Cuatro nuevos ‘beach clubs’ invitan a festejar en la Costa del Sol
El litoral malagueño cuenta con una amplia oferta de chiringuitos de lujo donde se puede disfrutar del sol, la playa, la piscina, además de cocteles y comida de cinco estrellas, todo en uno
No a todo el mundo le gusta la playa y prefieren otros tipos de ocio. De esta forma, el litoral malagueño ha hecho de la necesidad virtud con una cantera recurrente de beach clubs, lujosos herederos de los chiringuitos. Cada año la Costa del Sol sorprende con nuevas propuestas en constante ebullición con las que sofocar el calor mediante una combinación perfecta de mar, gastronomía, mobiliario playero, pinchadiscos y gracejo local. Animación o dolce far niente.
La sensación de la temporada fue, sin duda, la reapertura, el 15 de julio, de La Cabane, en ...
No a todo el mundo le gusta la playa y prefieren otros tipos de ocio. De esta forma, el litoral malagueño ha hecho de la necesidad virtud con una cantera recurrente de beach clubs, lujosos herederos de los chiringuitos. Cada año la Costa del Sol sorprende con nuevas propuestas en constante ebullición con las que sofocar el calor mediante una combinación perfecta de mar, gastronomía, mobiliario playero, pinchadiscos y gracejo local. Animación o dolce far niente.
La sensación de la temporada fue, sin duda, la reapertura, el 15 de julio, de La Cabane, en Marbella, tocando el cielo de lo exclusivo y superando a los más acreditados beach clubes ibicencos. Sumaremos otros nuevos locales, de menor nivel pero igual de apetecibles, en Torremolinos, Rincón de la Victoria y Benalmádena.
Culto al glamur— La Cabane, Marbella
Con la rehabilitación del beach club La Cabane, en el hotel Los Monteros (en plena remodelación integral), Marbella acaba de integrarse en el mundo lifestyle playero, codeándose con destinos de la talla de Saint-Tropez, Mikonos o Cerdeña. Y ello porque los responsables del diseño y gestión del local, Dani García y el Grupo Mosh, han contado con una colaboradora determinante, la firma italiana Dolce & Gabbana, que ha echado el resto, desde los suntuosos estampados inspirados en la mayólica del pueblo siciliano de Caltagirone, pasando por su tienda pop-up, siguiendo por los uniformes del staff, en un establecimiento que ha generado 120 puestos de trabajo. Salta a la vista el toque exclusivo, desde la utilización de toallas que en la tienda cuestan 600 euros, a recostarse en sofás de 16.000 machacantes. Cabane es el término con que aluden en Francia a las camas balinesas, las mismas que rodean la piscina, tras las palmeras, que tanto juego dan alineadas en primera línea de la playa de Los Monteros.
Detrás de la alta gastronomía se halla el chef marbellí Dani García, con su bagaje de 20 restaurantes en seis países y tres estrellas Michelin. Para La Cabane ha preparado una carta inspirada en la italiana costa de Amalfi, en consonancia con la decoración, en la que resulta irresistible, entre las siete pizzas, la de salmón ahumado y caviar.
La sorpresa surge al pedir el postre —tanto en el restaurante como en la balinesa—, momento en que el camarero acompaña al cliente al Dolci Room, un cuarto que, como por encanto, revela una decoración deslumbrante para los postres ideados por García solo para este local. Entre tanta golosina inspirada en los complementos de Dolce & Gabbana, es imposible que a uno le disguste el tiramisú. El precio del cubierto oscila entre los 150 y los 200 euros.
En la carta líquida se incluye el cóctel Light Blue, basado en cítricos, mientras los pinchadiscos residentes tocan de 11.00 a 21.00, salvo los sábados, que la fiesta se amplía hasta medianoche. Martes y sábados actuarán pinchadiscos internacionales. Y no hay que olvidar que es preciso reservar con varias semanas de adelanto.
Gastronomía al ritmo de baile— Santo Pitote, Torremolinos
En este local, recién abierto en las dependencias del antiguo Mata Mua, decir que resulta sorprendente es una cuestión de literalidad. Santo Pitote supone, sin duda, un divertido escenario en consonancia con la playa de Los Álamos, apartada de la vorágine urbanística (lo que pasa en Los Álamos se queda en Los Álamos) y de fácil aparcamiento. Su ambiente rezuma ese divertido aire canalla que destila Torremolinos, epicentro del mundillo LGTBIQ+ en la costa de Málaga. Pero ese enfoque lúdico-festivo, alentado por el propietario, Luis Ballesteros, no empaña su apuesta gastronómica, con una carta extensísima para lo que se estila en los restaurantes playeros y cuyo equipo de cocina realizó un stage con el castellonense Luis Arrufat, especialista en arroces del Basque Culinary Center. Cómo, entonces, no van a gozar de gran predicamento el arroz de presa ibérica y foie, o el de carabineros.
Además, su cocina ahonda en platos frescos, ya sean ensaladas o poké hawaiano, acordes con un día placentero junto al mar. Como contrapunto líquido, escarbando en la carta de vinos, está El Novio Perfecto, un blanco afrutado muy del gusto femenino. De los cócteles, con o sin alcohol, se encarga, en el centro de la terraza, el bartender malagueño Juan Martín, creador del cóctel de la casa, elaborado con mezcal, lima y jugos de piña y de Calamansi; no obstante, lo más popular son los mojitos con mango cultivado en la Axarquía malagueña.
A partir del edificio principal se extiende el sector de hamacas, camas y sombrillas balinesas, que el equipo de camareros atiende desde la hora del desayuno, a partir de las 10.00. Por su parte, los pinchadiscos caldean el ambiente de lunes a jueves, a partir de las tres de la tarde.
“La sorpresa diaria es nuestra religión” constituye el lema del Santo Pitote. De ahí que los viernes, sábados y domingos al mediodía, la aparición de bailarinas sobre zancos de vértigo produzcan un efecto contagioso entre la clientela, que olvida por un momento la comida y baila acompasadamente entre risas. A partir de las 18.00, se enlaza con una divertida fiesta de bailoteo bajo la batuta de los pinchadiscos, hasta las 2.00. Los jueves por la noche, además, hay pequeños shows que amenizan la cena. Lo más recomendable para llegar es tomar en la autovía MA-20 la salida Parador de Golf.
Con caja fuerte y regadera— Zorro Callao, Rincón de la Victoria
Al oriente de la capital malagueña, la costa de la Axarquía, en cuanto a locales playeros, juega en una digna segunda división con respecto al occidente de la Costa del Sol, con Marbella y Estepona en todo lo alto. Pero con una rotación de tentadores escenarios que han dado que hablar y para bien. Es el caso del flamante beach club del hotel Fay Victoria Beach, en Rincón de la Victoria, cuyo eslogan fascina por su convicción: “Nos quedamos con tu verano.”
Lo novedoso del Zorro Callao viene por su jocoso ambiente, en una playa con escasa arena, atendida por camareros formales a la par que informales. El hecho de contar la pérgola de madera y techo de paja con tan solo 12 mesas incita de alguna manera a que el público coma sosegadamente en su hamaca, equipada con sombrilla, cajita fuerte, percha y mesa accesoria. Quienes reservan las tumbonas atacan el calor con el toldo y con un atributo del que carecen el resto de clubes de playa: una regadera metálica vintage con la que remojarse los pies. Las camas, por su parte, disponen de mesa, sombrilla y canastas para guardar la ropa. Todo el día suena el sugerente chill deep house, al tiempo que muchas bañistas se acercan por la tarde al espejo para realizarse selfis para el salvapantallas.
De las cuatro paellas que ofrece el lugar, destaca la de tartar de gambón, pulpo y sobrasada mallorquina, tras divertidos entrantes, como la ensaladilla rusa al pilpil o los chicharrones de Cádiz. Entre los combinados y la coctelería no puede faltar la sangría de cava. Zorro Callao aplica dos turnos de comidas —a las 13.30 y a las 15.30— y, posiblemente por influencia del hotel al que pertenece, echa el cierre a las 22.00.
Esperando el ‘chupito time’— Malibú Pool Bar, Benalmádena
Conocíamos desde hace 12 años el Malibú Beach Bar, para los amantes del terraceo dominando el mar, semiescondido y disfrutado por un público familiar y heterogéneo, con sus budas de pie y sus shishas (cachimbas). El caso es que acaba de abrir, al otro lado de la carretera, enfrente del Trocadero Benalmádena, el Malibú Pool Bar, un reducto de público joven, pero adulto, vista la prohibición de acceso a los menores de edad.
El tono exótico y desenfadado lo empieza a dar, a la entrada, el mural del grafitero gallego Nesui. Después, los veinteañeros se congregan alrededor de la piscina infinita de agua salada, con el mar al fondo (y la carretera de por medio), y una palmera a modo de ínsula. Al ser un recinto reducido, eso sí, con camas balinesas, hamacas y sofás servidos por camareros, conviene reservar.
Lo mismo que la música, la comida está a tono con la clientela: costillas de cerdo, sándwich Club, ensaladas, pizzas... todo regado con margaritas de tequila José Cuervo y mojitos degustados con verdadera fruición. Para quien lo desee, hay shishas, además de billar y futbolín. Abre de 11.00 a 3.00 y la piscina solo hasta las 20.00.
Los martes y viernes, entre 16.00 y 20.00, es el tiempo de los pinchadiscos que animan el tardeo: dos pool party semanales en las que vomita la máquina de pompas de jabón y llega el chupito time por cortesía de la casa. En la fiesta del viernes pincha techouse la argentina Dj Dacil.
Suscríbete aquí a la newsletter de El Viajero y encuentra inspiración para tus próximos viajes en nuestras cuentas de Facebook, Twitter e Instagram.