Sánchez se enfrenta a un clamor a derecha e izquierda para que actúe ya ante las protestas
El presidente, azuzado en el Congreso por socios y oposición, insiste en aplazar las medidas para frenar la escalada de precios hasta que Europa decida
Nunca en toda la legislatura el Gobierno se había visto tan acosado desde todos los frentes. Llegó un momento en la sesión de control al Ejecutivo de este miércoles en el Congreso que los discursos, vinieran de donde viniesen, sonaban prácticamente igual. Sobre la ola de protestas sociales ante los precios disparados, no hubo mucha diferencia entre escuchar a Cuca Gamarra (PP), a Íñigo Errejón (Más País) o a Iván Espinosa de los Monteros (Vox). ...
Nunca en toda la legislatura el Gobierno se había visto tan acosado desde todos los frentes. Llegó un momento en la sesión de control al Ejecutivo de este miércoles en el Congreso que los discursos, vinieran de donde viniesen, sonaban prácticamente igual. Sobre la ola de protestas sociales ante los precios disparados, no hubo mucha diferencia entre escuchar a Cuca Gamarra (PP), a Íñigo Errejón (Más País) o a Iván Espinosa de los Monteros (Vox). Sobre los acuerdos con Marruecos, casi se podían haber intercambiado las intervenciones de la popular Valentina Martínez y del izquierdista abertzale Jon Iñarritu. En medio de ese clamor, Pedro Sánchez pasó de puntillas. Todos le pidieron actuar ya y el presidente volvió a argumentar que la solución está en Europa. Su único anuncio fue más bien la formulación de una esperanza: que esta semana se alcance un acuerdo con los transportistas.
Las imágenes que dibujaban las palabras de los distintos portavoces eran las de las carreteras colapsadas, los barcos pesqueros languideciendo en sus amarres o los anaqueles de los supermercados en riesgo de vaciarse. Y el presidente contestaba con sus gestiones europeas, con el esfuerzo de todo el continente para acoger a los refugiados ucranios, con las medidas que ha ido tomando a lo largo de los meses o con sus ofertas de un gran pacto político para consensuar la respuesta a la crisis. “Son ustedes absolutamente insensibles”, lo desafió Gamarra. La réplica de Sánchez consistió en meter el dedo en la llaga de los conflictos internos del PP y vaticinar que su futuro líder, Alberto Núñez Feijóo, correrá la misma suerte que el caído Pablo Casado.
La pregunta que reverberó durante hora y media en el hemiciclo fue la misma, ya estuviera dirigida al presidente o a sus ministros, ya proviniera de la izquierda, del PP, de Vox o de Ciudadanos: ¿qué está haciendo el Gobierno? Sánchez recurrió a un abanico de verbos en sus respuestas. A Gamarra le contestó que “trabajar en Europa”. A Gabriel Rufián, de ERC, le dijo que “hablar”. Y a Errejón, que “dialogar”. El presidente echó por delante las circunstancias “extraordinariamente complejas” que le ha tocado afrontar a este Gobierno, ahora la “guerra de Putin”, como antes la pandemia o el volcán de La Palma, menciones que levantaron murmullos en los escaños del PP.
Rufián ejerció más que nunca su papel de conciencia crítica de la izquierda. De tal modo que hasta despertó gestos de aprobación en la bancada de Vox cuando lanzó a modo de confesión: “A la izquierda no nos entiende nadie, hablamos de temas que no le interesan a nadie. A la gente le interesa que la luz ha subido un 80%, el butano un 33%...”
El portavoz de ERC había arrancado con una pregunta dirigida a los escaños del Gobierno –”¿no están hartos de decir que viene la ultraderecha?”- para luego culparlos de que “un señor como Abascal que no ha trabajado en su vida se ponga al frente de la manifestación de la clase trabajadora”. De nuevo el presidente recurrió a la estocada defensiva y acusó a Rufián de ser él quien “alimenta a la ultraderecha” por no reconocer las medidas progresistas del Gobierno.
Vox, efectivamente, persistió en su estrategia de presentarse como portavoz de la frustración popular y gran paladín de sus reivindicaciones. “Ustedes han perdido las calles”, se jactó Macarena Olona ante la “ministra comunista” Yolanda Díaz. Su compañero Espinosa de los Monteros pronunció un discurso contra la desigualdad que dejó sorprendida a la vicepresidenta primera, Nadia Calviño. “¡Si ustedes han votado en contra de todas las medidas por la igualdad!”, le contestó Calviño perpleja.
Todos pedían al Gobierno que actúe ya, pero en un sentido diferente. El PP, que baje impuestos, frente a lo que varios miembros del Ejecutivo opusieron que ni siquiera colectivos como los transportistas creen que esa medida tenga un efecto inmediato. Por el contrario, Rufián y Errejón le exigieron que tome medidas para frenar los beneficios de las eléctricas. “¿Está crisis quién la va a pagar?”, preguntó el líder de Más País. “Daremos una respuesta lo más equitativa posible”, prometió el presidente.
Aunque las preguntas al presidente iban por otro lado, ninguno de los tres portavoces que lo interpelaron -Gamarra, Rufián y Errejón- dejó de hacer alusiones a la nueva posición española sobre el Sáhara. Sánchez las ignoró olímpicamente. No pudo hacerlo el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, quien defendió al mismo tiempo que no ha habido ningún giro diplomático y que el Gobierno ha decidido pasar “de espectador a actor” en un conflicto enquistado desde hace 46 años.
En ese fuego cruzado de derecha e izquierda, el socio minoritario del Gobierno permaneció como espectador. Hasta que le tocó intervenir a la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, quien reiteró su oposición a aumentar el gasto militar, como sí defiende la parte socialista, se unió a las voces que habían pedido un impuesto especial a las eléctricas y acuñó un lema: “Más medidas y menos tanques”.