Pedro Sánchez ocupa todo el espacio
El Gobierno vuelve a dominar la agenda. El viaje a Israel fue polémico, pero La Moncloa cree que el presidente conecta con una mayoría de españoles. Los ministros empiezan a desplegar planes. Con Podemos fuera, el ambiente en la coalición es de calma. La oposición se reorganiza
El Gobierno ha pasado tres meses muy duros. Hasta el último minuto, hasta que Junts mandó un mensaje tras el discurso de Pedro Sánchez en el que usó palabras clave pactadas como “negociación”, y no “diálogo”, la investidura no estaba cerrada. Durante todo ese tiempo, el Ejecutivo ha estado a la defensiva. ...
El Gobierno ha pasado tres meses muy duros. Hasta el último minuto, hasta que Junts mandó un mensaje tras el discurso de Pedro Sánchez en el que usó palabras clave pactadas como “negociación”, y no “diálogo”, la investidura no estaba cerrada. Durante todo ese tiempo, el Ejecutivo ha estado a la defensiva. La amnistía lo ocupaba todo. El Ejecutivo estaba en silencio para no perjudicar la negociación. La oposición mostraba su músculo con movilizaciones muy potentes en las calles. Pero esta semana, según analizan varios dirigentes del Gobierno y del PSOE, e incluso admiten algunos de la oposición, las cosas han cambiado mucho.
Ha tomado posesión el Ejecutivo, se han conocido los ministros, la coalición ha empezado a andar ―sin Podemos en el Gobierno por primera vez― y Pedro Sánchez ha hecho su primer viaje, a Israel, con una fuerte polémica por el conflicto diplomático que ha desatado Benjamín Netanyahu al acusar al primer ministro español y al belga, Alexander de Croo, de “dar apoyo al terrorismo” de Hamás por sus críticas a los bombardeos indiscriminados sobre la población civil. Después de tres meses de negociación y silencio, que dio todo el margen a la oposición en su ofensiva contra la amnistía, Sánchez y su equipo han vuelto a ocupar todo el espacio, objetivo principal de cualquier Gobierno.
Mientras, la oposición se concentra en reorganizarse, en especial el PP, con los cambios en su cúpula. En algunos sectores del PP están convencidos de que la legislatura será corta, y, por tanto, creen que Alberto Núñez Feijóo debe mantener al máximo la presión. La idea es que la mayoría es tan frágil que no aguantará, y entonces llegará la segunda oportunidad para el PP, que ve cómo en todo el mundo parece haber una ola conservadora ―Argentina y Holanda son las últimas muestras― que, sin embargo, en España no ha sido suficiente para sacar a la izquierda del poder.
El PP apuesta a las elecciones europeas de junio como la gran segunda oportunidad de mostrar músculo frente a Sánchez. Pero en La Moncloa manejan un cálculo muy diferente. “Solo hay una cosa más difícil que montar esta investidura, y es desmontarla. Vienen cuatro años de estabilidad y una legislatura mucho más larga de lo que se piensa el PP”, señalan en el entorno del presidente. “Se le va a hacer muy largo a Feijóo, es imposible mantener esa tensión cuatro años, tendrá que pensárselo bien, tiene que alejarse de Vox”, resume un ministro.
El viaje a Israel, que estaba muy pensado como una manera de mostrar que ya hay un Gobierno y con el que Sánchez recupera su perfil internacional y refuerza la idea de que la legislatura va para largo, ha generado de nuevo una gran polémica con la oposición. En Bélgica, la crisis diplomática con Israel, exactamente igual a la española ―el Gobierno de Netanyahu hace la misma acusación de connivencia con los terroristas a Sánchez y De Croo―, ha generado poca polémica mediática o política, con la excepción de algunas críticas de los nacionalistas flamencos del N-VA, que acusan al primer ministro de estar buscando el voto árabe, informa Silvia Ayuso. Pero en España sí ha crecido la polémica y tanto Feijóo como Santiago Abascal, líder de Vox, han cargado con dureza contra el presidente por criticar los bombardeos indiscriminados de Israel y porque Hamás ha hecho un comunicado alabando la “postura audaz” del primer ministro español y del belga.
Apoyados por su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que fue rotundo negando las acusaciones de Israel de connivencia con el terrorismo, Sánchez y su equipo se indignan con el PP, al que acusan de colocarse con los gobiernos extranjeros en cada crisis, ya sea la de Argelia o esta. Pero más allá de esa tensión con el PP, en La Moncloa están convencidos de que Sánchez, al denunciar en Israel, frente a Netanyahu, el “insoportable” número de palestinos muertos ―más de 14.000, más de 5.000 de ellos menores, según las autoridades sanitarias gazatíes―, se coloca donde están la mayoría de los españoles, incluso buena parte de los votantes del PP o de Vox. “La sociedad española siempre ha sido propalestina, también en la derecha. Todos estamos viendo las imágenes cada día, los niños ensangrentados; el presidente ha conectado con eso”, señala un ministro.
Otro recuerda que la posición del PP siempre fue similar a la que ahora defiende Sánchez, y, de hecho, Mariano Rajoy tuvo tensiones importantes con Israel. Tanto es así que en 2014, gobernando el PP con mayoría absoluta, el Congreso aprobó, con los votos del PSOE y el PP, que pactaron el texto, una proposición de ley en la que se decía: “El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a reconocer a Palestina como Estado”. Es José María Aznar, ya fuera del Gobierno, y después Esperanza Aguirre y ahora Isabel Díaz Ayuso, quienes giran hacia una posición del PP mucho más cercana hacia la derecha israelí, ahora en el poder con Netanyahu. De hecho, Feijóo este sábado tuvo que hacer equilibrios, y mientras criticaba a Sánchez por la tensión con Israel, también defendía que se cumpla el derecho humanitario y decía que “el pueblo palestino tiene derecho a vivir en paz”, algo muy similar a lo que dijo el presidente.
Durante el viaje, Sánchez y De Croo se mostraron muy convencidos de que su postura es la que está en el corazón de las sociedades europeas y es la que se acabará imponiendo. Esto es, condena rotunda a Hamás ―la hicieron en cada intervención, y además fueron al kibutz Beeri, epicentro de la masacre del 7 de octubre, y hablaron con supervivientes y con familiares de secuestrados―, pero a la vez crítica a Israel por los bombardeos indiscriminados y por no proteger a los civiles, sobre todo a los niños. “La violencia solo lleva a más violencia, hay que parar el círculo. Este conflicto no tiene una solución militar”, dijeron los dos.
Sánchez y De Croo, que no son de la misma corriente política (el belga es liberal), fueron igual de duros en Rafah, en la frontera de Egipto con Gaza, exigiendo a Israel que busque un alto el fuego definitivo y detenga las muertes de inocentes. Pero también se solidarizaron con los israelíes atacados, y Sánchez dijo que le había emocionado un joven superviviente que había vuelto al kibutz con la intención de reconstruirlo. “Ese joven solo quiere vivir en paz allá donde pertenece”, resumió. A Sánchez, en el avión, se le vio muy convencido de que esta posición es la que quiere la mayoría de la sociedad española y también la europea. En La Moncloa no le dan importancia al comunicado de Hamás, porque Sánchez ha condenado los atentados y lo va a seguir haciendo. Por el contrario, creen que el presidente ha dejado muy clara la posición y es Netanyahu quien ha desbarrado acusándole de estar con los terroristas.
El Ejecutivo multiplicará ahora su agenda política y económica, confiado en poder cambiar la conversación del monotema de la amnistía. Aún se hablará mucho, y más esta semana, en la que está previsto que se vean en Ginebra por primera vez Santos Cerdán (PSOE) y Carles Puigdemont (Junts) con el verificador internacional. Pero la agenda de un Gobierno que ya está en plenas funciones empezará a competir con el tema que más interesa a la oposición. Este domingo Sánchez interviene en un acto en Madrid de homenaje a los militantes y las casas del pueblo, en el que también intervendrá el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Y esta semana, en la que Felipe VI inaugurará la legislatura con un acto solemne, empezará la negociación con la patronal para el aumento del salario mínimo de 2024, que encabezará el equipo de Yolanda Díaz, y habrá despliegue de inversiones con la inauguración de la variante de Pajares con el Rey y Sánchez, además de Óscar Puente, el nuevo ministro, uno de los pararrayos que el presidente ha situado para que no pase como la anterior legislatura, cuando todos los dardos iban contra él. El principal escudo lo hará Félix Bolaños, hombre fuerte del Gobierno, pero también estarán para esa tarea la portavoz, Pilar Alegría, y otros.
El primer Consejo de Ministros demostró además que, sin Podemos en el Ejecutivo, las cosas van a ser diferentes. El ambiente cambió mucho, señalan algunos veteranos. La coalición ha hecho votos para evitar la bronca permanente y dar las batallas políticas, que las habrá y fuertes, de manera interna. Todo empieza a recolocarse tras meses de respiración contenida ante el riesgo de repetición electoral. La pregunta decisiva para ver las estrategias de todos ―¿durará la legislatura?― no tiene aún respuesta fácil. Pero todos los movimientos de Sánchez parecen pensados para dar una contestación rotunda: esto va para largo.
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