Nuevos caminos para el legado artesano
La exposición Castilla-La Mancha Diseña, parte de Madrid Design Festival 2024, pone en valor el trabajo de los jóvenes de la región que recuperan técnicas como la alfarería, la cerámica o la cestería desde una perspectiva contemporánea.
A veces, la respuesta a las inquietudes del presente está en el pasado. El trabajo manual, llevado a cabo con cuidado y esmero, parecía cada vez más arrinconado en una época de producción en masa y creación de bienes con una vida muy limitada. Sin embargo, la artesanía está cada vez más valorada. La singularidad de objetos que son únicos en sus imperfecciones, que tienen una historia detrás y que retoman las técnicas que han pasado de generación en generación durante siglos seducen a un público que busca un entorno que se salga de lo común, así como objetos más duraderos y personales. Esa tendencia se puede apreciar en la última edición del Madrid Design Festival, en marcha en Madrid hasta el 31 de marzo, en exposiciones como Castilla-La Mancha Diseña, una muestra que resalta el trabajo de jóvenes creadores de la región que toman disciplinas tradicionales para desarrollarlas desde un punto de vista contemporáneo y que son parte de la iniciativas llevadas a cabo por la marca Legado Artesano Castilla-La Mancha.
Técnicas tradicionales como la alfarería viven una nueva vida a través de artesanos como Fran Agudo, que decidió continuar con el legado familiar para adaptarlo a un nuevo contexto. Nacido en Puente del Arzobispo, Toledo, aprendió el oficio a través de su padre. “En mi pueblo hay una tradición de alfarería de varios siglos, toda la gente de mi generación ha tocado en alguna ocasión el barrio”, explica Agudo. Sin embargo, a los 20 años dejó su localidad para trabajar en otro sector. “Me fui porque no había trabajo para mi padre y para mí”. En 2012, su padre falleció, dejando su taller inactivo. “Decidí volver porque necesitaba retomar lo que mi padre me había enseñado. Era una época muy difícil, en plena crisis. Era una locura: cuando mucha gente cerraba sus negocios, yo decidí volver”.
La apuesta de Agudo terminó fructificando gracias a su búsqueda de nuevos contextos para su trabajo. “Empecé en el mercado del souvenir, pero en 2018 el cuerpo me pedía otra cosa y comencé en el mundo de la hostelería y la alta cocina”, cuenta. Así creó De Juan, una marca especializada en vajillas personalizadas para restaurantes. “Cambié la infraestructura de mi fábrica completamente, compré hornos de alta temperatura, aprendí esmaltes… y empecé a trabajar con chefs. Los primeros que confiaron en mí fueron chefs con una estrella Michelin, Carlos Maldonado y Javier Aranda.
Ahora, sus vajillas acompañan las creaciones culinarias de restaurantes como Raíces, del chef Carlos Maldonado, y al mismo tiempo explora otras áreas del diseño con diseñadores como Tomás Alía o Leandro Cano. “Yo he visto en estos años que la gente ha vuelto a apreciar la artesanía y a valorarla”, apunta. “Iniciativas como la estrategia de Artesanía de Castilla-La Mancha, han sido muy importantes. Le han dado un giro a través de la excelencia artesana. Ahora nuestro trabajo forma parte de otros ámbitos, como Madrid Design Festival o Casa Decor, ha evolucionado y se le está dando un enfoque completamente distinto. Esto ha conseguido que se le vuelva a dar el valor que merece la artesanía”, resume.
Nuevas generaciones de artesanos
El legado artesanal también le viene de familia a Juan Manuel Marcilla, un joven mimbrero de 18 años de Lezuza, Albacete. Desde niño, había crecido viendo a su familia trabajar este material. “Cuando salíamos del colegio veníamos al taller a merendar, y me llamaba mucho la atención cómo se creaban piezas muy grandes desde cero. Cuando terminé de estudiar me dije: ‘¿Por qué no pruebo?’ Y descubrí que me gustaba mucho el oficio”, cuenta.
Así, Marcilla entró a formar parte de una empresa familiar que, desde 1960, trabaja el mimbre para crear desde cestería hasta mobiliario. “Una de las piezas que más satisfacción da son los roperos, piezas grandes que empiezas a crear de la nada”, explica, mientras que se plantea nuevas metas en su oficio. “Mi meta personal es llegar a ser maestro artesano, algo que requiere mucha dedicación y creatividad, creando piezas que visualmente sean atractivas y diferentes”.
Él también aprecia un interés creciente del público por técnicas como la que su familia lleva desarrollando durante décadas. “Veo que a la gente le interesa cada vez más ese toque personal, objetivos que haya creado una persona con su propia visión. Nosotros también trabajamos mucho con restaurantes y hoteles, sobre todo en la creación de elementos de diseño e iluminación. “También para marcas como El Corte Inglés, Patou o Loewe”, apunta.
En esta nueva generación de artesanos también se encuentran casos como el de María Lorenzo Camisón, una ceramista de Toledo que descubrió esta disciplina por otras vías distintas a la herencia familiar. “Mi madre había hecho cursos de cerámica, pero nada más”, explica. Ella, en realidad, había elegido otra disciplina artística, la fotografía, hasta que descubrió el placer de trabajar con las manos. “Me atrajo mucho las posibilidades de la cerámica, que te permite desde hacer un jarrón a montar una instalación artística”, apunta. Eso le llevó a “dejarlo todo y a abrir mi propio taller”.
A pesar de que se siente más contemporánea en sus creaciones, la marca de Lorenzo, Alhaja, recoge la herencia de su región y su vinculación con la artesanía. “Alhaja es una palabra que usamos mucho como piropo, decimos ‘eres una alhaja’. Yo respeto mucho esa tradición de la cerámica, en especial siendo de Toledo”, explica. Además de sus propias creaciones, en Alhaja realiza talleres de cerámica, otra muestra del interés que despierta la artesanía. “Creo que la gente que se acerca para aprender aprecia mejor el valor de la artesanía. Ven de primera mano lo complicado que es crear una pieza y las posibilidades que hay”, concluye.