amigo y socio estratégico de España en todos los ámbitos. Esta visita, que se realiza al inicio de la legislatura, subraya los profundos lazos que unen a ambos países”, declaró La Moncloa ante el viaje oficial efectuado este miércoles por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ha sido calificado como de “despacho ordinario”. Las relaciones bilaterales, que viven uno de sus mejores m...

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“Marruecos es un país vecino, amigo y socio estratégico de España en todos los ámbitos. Esta visita, que se realiza al inicio de la legislatura, subraya los profundos lazos que unen a ambos países”, declaró La Moncloa ante el viaje oficial efectuado este miércoles por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ha sido calificado como de “despacho ordinario”. Las relaciones bilaterales, que viven uno de sus mejores momentos, “nunca habían sido tan intensas y fructíferas”, como ya había reconocido el titular de Exteriores, José Manuel Albares.

España es el primer socio comercial de Marruecos y aspira a convertirse en un inversor de referencia. El comercio bilateral superó en 2022 los 20.000 millones de euros y sigue creciendo. A preguntas de una periodista de la televisión marroquí, Sánchez se ha ratificado ahora en su alineamiento con la tesis marroquí favorable a la autonomía del Sáhara Occidental, el giro diplomático que puso fin una posición de neutralidad de más de cuatro décadas sobre la antigua colonia africana. Hace un año, su visita a Rabat quedó deslucida por la ausencia del rey Mohamed VI, pero ahora ha sido recibido con gran boato en el Palacio Real de la capital marroquí.

Los estudiosos del Magreb suelen advertir de que, para España, las relaciones con Marruecos y Argelia equivalen generalmente a un juego de suma cero, en el que las ganancias de un jugador se equilibran al final con las pérdidas de otro. Este puede haber sido el caso.

La decisión de acercarse a Marruecos y cambiar la política sobre el Sáhara provocó un encontronazo con Argelia, que retiró a su embajador en 2022 y puso en riesgo las relaciones comerciales, aunque mantuvo el suministro directo de gas natural. La exportación de gas lleva décadas jugando un papel esencial en la relación bilateral entre España y Argelia. Casi el 30% del gas consumido en 2023 procedió del país norteafricano, el único productor desde donde llega combustible por un gasoducto: el resto de las importaciones son en buques.

Tras las pasadas elecciones generales en España, Argelia reculó y ordenó el retorno de su embajador en Madrid el pasado diciembre, mientras enviaba señales de reconciliación con la reanudación de enlaces aéreos y de las compras de alimentos en España.

Albares había organizado un viaje a Argel la semana pasada para escenificar esa normalización, pero tuvo que posponerlo “por motivos de agenda argelinos” en el último momento, según Exteriores, cuando los periodistas que iban a acompañarle ya tenían las maletas listas. El equipo del ministro no concretó los detalles de la repentina suspensión. Aún no hay fecha para la visita.

Argelia alberga en su territorio, en la zona suroccidental de Tinduf, los campamentos de refugiados saharauis controlados por el independentista Frente Polisario. En 2019, antes de la pandemia, España exportó bienes a Argelia por valor de 2.906 millones, pero en 2022 dicha cifra se redujo a poco más de un tercio: 1.010 millones.

España había argumentado en las últimas semanas que su posición sobre el Sáhara Occidental había quedado fijada por las intervenciones del presidente del Gobierno ante la Asamblea General de la ONU. El cambio fue sutil y agradó a Argelia, que interpretó que España volvía al punto de partida. Sánchez defendió para el Sáhara “una solución política mutuamente aceptable y en el marco de la Carta de las Naciones Unidas y de las resoluciones del Consejo de Seguridad” de la ONU, sin mencionar el plan marroquí de autonomía.

Ahora, en Marruecos, Sánchez ha remachado, sin citarlo expresamente, el nuevo mantra de su Gobierno: que la propuesta de Rabat presentada en 2007 para integrar al Sáhara en su territorio con un cierto autogobierno es “la base más seria, creíble y realista”.

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