El PP y los andalucistas remueven los cimientos del 28-F

Desde que llegó a la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno ha seguido los mismos pasos de sus antecesores: envolverse en la bandera de la comunidad, exhibir un andalucismo de andar por casa y confrontar con el Gobierno central

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, y el expresidente del Partido Andalucista, Alejandro Rojas-Marcos, durante la presentación del libro 'Historia del Partido Andalucista', en el Museo de la Autonomía de la comunidad, en Coria del Río (Sevilla), en octubre.Joaquin Corchero (Europa Press)
Sevilla -

Después de muerto, el Partido Andalucista (PA) está más vivo que nunca. Sus dirigentes, con Alejandro Rojas-Marcos a la cabeza, decidieron en 2015 disolver el partido y darle un entierro digno para que sus siglas no fueran usadas políticamente por nadie. Pero ocho años después, los andalucistas emergen de nuevo de la mano del Partido Popular, ayuno de referentes autonómicos en una comunidad donde la palabra autonomía está asociada al PSOE de Andalucía y ...

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Después de muerto, el Partido Andalucista (PA) está más vivo que nunca. Sus dirigentes, con Alejandro Rojas-Marcos a la cabeza, decidieron en 2015 disolver el partido y darle un entierro digno para que sus siglas no fueran usadas políticamente por nadie. Pero ocho años después, los andalucistas emergen de nuevo de la mano del Partido Popular, ayuno de referentes autonómicos en una comunidad donde la palabra autonomía está asociada al PSOE de Andalucía y al que fuera su primer presidente electo, el socialista Rafael Escuredo. Y esto es lo que se quiere revertir.

Desde que llegó a la presidencia de la Junta de Andalucía, tras las elecciones de diciembre de 2018, Juan Manuel Moreno ha seguido los mismos pasos de sus antecesores: envolverse en la bandera de la comunidad, exhibir un andalucismo de andar por casa (él lo califica de “moderado” e “integrador”) y confrontar con el Gobierno central. En víspera del 43º aniversario del referéndum del 28 de febrero de 1980, por el que Andalucía accedió a su autogobierno pleno por la vía rápida prevista en la Constitución, el PP y los andalucistas cuestionan el protagonismo indudable de los socialistas en la historia autonómica, a los que acusan de repartir “carnés de andalucismo en función de sus propios intereses”, según el secretario general popular, Antonio Repullo.

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Rojas-Marcos va más allá. En nombre de lo que él denomina “víctimas andalucistas”, pidió la semana pasada “al presidente Juanma” que desmonte “la gran mentira histórica” maquinada, en su opinión, por el PSOE sobre la conquista de la autonomía andaluza, de la que se descolgaron UCD y Alianza Popular al pedir la abstención en la consulta.

Los andalucistas fueron parte de la solución al gravísimo problema político que se produjo tras el referéndum del 28-F (se perdió, pero se ganó en los despachos donde hubo mucha trastienda política), pero en la memoria quedó la “traición” del PA ―entonces Partido Socialista de Andalucía― por apoyar la moción de confianza del Gobierno de UCD presidido por Adolfo Suárez, ya en estado comatoso, y con un PSOE de Felipe González a las puertas de su primera victoria electoral. Los socialistas, con Escuredo al frente, capitalizaron el movimiento del 28-F que supuso el fin de la UCD y el ocaso del PA. En las primeras elecciones autonómicas de 1982, el PSOE sacó 66 diputados; el PA, solo tres. Los socialistas lo han recordado estos días para no avivar una polémica que consideran alienta el PP. Escuredo, en su cuenta de Twitter, ha contestado a Rojas-Marcos sin citarlo: “Judas se vendió por unas monedas de plata. Desde entonces la vergüenza por los siglos le acompaña”; “la vejez es difícilmente transitable cuando el rencor del fracaso anida en tu corazón”. El expresidente andaluz, que cobra un sueldo público como miembro del Consejo Consultivo de Andalucía, ha pedido a los suyos “velar para que nadie cambie, modifique o se invente la historia” para evitar “ser borrados”.

Una de las primeras decisiones que tomó Moreno al llegar a San Telmo fue cambiar el logotipo de la Junta de Andalucía, asociado a los casi 37 años de gobiernos socialistas. También creó, dentro de las distinciones que se conceden el día de la comunidad, la medalla Manuel Clavero Arévalo, al que él llama “padre de la Andalucía moderna”, por la dimisión de quien fue ministro de Suárez por estar en desacuerdo con las condiciones leoninas del referéndum del 28-F; y el pasado año declaró el 4 de diciembre como el Día de la Bandera de Andalucía. Esta fue otra petición de Rojas-Marcos que Moreno celebró por todo lo alto en el palacio de San Telmo, donde se escuchó que las manifestaciones multitudinarias celebradas el 4 de diciembre de 1977 “no tuvieron ideología”, cuando fue todo lo contrario. Se reclamaba “libertad, amnistía y Estatuto de Autonomía” y también se coreaba: “Emigrantes, aquí”, “Paro no; trabajo, sí”, “Evasiones, no; inversiones, en la región”

Moreno hábilmente aprovechó la única rendija que los socialistas dejaron al descubierto. El PSOE en su larga etapa de gobierno nunca quiso darle un reconocimiento oficial al 4-D, como reivindican los andalucistas y las formaciones de izquierda. Y a este rincón del espacio político, Moreno también se arrima para intentar decolorar al PSOE. El grupo popular, con mayoría absoluta, apoyó en noviembre por primera vez la desclasificación del expediente del asesinato de Manuel José García Caparrós en la manifestación por la autonomía celebrada en Málaga en 1977, una iniciativa defendida por Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía. A este partido, que se declara como “el único de obediencia andaluza”, no solo le da aire, también recursos públicos. El PP decidió en solitario un cambio de las subvenciones parlamentarias para beneficiarle con 50.000 euros.

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