12 joyas naturales en España que merecen una excursión
De la cueva de hielo de Peña Castil, en Asturias, al nacedero del Urederra, en Navarra, pasando por bosques de árboles milenarios en Valencia o profundos cañones en Guadalajara
¿Cansado de recorrer el mundo en busca de lugares únicos y exóticos? Lo cierto es que no hace falta salir de España para ello, pues dentro de sus fronteras esperan centenares de curiosidades naturales esperando a ser descubiertas, fotografiadas y disfrutadas. Estas son solo una muestra, una selección de 12 enclaves dignos de ser los protagonistas de cualquier escapada. Desde una cueva secreta de hielo en Asturias hasta una ...
¿Cansado de recorrer el mundo en busca de lugares únicos y exóticos? Lo cierto es que no hace falta salir de España para ello, pues dentro de sus fronteras esperan centenares de curiosidades naturales esperando a ser descubiertas, fotografiadas y disfrutadas. Estas son solo una muestra, una selección de 12 enclaves dignos de ser los protagonistas de cualquier escapada. Desde una cueva secreta de hielo en Asturias hasta una verdadera ciudad encantada esculpida en un desierto murciano, pasando por bosques de árboles milenarios, geíseres que surgen de repente junto al mar o profundos cañones caprichosos que se abren paso en medio de la meseta.
Cueva de hielo de Peña Castil (Asturias)
Corren unos tiempos extraños en los que es casi imposible mantener un secreto. Hasta hace poco, pueblos asturianos como Sotres y Bulnes custodiaban con firmeza el misterio de una enigmática cueva de hielo. Las redes, internet y la divulgación masiva han acabado por desenterrarlo, pero aún así vale mucho la pena descubrir este lugar. Se trata de la cueva de hielo de Peña Castil, una cúpula escondida bajo la cumbre de la que cuelgan colmillos de hielo e inmemoriales enigmas glaciales. Partiendo y culminando en Pandébano, una ruta circular sumerge al viajero en los colosales perfiles de los Picos de Europa, pone ante sus ojos las oceánicas paredes del Picu Urriellu ―Naranjo de Bulnes―, y lo deposita en esa elegante mole que es peña Castil. La pericia montañera es más que aconsejable.
Los Órganos de La Gomera (Canarias)
Sobre un acantilado imposible del norte de La Gomera, en el archipiélago canario, se alzan estas formaciones rocosas de origen volcánico esculpidas por el mar y el tiempo. Como su nombre sugiere, recuerdan a un enorme órgano de iglesia hecho en basalto que se alza desde las profundidades del océano.
Un paisaje de acantilados verdaderamente extraordinario desplegado en la costa más septentrional de la isla, y al que los embates del Atlántico le han dado su forma actual. Aunque Los Órganos están a solo unos kilómetros al norte de Vallehermoso, su complicada accesibilidad les confiere carácter de aventura, ya que la mejor forma de contemplar sus 200 metros de ancho y 80 de alto es desde el agua o desde el aire. Se puede salir al mar con alguna de las empresa que lo proponen desde Valle Gran Rey o la playa Santiago.
Más información en la guía 1000 ideas para viajar por España de Lonely Planet y en lonelyplanet.es.
El bosque de las Blancas en Rincón de Ademuz (Valencia)
El paisaje bravo y agreste del valle valenciano del Rincón de Ademuz es hogar de un jardín de sabinas monumentales y milenarias, restos vivientes de bosques antiguos, donde se resumen la tradición y la historia de estos pueblos de montaña. Hablamos de gigantes de otros siglos, ya que esta es una tierra de fósiles donde no es extraño encontrar trilobites petrificados. Las treinta sabinas de tamaño monumental que sobreviven (de entre 1.500 y 2.000 años cada una) destacan sobre el resto del bosque por el tamaño y el color blanquecino de la corteza.
Estamos en una zona con vocación de frontera, límite entre antiguos reinos y con pueblos tradicionales de montaña que se aprietan entre el cauce del Alto Turia. Aquí se esconden otros muchos parajes que son un paraíso para senderistas. El acceso al bosque de las sabinas gigantes parte desde Puebla de San Miguel; el pueblo de referencia de la comarca valenciana de Rincón de Ademuz, y es un buen recorrido para encontrar restos fósiles de los primitivos animales marinos.
Los Castillos de Armantes (Zaragoza)
Antiguo escondite de bandoleros, salteadores y otros personajes de los caminos, los solitarios desfiladeros de la sierra de Armantes forman un escenario que parece sacado de un wéstern clásico, con sus impresionantes torreones de arenisca y sus tonos pajizos que se mimetizan con el atardecer. Multitud de pistas permiten perderse por estos valles y collados donde destacan, con su presencia hierática, la Cruz de Armantes o el cerro de la Muñeca.
La sierra de Armantes está muy cerquita de Calatayud, entre los ríos Manubles, Ribota y Jalón, y resulta un paisaje lunar de extraña belleza, con sus llamados castillos, miradores, barrancos y unas impresionantes vistas. Puede disfrutarse mejor en un circuito a pie o en bicicleta (e incluso a caballo). En coche o moto solo se puede llegar hasta el mirador del collado de los Castillos, desde el que contemplar el espectáculo.
Barranco de la Hoz (Guadalajara)
El cañón que ha labrado el río Gallo entre los frondosos bosques del Alto Tajo es uno de los paisajes más emblemáticos de este parque natural, que se encuentra encajado en una apartada esquina de la provincia de Guadalajara. Unos farallones rojizos de conglomerados y areniscas de varios cientos de metros protegen el curso del Gallo, dejando caprichosas formas, entre ellas, algunos tormos espectaculares, como el que se conoce como El Huso. El barranco de la Hoz forma parte del parque natural del Alto Tajo que, a su vez, pertenece al Geoparque Comarca de Molina de Aragón, que protege las originales formaciones de este patrimonio geológico mundial y abarca 70 términos municipales (el más grande, el de Molina).
En medio de un territorio de ambiente medieval, donde hace mucho que se detuvo el tiempo, el barranco de la Hoz es un mundo fantástico de materiales y formas para los apasionados de la geología, la botánica y otras curiosidades de la naturaleza. Está en Corduente, un pequeño pueblo muy cerca de Molina de Aragón, que suele ser la base para llegar hasta este enclave único. En el centro, se coloca la ermita de la virgen y la Casa de la Hoz, excavadas en la misma roca, bajo una gran formación de rocas areniscas y conglomerados. De allí, parten varias rutas para disfrutar del entorno: una recorre el barranco y conecta el Puente de San Pedro con la ermita de Montesinos (37 kilómetros) y otra lleva hasta las Cuevas Labradas, con sus espectaculares pliegues. En cualquier caso, los merenderos a orillas del río Gallo invitan a descansar bajo las sombras frescas del cañón.
El pico Ocejón (Guadalajara)
Su cercanía a la Comunidad de Madrid ha hecho que el pico Ocejón se convierta en una cumbre conocida por muchos aficionados al senderismo y al montañismo. En realidad, está en Guadalajara y es el pico más alto de la provincia (2.046 metros). Hay incluso quien lo llama el “Fujiyama de Guadalajara”, por la forma de su cumbre, a menudo nevada y visible desde muy lejos, pero los lugareños lo conocen como el Padre Ocejón.
Las vistas que se observan desde lo alto son un premio que compensa el esfuerzo de culminar este hermoso laberinto de pizarras y cuarcitas, perdido en las profundas sierras de Ayllón, y que se levanta violento desde las entrañas de la tierra. Se puede subir al pico desde Valverde de los Arroyos o desde Majaelrayo, dos de los míticos pueblos de la arquitectura negra de Guadalajara, que están en su mayoría despoblados pero llenos de encanto. El Ocejón está bañado por las aguas de la chorrera de Despeñalagua, centinela de las ásperas geografías de Ayllón, y las vistas desde su cumbre llegan hasta el Moncayo, la Demanda, Peñalara…
Las Gobas de Laño y Santorkaria (Burgos)
En el condado de Treviño, en Burgos, el valle de Laño ha sido desde siempre un refugio para el misticismo, y aún sigue conservando todo el encanto de los paisajes con alma. Suaves colinas entre bosques de hayas y robles ocultan cuevas excavadas a mano que sirvieron como lugar de reposo de incontables ermitaños. Las Gobas de Laño son uno de los conjuntos de cuevas rupestres más impresionantes de la Península, y han sido utilizadas como refugios, templos, viviendas o enterramientos. Sobre todo, fueron utilizadas en los siglos V y VI por comunidades medievales que se dedicaban a la vida eremita; pero también hay historias que hablan de viejas curanderas o de personajes al margen de la ley.
Hay una ruta de unas tres horas que parte del pueblo de Laño y que recorre unos siete kilómetros para visitar las diferentes cuevas. Se hace imprescindible visitar el santuario rupestre de la época visigoda de Santorkaria, un conjunto de cuevas excavadas en la roca caliza, algunas de ellas con planta basilical, ya que se utilizaron como templos. La excursión alentará la curiosidad por los caminos olvidados y por las creencias más viejas.
El desierto de Tabernas (Almería)
Hay un pequeño sendero (el PR-A-269) en el que es fácil dejarse seducir por el paisaje lunar del desierto más extenso de España y de Europa. Se trata de uno de esos lugares donde parecen resonar los cascos de caballos y esperamos que surja detrás de cualquier esquina un pistolero vengativo. Con sus cautivadores relieves, torreones y chimeneas sospechosas, este paraje ha sido escenario de un gran número de rodajes cinematográficos gracias a su belleza serena, solitaria y gloriosa, dominada por la luz y la arena.
Más allá de su fama cinematográfica, el desierto de Tabernas es un paraje natural, al norte de la ciudad de Almería, entre las sierras de los Filabres y de Alhamilla que la aíslan de la posible humedad que le pudiera llegar desde el cercano Mediterráneo (aquí no llueven ni 250 mililitros al año). A falta de agua, todo son cárcavas, taludes, ramblas y torrenteras; desolación y desierto. Y mucha belleza. Todo un museo al aire libre de formas curiosas, chimeneas de hadas, microcráteres creados por el impacto de gotas de lluvia sobre el desierto... y fósiles, muchos fósiles.
Bufones de Pría (Asturias)
Aquí el mar respira, resopla y abruma. Explosiones de agua surgen de grietas y chimeneas, batidas con toda la fuerza del oleaje asturiano. Los bufones de Pría es un fenómeno singular y único en toda la geografía española que, a pesar de ser un monumento natural bastante visitado, suele pasar desapercibido entre las tantas maravillas del norte peninsular.
Los bufones están en la localidad de Llames de Pría (entre Ribadesella y Llanes), y desde allí hay que caminar por los impresionantes acantilados para llegar a estas chimeneas excavadas por la lluvia en la tierna caliza del acantilado, que conectan la tierra y el mar. El golpe del oleaje en calma contra los acantilados provoca la expulsión del aire comprimido en las galerías, sin embargo, en días de fuerte marejada aire y agua escapan al exterior a gran presión con chorros de agua que alcanzan gran altura. La ruta desde Llames de Pría es de dificultad baja y lleva unas cuatro horas (ida y vuelta).
Peñas de Arcipreste de Hita (Comunidad de Madrid)
Estos caprichos de la naturaleza fueron inmortalizados en su día por el célebre y misterioso Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, en el Libro del buen amor. Estas peñas insólitas de la sierra de Guadarrama, ya declaradas monumento natural allá por el año 1930, pueden ser investigadas por una senda coqueta y ligera, atravesando pinares y llamativas formaciones de granito que afloran desde las entrañas de la tierra rodeadas de hermosos paisajes serranos.
La excursión a las Peñas del Arcipreste es una buena combinación de naturaleza, cultura e historia y puede hacerse incluso con niños, partiendo desde la N-VI, en plena subida al Puerto del León. El punto final es la particular silueta de la Peña a cuyos pies hay una caja, con un ejemplar del Libro del buen amor y cuadernos donde se pueden dejar escritas nuestras impresiones sobre la ruta y el lugar.
Gredas de Bolnuevo (Región de Murcia)
Desde el límite con Almería hasta el Cabo de Palos, la costa de la Región de Murcia resulta de lo más sorprendente, con un perfil quebrado y resguardado por las montañas escarpadas, talladas en lajas de pizarra y calizas, que terminan por morir en un mar transparente. Hay muchos lugares dignos de reseña, pero pocos tan sorprendentes como las Gredas de Bolnuevo, también llamada la Ciudad Encantada, un paraje mágico y curioso, tallado en la arenisca a lo largo de la playa de Bolnuevo, cerca de la localidad de Mazarrón. La roca ha sufrido una intensa erosión que muestra como resultado formas de hongo casi verticales, las llamadas gredas, que fueron declaradas monumento natural en 2019.
Nacedero del Urederra (Navarra)
Estas pozas de la sierra de Urbasa, cerca de Estella, son conocidas por el color turquesa intenso de sus aguas, que casi no parece natural. Pero hay muchos más encantos en la reserva natural del Nacedero del Urederra, además de sus pozas de agua cristalina rodeadas por densos bosques de haya, roble, arces, tejos y avellanos. El Urederra es una surgencia kárstica por la que sale a la superficie el agua recogida por la masa calcárea de Urbasa, y que además de las pozas provoca una cascada de 100 metros de altura. Hay un camino señalizado que parte de Baquedano para subir hasta lo alto, donde surge el agua, en una excursión de un par de horas (ida y vuelta). En verano hay que reservar por internet para acceder a la reserva natural, ya que la entrada está limitada a 500 personas al día.
Toda la sierra de Urbasa es un lugar magnífico para descubrir, con más de 21.000 hectáreas de hayedos sobre una meseta a más de 1.000 metros de altura. Hay merenderos, rutas de senderismo y muchos rincones para sorprendernos. Y en los alrededores del parque, la comarca de Sakana, de arraigadas tradiciones y buena gastronomía, y el valle de Améscoa, famoso por sus senderos y sus quesos.
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