El PSOE y su dilema eterno de cómo tratar a Yolanda Díaz
El primer impulso de los socialistas es salir a rechazar muchas ideas de Unidas Podemos, pero Sánchez lo tiene claro: necesitan que a la vicepresidenta le vaya bien. Él evita cualquier crítica
Casi todo huele ya a elecciones en la política española. Y eso que queda muchísimo para que lleguen. Cada movimiento de un barón autonómico, de un alcalde, de un ministro, de los líderes, se ve en esa clave. Los ministros socialistas están muy pendientes de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que con frecuencia sorprende a todos con un movimiento inesp...
Casi todo huele ya a elecciones en la política española. Y eso que queda muchísimo para que lleguen. Cada movimiento de un barón autonómico, de un alcalde, de un ministro, de los líderes, se ve en esa clave. Los ministros socialistas están muy pendientes de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que con frecuencia sorprende a todos con un movimiento inesperado, como el de la propuesta de pactar topes en los precios de los alimentos básicos. El primer impulso es salir a confrontar con ella. Es lo que hicieron en ese asunto Luis Planas, ministro de Agricultura, y Margarita Robles, de Defensa. Pero enseguida se produce una reflexión en la cúpula del PSOE y del Gobierno. “Lo que te pide el cuerpo muchas veces es salir a decir que esa propuesta no va a ninguna parte. Pero luego piensas un poco y no hay discusión. El PSOE necesita que a Yolanda Díaz le vaya muy bien en las elecciones. Si ese espacio se hunde, gobernará la derecha”, resume una ministra socialista.
Pedro Sánchez, que habla con Díaz con frecuencia y suele resolver los choques con los ministros socialistas, fue clarísimo en la entrevista en TVE el martes, donde apoyó sin matices hasta tres veces a la vicepresidenta segunda en todos sus planteamientos, incluido el de la llamada a la patronal para que suba los salarios, que también había sido contestado por algunos de sus ministros: “Lo que creo que se debe hacer es una apelación, como está haciendo la vicepresidenta Yolanda Díaz, a la responsabilidad compartida” de las grandes distribuidoras. Sánchez también dijo que Díaz es “la gran protagonista de una reforma laboral que ha tenido un impacto muy positivo”. Su intención era muy evidente.
La orden de La Moncloa es muy clara: hay que cuidar a Díaz y al Gobierno. Sánchez traslada a todo su entorno que terminará la legislatura en coalición e irá a las elecciones con la idea de repetirla. Será una batalla entre dos alianzas posibles: la del PSOE y “el espacio de Yolanda Díaz”, como suele decir el presidente, y la de PP y Vox. Algunos barones socialistas consultados coinciden en esta línea: para casi todos es clave que Unidas Podemos tenga un buen resultado para evitar que el bloque de derechas sume mayoría absoluta en las autonomías y los ayuntamientos. Aunque hay mucha preocupación en los socialistas por las batallas internas entre los partidos a su izquierda. “Estamos haciendo nosotros más por Sumar que muchos de Podemos”, señala otro ministro.
En este contexto, este arranque del curso político es decisivo para marcar el rumbo de la coalición en su último año de legislatura. La negociación de los Presupuestos, la tercera a la que se enfrentan, se traduce en reuniones casi todos los días, o al menos intercambio de papeles. Unidas Podemos dice que está bloqueada. Y además, hay varios frentes abiertos en asuntos decisivos, como el gasto en Defensa, el desbloqueo de la ley de vivienda y la de seguridad ciudadana, la subida del salario mínimo o la enmienda del PSOE a la norma que protege a los animales, que pueden condicionar la negociación. Es un clásico ya del mes de septiembre. La coalición arranca con mucha tensión, y el acuerdo de Presupuestos a finales de mes despejaría el panorama.
El aumento del gasto en Defensa comprometido por Sánchez en el marco de la cumbre de la OTAN es el asunto más delicado. Pero la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y los negociadores de Unidas Podemos —Josep Vendrell y Nacho Álvarez— están buscando fórmulas para que ese aumento “no compita” con otras partidas, esto es, que no suponga bajar de otro lado, y además se destine sobre todo a salarios de militares. La discusión de fondo está en la fiscalidad —el PSOE asume que habrá algún cambio este año, probablemente en sociedades, pero Unidas Podemos quiere ir más lejos y vuelve a plantear el impuesto a las grandes fortunas— y en algunas ayudas. Unidas Podemos tiene un hito: una prestación universal por crianza (100 euros por cada hijo). También reclama la ampliación de los permisos de maternidad y paternidad; nuevas inversiones para dependencia y en el plan corresponsables de Igualdad, para el cuidado de menores de 14 años.
Los socialistas están preparados para consolidar en los Presupuestos el giro progresista dado por Sánchez en el debate del estado de la nación, que Unidas Podemos ha aplaudido, pero quieren que sus socios suavicen sus posiciones, especialmente en asuntos como vivienda, donde el PSOE se queja de que han reabierto una negociación cerrada con 60 enmiendas nuevas. UP recuerda que pueden convencerles a ellos, pero sin ERC no hay ley. Para que entren, el PSOE tendrá que ir más lejos. UP reclama tres cosas: que la regulación afecte en las zonas tensionadas a todos los propietarios, la prohibición de los desahucios de familias vulnerables sin que haya alternativa habitacional y que se incluyan todas las viviendas de la Sareb, conocido como banco malo, en el parque público en alquiler.
Lo mismo pasa con la ley mordaza ―reforma de la ley de seguridad ciudadana― que lleva mucho tiempo encallada en el trámite parlamentario. Uno de los principales escollos para lograr un acuerdo es la exigencia de varios grupos parlamentarios de prohibir el uso de las pelotas de goma como material antidisturbios.
Este curso, el Gobierno también incrementará el salario mínimo. A diferencia de años anteriores y con la inflación en cifras históricas, nadie en el Ejecutivo duda de la necesidad del aumento, pero la batalla se centrará en la cuantía de la subida. El comité de expertos convocado por Trabajo tiene hasta noviembre para trasladar su cálculo. Después, Díaz dirigirá las negociaciones.
En el capítulo de frentes abiertos, otro de los últimos desencuentros se produce por la enmienda del PSOE a la Ley de Bienestar Animal para que la norma se aplique solo a los animales de compañía. Podemos rechaza de plano la iniciativa porque cree que desvirtúa una ley que tiene por objetivo proteger a los animales frente al maltrato, “se dediquen a lo que se dediquen”, y no oculta cierta “sorpresa” e “indignación” por reabrir un debate cerrado hace más de un año. El texto estuvo meses guardado en un cajón antes de su aprobación en el Consejo de Ministros. “Esa ley se ha trabajado más de un año en el Ministerio de Derechos Sociales y es fruto de un consenso en el seno del Gobierno y mayoritario de la sociedad española”, subrayó el lunes la portavoz de Podemos, María Teresa Pérez. “Estamos seguros de que, aunque el PSOE reciba presiones, no está a favor de que se entierre a un cachorro en cal viva o que se cuelgue un galgo (…) No sé con quién van a pretender pactar su enmienda”, consideró. Sin embargo, los socialistas tienen aquí una presión muy fuerte de varios barones de las autonomías donde más implantada está la caza. Muchos se han quejado a La Moncloa de que esta norma, tal como ha llegado a las zonas rurales, está produciendo un gran desgaste para el PSOE, que tiene ahí mucho peso.
Como cada septiembre, todo parece patas arriba. Pero cuando se baja a hablar con los protagonistas, prácticamente todos dan por hecho que Sánchez y Díaz sacarán adelante sus terceros Presupuestos, algo que parecía impensable hace pocos meses. Y así, resuelta la tensión interna, ambos podrán concentrarse en el verdadero peligro para la coalición: el ascenso del bloque de derechas, que puede arrebatarles el poder en 2023.