El último grito de la moda: hilo de lana de oveja merina española que haya hecho la trashumancia
Si le preocupa la suerte de la oveja que puso la lana de su abrigo este invierno, siga leyendo. Ecoalf estrena una colección cápsula de fibras regenerativas. Ya no se trata solo de sostenibilidad.
El sonido de la trashumancia es relajante. Casi como un ASMR, esos ruidos que la generación Z usa para dormir. El tañido de los cencerros de las ovejas tiene un sonido uniforme, de baja intensidad, que sugiere la existencia de cierto orden, al menos en algunos ritos ancestrales del hombre y la naturaleza.
Si le quita el sueño la suerte de la oveja trasquilada para obtener la lana de su abrigo de este inv...
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El sonido de la trashumancia es relajante. Casi como un ASMR, esos ruidos que la generación Z usa para dormir. El tañido de los cencerros de las ovejas tiene un sonido uniforme, de baja intensidad, que sugiere la existencia de cierto orden, al menos en algunos ritos ancestrales del hombre y la naturaleza.
Si le quita el sueño la suerte de la oveja trasquilada para obtener la lana de su abrigo de este invierno, el sonido del rebaño de esta comarca de Babia, en León, podría ayudarle a recuperar cierta serenidad. No toda. No vamos a romantizar aquí el oficio de pastor. El que guía este rebaño se llama Nemecio Pérez, tiene 56 años —es pastor desde los 12—, va con tres mastines, hace unos meses se le murió el veterano y ahora educa a una cachorra a la que debe meter en vereda para guiar a las 1.500 ovejas. También es autónomo, una circunstancia nada bucólica. Y esto cuenta Nemecio desde la parte más alta de la montaña donde ha traído a pastar a sus ovejas: “El día que falte yo ya no vendrán para acá las ovejas, y es una pena. Ya no engañas a nadie para trabajar en esto. Llevo cuatro años sin descansar un día”. Pero el pastor tampoco deja que nadie toque su rebaño. “Las mías son las más gordas, las guardo yo”.
Todavía hace calor y las ovejas van livianas, llegarán al invierno con lana. Entre abril y mayo las han aligerado los esquiladores. Otro oficio duro: trabajan encorvados y a veces mueven animales que pesan 15 kilos. Cobran entre 1,20 y 1,80 euros por oveja si la lana es de calidad, si es de desecho la tarifa baja a 0,80 céntimos. Los más diestros llegan a esquilar 100 ovejas diarias.
Hemos llegado aquí con Ecoalf, la marca de moda sostenible fundada en 2009 por Javier Goyeneche. Con un rebaño de ovejas como este han sacado el hilo de su primera colección cápsula de abrigos de lana regenerativa. Un concepto —la regeneración— que va más allá de la sostenibilidad, pues no solo intenta minimizar el impacto de la prenda sobre el medio ambiente, sino que ambiciona que ese impacto sea positivo. El proyecto tiene entre sus objetivos proteger la tradición, los oficios y el modo de vida creado alrededor de la economía de la lana. La trashumancia enriquece la biodiversidad de los caminos y cañadas, pues a su paso las ovejas sueltan las semillas que se les van quedando en el pelo y limpian los campos de modo natural.
Cada abrigo de la colección está tejido a mano, y este reportaje es un ejercicio de transparencia o de trazabilidad, como se dice ahora en la jerga del marketing de la sostenibilidad. Un pecado del que se libra Ecoalf, pues desde sus inicios se propusieron crear piezas de larga vida y mínimo impacto ambiental. Aún no se llamaba sostenibilidad. Nadie los puede acusar ahora de subirse a ese carro. “Existimos desde nuestros inicios para proteger los recursos naturales del planeta creando una marca de estilo de vida sostenible”, sostiene Carol Blázquez, directora de innovación y sostenibilidad de la marca. A ella ya no le gusta el adjetivo sostenible. Le parece vago y abstracto. “Prefiero hablar de impacto ambiental porque es un concepto que se basa en datos, hay unos indicadores de CO2, agua y biodiversidad y se pueden comparar con las otras piezas del mercado”.
“Las cartas están sobre la mesa”, zanja Blázquez. Se refiere a que la ficha del producto recoge toda la información. Si se entra a la web están los datos de trazabilidad e impacto de cada pieza. “Eso genera confianza”, indica. También reconoce que quizá haya mucha gente que no esté interesada en saber tanto. “No todo el mundo leerá el código QR y llegará hasta el fondo de la prenda, pero tenemos la responsabilidad de contarlo”.
Desde 2015 Alberto Díaz, empresario textil, y también actor y director de cine y teatro, lidera el proyecto Made in Slow para proteger los más de 800 años de historia de la trashumancia y todo el tejido industrial que sustenta la economía de la lana. Gracias a sus pesquisas conocemos que estas ovejas que hoy pastan a gusto por los campos de León son los antepasados de las merinas australianas beneficiadas por una sabia selección genética. De la perseverancia de Díaz ha salido una materia prima de alta calidad que compite con la lana de Australia, Nueva Zelanda y Chile y a la que le puso un nombre larguísimo: Hilo de lana de oveja merina española que haya hecho la trashumancia. Con sus hilos trabajan Dior, Loewe, Hermès y ahora Ecoalf.
Díaz descubrió haciendo un documental sobre trashumancia que el 80% de la lana que se producía en España acababa en China. “Mi problema ahora es cómo hacer el hilo sin salir de aquí, apuesto por hacerlo todo cerca, pero hay muy poca industria”, expone. Esquilan en Extremadura, lavaban y peinaban en Béjar, pero ha cerrado la fábrica y se han tenido que ir a Portugal, los hilados los hacen en Cataluña. “Mi intención era producir todo en España, ahora me planteo que al menos sea en la península Ibérica”, cuenta Díaz. Reza para que no cierren las tintorerías en España pues eso lo obligaría a llevarse la lana a Rumania o a Bulgaria. Cada vez más lejos de Nemecio y sus ovejas.