ETA siempre vuelve cuando el PP vislumbra éxito electoral

Los populares blandieron el terrorismo con Felipe González, Zapatero y Rubalcaba. El presidente del PP atribuye más éxitos a Bildu con Sánchez que en plena violencia terrorista

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo (de espaldas) habla en un acto del PP, en presencia de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y del PP Regional, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.Olmo Calvo

Las controversias más ásperas entre el PSOE y el PP han quedado grabadas para la historia, grande y pequeña. El terrorismo fue blandido por los populares, siempre en vísperas electorales, y coincidiendo con etapas en las que la demoscopia y la realidad social apuntaban a una sustitución de mayorías favorables para el partido conservador. El terrorismo, como argumento electoral, se utilizó contra Felipe González en el durísimo trienio 1993-1996, que desembocó en su derrota; desapareció durante los gobiernos de José María Aznar como ingrediente de la lucha política y volvió con los gobiernos de ...

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Las controversias más ásperas entre el PSOE y el PP han quedado grabadas para la historia, grande y pequeña. El terrorismo fue blandido por los populares, siempre en vísperas electorales, y coincidiendo con etapas en las que la demoscopia y la realidad social apuntaban a una sustitución de mayorías favorables para el partido conservador. El terrorismo, como argumento electoral, se utilizó contra Felipe González en el durísimo trienio 1993-1996, que desembocó en su derrota; desapareció durante los gobiernos de José María Aznar como ingrediente de la lucha política y volvió con los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, con Alfredo Pérez Rubalcaba en la vicepresidencia y al frente del Ministerio del Interior. Ahora, con Pedro Sánchez, vuelve el terrorismo como arma arrojadiza. “Sánchez ha hecho más por Bildu que lo que consiguió en los años de violencia”. Afirmación de Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP. Madrid, 26 de noviembre de 2022. Acto junto a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Los pactos con Bildu son el pecado original de Pedro Sánchez, tal como le recuerda el PP todos los días desde hace tres años. También, con ERC. Los reproches por sus auténticos socios de coalición, Unidas Podemos van por derroteros diferentes a los de los grupos independentistas de izquierda, vasco y catalán. El PNV está exento del ataque del PP.

El estruendo de esta semana en sede parlamentaria, por la brutalidad argumental de Vox contra la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha puesto el foco en el grupo ultra. Pasadas las horas, el PP tenía que afinar el discurso que iba a desgranar el sábado en Madrid, víspera de la concentración del partido de la ultraderecha en la plaza de Colón de Madrid. La armonía imprescindible entre el líder popular, Alberto Núñez Feijóo y la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sobresalió en el evento. No hay necesidad de agitar las calles ni colocarse en pancartas junto a Vox. Esta decisión del PP, sentida e interiorizada, nada de fotos con competidores, es del todo compatible en coincidir, compartir y competir por banderas comunes, aunque no las ondeen juntos. El pasado se hace presente en todos los líderes del PP en la oposición cuando utilizan el terrorismo y ponen más que en duda la firmeza democrática, la historia y el sufrimiento propio de los socialistas en la lucha contra ETA, recuerdan dirigentes de distintas épocas. No ayuda que el líder de la organización independentista vasca sea Arnaldo Otegi por su pasado vinculado a la organización terrorista, reconocen interlocutores socialistas. Aun así, el PSOE de 2022 reclama que se pongan sobre la mesa los contenidos legislativos de los acuerdos con EH Bildu y su portavoz parlamentaria, Mertxe Aizpurua. No es el qué, sino el con quién, reconocen en el PP.

El rigor no ha sido nunca necesario para atribuir a los gobiernos socialistas cesiones a los terroristas. La transferencia de tráfico a Navarra y, por tanto, que la Policía Foral se haga de esa competencia en sustitución de la Guardia Civil, pospuesta hace veinte años por los sucesivos gobiernos, ha sido el asidero para Feijóo. Bildu ha conseguido más que las organizaciones anteriores, con matices diferenciales importantes, en estos tres años que en plena vida de ETA. Díaz Ayuso afirma que con tal transferencia la Guardia Civil será expulsada de Navarra, “una reivindicación de ETA”. Tal transferencia se fija en la máxima ley navarra, la ley del Amejoramiento del Fuero, amparada por la Constitución. La banda terrorista despreció y atacó las leyes autonómicas y forales; para ETA era o independencia o nada, al no reconocer la legalidad democrática que emanó de la Constitución.

La vuelta a esgrimir el espantajo de ETA, como se hizo con José Luis Rodríguez Zapatero, evoca la defensa de Felipe González. “José Luis Rodríguez Zapatero ha hecho más contra ETA que Aznar y Mayor Oreja”. Corría mayo de 2011 y el primer presidente socialista de la democracia arropaba a Zapatero, atacado con fuerza por los intentos de tregua con la banda terrorista, fallidos, como había ocurrido con todos los presidentes hasta que, finalmente, en octubre de ese año, la banda terrorista anunció el abandono de la violencia para siempre y sin condiciones. Se cumplió y la pesadilla del terror terminó. En 2018, vino la formalidad necesaria de comunicar su disolución.

A los dirigentes del PSOE de hoy no les ha sorprendido del todo que el PP vuelva a hablar de ETA, al socaire de Bildu, al tener en sus filas a compañeros que continúan activos y vivieron esa misma estrategia. El actual portavoz parlamentario, Patxi López, es uno de ellos. Entre dirigentes territoriales, sin embargo, se resaltan muchas dudas sobre la eficacia electoral de arremeter contra “Sánchez y sus barones”, como señala Feijóo, por ETA. También por la unidad de España, que Sánchez pone en peligro, además de “arrodillar a los españoles” ante los “bilduetarras”. En el PSOE quieren creer que las preocupaciones de los españoles están en otros asuntos, graves, y nada fáciles para el Gobierno.

De momento, Feijóo sigue en la búsqueda de la orientación más adecuada, sin apartarse de las banderas de Ayuso ni de Vox.

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