Aragonès no rompe nada en el Senado

Las posiciones del presidente catalán dejan claro que la negociación con ERC avanza

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, este jueves en el Senado.Claudio Álvarez

Una negociación tan delicada como la que está dirigiendo Pedro Sánchez para la investidura es un campo de minas permanente. En cualquier momento puede estallar todo. Y lo que más riesgo entraña son las intervenciones públicas. Por eso, el presidente ha ordenado silencio absoluto a todo el PSOE, incluidos los presidentes autonómicos que no han acudido este jueves al Senado a lo que para el Gobierno es una especie de gran mitin del PP. Cada vez que hay alguna intervención relevante de un dirigente independentista, el PSOE teme que pueda romperse todo. Y por eso, ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Una negociación tan delicada como la que está dirigiendo Pedro Sánchez para la investidura es un campo de minas permanente. En cualquier momento puede estallar todo. Y lo que más riesgo entraña son las intervenciones públicas. Por eso, el presidente ha ordenado silencio absoluto a todo el PSOE, incluidos los presidentes autonómicos que no han acudido este jueves al Senado a lo que para el Gobierno es una especie de gran mitin del PP. Cada vez que hay alguna intervención relevante de un dirigente independentista, el PSOE teme que pueda romperse todo. Y por eso, nada más escuchar a Pere Aragonès en el Senado, los socialistas respiraron aliviados: el president no viajó a Madrid a romper nada.

Con el PP en pleno delante, y los independentistas mirándole desde Cataluña, el riesgo era que el discurso de Aragonès se convirtiera en una gran reivindicación del procés, en un gran “lo volveremos a hacer” que podría complicar las negociaciones. Pero no fue eso. Aragonès mantuvo las posiciones clásicas del secesionismo, como era de esperar ―ERC ha sido independentista desde su fundación en 1931―, y reivindicó el referéndum de autodeterminación. Pero la clave está en los matices: dijo que esa consulta tendría que ser pactada, como el referéndum escocés de 2014, lo cual supone una renuncia implícita a la unilateralidad. Y defendió que los catalanes tendrán que votar, la gran reclamación histórica del independentismo, pero habló de votar sobre “un acuerdo”, que es lo que se pactó en 2020 entre el PSOE y ERC para la anterior investidura de Sánchez; esto es, una “consulta” sobre los “posibles acuerdos” de la mesa de diálogo que ahora ERC quiere revitalizar.

Si Junts asumiera este tipo de posiciones, el acuerdo para la investidura ya estaría prácticamente hecho. ERC exige al PSOE un compromiso de revitalizar la mesa de negociación con el Gobierno sobre el encaje territorial de Cataluña. Para el partido de Oriol Junqueras es fundamental que el pacto no se quede solo en la amnistía. “La amnistía es imprescindible para devolver a la política un conflicto que es político, pero es un punto de partida, no de llegada”, insiste Aragonès. Y esa es la idea central de la negociación de ERC: lograr la amnistía, el traspaso completo de la red ferroviaria de Cercanías y un paquete de inversiones, y también recuperar la mesa para buscar una salida al conflicto político. Todo esto es asumible para el PSOE. Lo que no pueden asumir los socialistas es la resolución que promovió ERC y pactó con Junts a finales de septiembre, que señalaba que no habría investidura si no se garantizaban las condiciones para un referéndum. Ahí Pedro Sánchez y Salvador Illa mandaron parar. Y la negociación con ERC se recondujo, hasta el punto de que, el pasado día 11, el presidente llamó a Junqueras después de más de seis años sin una conversación larga.

La aparición de Aragonès en el Senado no rompió nada. Parece más pensada para consumo interno del independentismo y como forma de reforzar la presencia de un president que se desdibuja en cuanto recupera protagonismo su líder, Junqueras, que es quien realmente lleva las negociaciones y últimamente multiplica su presencia en Madrid. Aragonès es president porque Junqueras no podía presentarse por la pena de inhabilitación que sigue pesando sobre él tras la condena por su papel en el procés y el indulto parcial de junio de 2021. Si la amnistía le permite al líder volver a primera línea, Aragonès tendrá que dejar paso. Aunque aún no está nada claro, depende de los recursos que haya contra la amnistía que Junqueras y Puigdemont lleguen realmente a poder presentarse a las próximas elecciones autonómicas catalanas, sobre todo si son en 2024 ―como máximo llegarían en marzo de 2025―. El discurso sí sirvió para mostrar que la negociación, al menos con ERC, no está atascada ni parece imposible.

Un problema llamado Junts

El problema, por tanto, está más bien en Junts, que además de la amnistía, algo ya asumido absolutamente por el PSOE, exige otras cuestiones mucho más difíciles de digerir, como un “mecanismo de verificación”, esto es, algo como el mediador que ya rompió las negociaciones con los independentistas en febrero de 2019 y llevó a las elecciones de abril de ese año. Pero, sobre todo, la dificultad está en una cuestión de fondo: Junts de momento no ha dado ese salto de ERC de renunciar implícitamente a la unilateralidad y hablar solo de referéndum pactado, y dejar, por tanto, de “reivindicar la legitimidad del 1 de octubre”, como suele decir Carles Puigdemont.

Aun así, y en medio de un enorme secretismo en las negociaciones, en el Senado se vivió de nuevo la sensación ―extendida no solo entre socialistas e independentistas, sino también entre los presidentes autonómicos del PP y dirigentes de este grupo consultados― de que habrá investidura aunque sea difícil cerrar el pacto. Quedan pocas semanas para desvelar el misterio, pero de momento la negociación superó otro hito delicado, y Aragonès, como antes Puigdemont o Junqueras, no rompió nada en una aparición pública con muchos riesgos para un intento de pacto que vive permanentemente en el alambre.

Más información

Archivado En