Teodoro Obiang contrató en Madrid a 15 detectives para espiar a los opositores secuestrados
El director de Seguridad de Presidencia de Guinea Ecuatorial pagó 35.000 euros por el trabajo, según un informe de la Policía
El Gobierno de Guinea Ecuatorial contrató a 15 despachos de detectives privados en Madrid para espiar a los miembros de la oposición al régimen de Teodoro Obiang Nguema que un año después fueron secuestrados y torturados en una cárcel de la antigua colonia española, según un informe confidencial de la Comisaría General de Información de la Policía al que ha tenido acceso EL PAÍS. La investigación policial ha id...
El Gobierno de Guinea Ecuatorial contrató a 15 despachos de detectives privados en Madrid para espiar a los miembros de la oposición al régimen de Teodoro Obiang Nguema que un año después fueron secuestrados y torturados en una cárcel de la antigua colonia española, según un informe confidencial de la Comisaría General de Información de la Policía al que ha tenido acceso EL PAÍS. La investigación policial ha identificado a Filemón Ndong Molo, actual director general de Seguridad Presidencial, como la persona que hizo el encargo a una agencia de detectives de Pozuelo de Alarcón (Madrid) y abonó 35.000 euros de adelanto en billetes de 500 euros.
El espionaje se inició en mayo de 2018, duró hasta octubre de ese año y consistió en labores de localización, vigilancia, seguimiento y grabación sobre los opositores ecuatoguineanos Martín Obiang Ondo Mbasogo, Bienvenido Ndong Ondo, y Rubén Clemente Nguema Engonga Avomo, residentes en Madrid. Los detectives filmaron sus reuniones con destacados opositores que viajaron desde otras ciudades y países europeos. Un año después de estos seguimientos, los dos primeros fueron engañados para viajar a Sudán del Sur, secuestrados, trasladados a una prisión guineana, torturados, juzgados y condenados a 90 años de prisión por un supuesto golpe de Estado.
La dueña de una agencia de detectives madrileña recibió, en abril de 2018, una llamada desde Londres de la secretaria de un exmiembro de la policía británica anunciándole que un cliente que residía en el extranjero necesitaba un servicio en España. El enigmático cliente telefoneó a la agencia española desde distintos números, con prefijos de Francia a Israel, y avanzó que necesitaba efectivos para llevar a cabo investigaciones simultáneas a entre tres y ocho objetivos.
Un falso abogado en el Villamagna
El contrato se firmó el 28 de abril en el hotel Villamagna de Madrid. A la reunión, a la que acudieron los dos cotitulares de la agencia de detectives española, se presentó un hombre alto y corpulento de en torno a 50 años. Un tipo que hablaba un perfecto español e iba exquisitamente vestido, según lo han descrito los detectives.
El cliente se identificó como “señor Moro”, dijo ser abogado y representar a una empresa francesa con filial en Guinea Ecuatorial que necesitaba investigar a tres exempleados que vivían en España y podían incurrir en actividades contrarias a los pactos de no competencia. La realidad era bien distinta: Martín Obiang y Rubén Clemente, dos de los objetivos, ejercieron hasta 2017 como magistrados en tribunales de Guinea Ecuatorial y tuvieron que huir de su país por ser considerados enemigos del régimen del dictador.
El falso señor Moro afirmó trabajar para un despacho parisiense de abogados llamado Cabinet Cenedoge 18 Abogados, un bufete que según la policía no existe, y entregó a los detectives supuestos contratos de trabajo de los opositores, fotocopias de sus documentos de identidad, así como información y fotografías de sus domicilios en Madrid. Los detectives recibieron 35.000 euros de provisión de fondos y bautizaron a la operación “Caucho”. El servicio duraría 107 días, incluidos sábados y domingos y festivos, y 14 horas diarias. El objetivo principal: grabar a los objetivos con cámara oculta.
Pero el cliente impuso una condición: él contactaría con la agencia para que le informaran de las pesquisas. Y lo hizo durante semanas mediante correos electrónicos de Protonmail, servicio de correo electrónico con servidores en Suiza. En este país los datos de los usuarios se hallan bajo el amparo de férreas leyes de privacidad. En sus mensajes era el “señor Moro” quien marcaba las prioridades y actividades a investigar. Y a sus correos se enviaron decenas de fotografías, grabaciones e informes de los opositores.
El informe policial remitido al juez Santiago Pedraz asegura que la descripción del misterioso contratante coincide con Filemón Ndong Molo, actual director general de Seguridad Presidencial y jefe directo de Isaac Nguema Endo, responsable de la seguridad presidencial. Nguema está siendo investigado en la Audiencia Nacional por el secuestro y torturas de estos opositores, junto a Carmelo Ovono Obiang, uno de los hijos del presidente (secretario de Estado de la Presidencia) y Nicolás Obama Nchama, (ministro de Estado). Ninguno de los tres altos cargos se ha presentado a declarar y el fiscal Vicente González Mota ha pedido al juez Pedraz que dicte su búsqueda y captura internacional.
Espías al descubierto
La torpeza de varios de los detectives ha facilitado a la policía que se descubra la trama. Bienvenido Ndong, uno de los espiados, interpuso una denuncia en la que afirmaba que “desde hace un mes lleva observando movimientos de personas desconocidas en el entorno de su domicilio, llegando a verlos fotografiando su vivienda”. Esta y otras denuncias de opositores que se sintieron vigilados y fotografiaron la matrícula de uno de los coches de los espías facilitaron a los agentes la pista hasta la agencia principal que contrató a los 14 despachos de detectives privados.
El espionaje encargado por el Gobierno de Guinea Ecuatorial se centró en las reuniones que los tres espiados, fundadores del Movimiento para la Liberación de Guinea Ecuatorial III República (MLGE), mantuvieron con los dirigentes de la Coalición para la Restauración Democrática de Guinea Ecuatorial (CORED), otro grupo opositor en el exilio. Fueron precisamente los líderes de CORED quienes se personaron como acusación particular contra Teodoro Nguema Obiang, hijo del presidente, en el procedimiento del Tribunal Correccional de París donde fue condenado a tres años de cárcel por blanqueo de capitales, malversación y corrupción. El contrato del “señor Moro” con los detectives madrileños tuvo lugar semanas antes de que Solomón Abeso y otros responsables de este movimiento viajaran a Madrid para reunirse con los espiados.
El “señor Moro” se comprometió a viajar a Madrid para firmar el contrato, liquidar gastos y estampar su rúbrica en las facturas, pero, según el testimonio de los detectives, una vez recibido el material desapareció. “Se considera evidente su conexión con el régimen de Guinea Ecuatorial, entre otras razones porque utilizó el nombre de Genedoge (Centro Nacional de Emisión de Documentos Oficiales de Guinea Ecuatorial). Detrás del nombre del señor Moro se encuentra realmente Filemón Ndong Molo, director general de Seguridad de Guinea Ecuatorial y responsable y director de uno de los querellados”. afirma el informe. La Policía ha acreditado viajes de este alto cargo de la seguridad guineana a Madrid en los que se alojó en el hotel Villamagna, el mismo donde el “señor Moro” contrató a los detectives.
La investigación policial solo ha podido constatar “una mínima parte” de las actividades de espionaje, ya que los agentes únicamente han podido examinar cuatro de los quince informes que elaboraron las agencias de detectives. La ley que regula esta actividad obliga a conservar durante tres años el material obtenido y los interrogados aseguran haberlo destruido. El informe recoge los números de registro de seguridad privada de cada detective y omite sus identidades. La Policía cree que se trata de un caso de contratación fraudulenta y afirma que los detectives desconocían el verdadero objetivo del espionaje.
Para la Comisaría General de Información este espionaje es “sin duda el inicio” del plan que un año después condujo al secuestro y torturas de cuatro de estos opositores, dos de ellos españoles. Uno de ellos, Julio Obama, de 61 años, falleció el pasado mes de enero sin que todavía se hayan aclarado las circunstancias de su muerte.
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