24 horas en Manzanares el Real entre laberínticas montañas y castillos de granito
Visita a la fortaleza medieval mejor conservada de la región madrileña, senderismo y escalada en los riscos de la Pedriza y observación de aves acuáticas en el embalse de Santillana
En lo alto de Manzanares el Real (Comunidad de Madrid), el precioso castillo que Juan Guas construyó para los Mendoza, una de las familias que más mandaban en Castilla durante la Baja Edad Media. Delante, el embalse de Santillana, donde el recién nacido río Manzanares finge un dulce mar, sobre todo al anochecer, cuando vienen a dormir miles de gaviotas reidoras y sombrías procedentes de los vertederos de Madrid. Detrás, la Pedriza, un laberinto de granito donde el más madrileño de los ríos nace rodeado de cabras monteses, senderista...
En lo alto de Manzanares el Real (Comunidad de Madrid), el precioso castillo que Juan Guas construyó para los Mendoza, una de las familias que más mandaban en Castilla durante la Baja Edad Media. Delante, el embalse de Santillana, donde el recién nacido río Manzanares finge un dulce mar, sobre todo al anochecer, cuando vienen a dormir miles de gaviotas reidoras y sombrías procedentes de los vertederos de Madrid. Detrás, la Pedriza, un laberinto de granito donde el más madrileño de los ríos nace rodeado de cabras monteses, senderistas, escaladores y peñas fabulosas: el Elefantito, el Pájaro, la Bota, la Cara, el Cáliz, la Maza, el Yelmo… Estos escenarios, y muchos más, se pueden descubrir en una escapada de un día a esta localidad a unos 50 kilómetros al norte de la capital.
8.30 Sendas de la Pedriza
Para explorar a fondo la Pedriza se necesitarían no 24 horas, ni 24 días, sino 24 años. Tan intrincado es este formidable pedregal. Conviene madrugar, porque al parque natural solo pueden entrar 270 vehículos diarios y enseguida cierran la barrera de acceso. Un truco para evitar madrugones y colas es olvidarse del coche y salir caminando desde la misma villa de Manzanares el Real.
Siguiendo la senda Maeso, señalizada con trazos blancos y amarillos, subiremos en dos horas y media hasta el Yelmo (1), el peñasco más reconocible de la Pedriza, que es como un gigantesco casco medieval. En la web de Manzanares el Real se describen con detalle esta y otras rutas a pie por el parque. Si, además de andar, se quiere hacer fotos óptimas, contactaremos con Dani Sanz, fotógrafo profesional y guía de montaña. Y si en vez de caminar preferimos trepar, haremos un bautismo de escalada con de la mano de la empresa Wanka.
11.00 El castillo de los Mendoza
Hora de visitar el castillo (2). O los castillos, porque en realidad son dos: el nuevo, la fortaleza palaciega que preside la población desde finales del siglo XV, y el viejo, con cuyas piedras se hizo el anterior y del que apenas queda nada, salvo el raigón que se ve saliendo hacia Cerceda, nada más cruzar el puente medieval sobre el río Manzanares.
Del primero gusta, lo que más, el Paseador de Juan Guas, una logia de arcos rebajados, con tracerías dobles ojivales y lobuladas, que es una de las galerías más plácidas y hermosas del gótico isabelino, un mirador donde uno no se cansa de otear el embalse de Santillana (3) y, a naciente, la mole piramidal del cerro de San Pedro, al que algunos llaman, entre veras y burlas, el “Kilimanjaro madrileño”, por su parecido con el gigante tanzano, a escala 1:4. Del segundo castillo, el poético recuerdo del marqués de Santillana, que aquí vivió y se inspiró para escribir una de sus famosas serranillas: “Por todos estos pinares / nin en el Val de la Gamella, / non vi serrana más bella / que Menga de Mançanares”.
12.30 Mercado de artesanía
Bajando del castillo nuevo al viejo, se pasa por la plaza del Pueblo (4), donde el primer fin de semana de mes se celebra un mercado de artesanía. Tres compras recomendadas: los grabados de monumentos locales de Paz Algora (609 05 33 59), la miel cruda Tía Pili (627 97 66 93), cosechada en las vecindades de la Pedriza, y las artísticas camisetas y tablas de skate de Tito Castro.
A dos pasos de la plaza están la oficina de turismo y la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves (5), obra también de Juan Guas, en cuyo jardín, antiguo camposanto, hay varias estelas discoideas, señal de que algunos de los primeros repobladores cristianos de Manzanares provenían del norte peninsular, del País Vasco o Navarra, donde estas son abundantísimas.
14.30 Comida con vistas
En Canto Cochino, la plaza mayor de la Pedriza, está Casa Torrero (6), un quiosco ideal para comer pollo asado después de hacer una ruta a pie o escalar alguno de los muchos riscos que se ven. Rincón del Alba (918 53 96 80) (7) es otro restaurante con magníficas vistas al embalse de Santillana. Pero no es barato. Lógico, porque su especialidad es el pescado. Si somos más de carne, iremos a Los Morales (8), donde la cocinan a la brasa, al pie del castillo nuevo. Y si nos gusta que nos sorprendan, a La Variable (9): ensalada vietnamita, bifana de rabo de toro, bacalao al Douro… No existe nada parecido en la sierra madrileña. En Parra (918 53 95 77) (10), en cambio, no hay sorpresas: es un mesón de toda la vida con platos de siempre. Muy ricas, las alcachofas con jamón.
16.00 Paseo por la orilla del embalse
Para bajar la comida, nada como un paseo digestivo por la calle de la Paz (la del cementerio) (11) y por su prolongación, una carretera cortada al tráfico que bordea la cola y la orilla meridional del embalse de Santillana hasta llegar a la puerta cerrada de una finca privada. En una hora, sin parar, se puede hacer el camino de ida y vuelta, de unos cuatro kilómetros. Pero siempre es buena idea tardar el doble o el triple y detenerse una y otra vez a contemplar la multitud de aves que pululan en las aguas represadas del río Manzanares: ánades, somormujos, cigüeñuelas, gaviotas, garzas…, y algún que otro buitre leonado en lo alto. Además, se aprecia en la orilla contraria una foto difícil de olvidar: el castillo nuevo recortándose como una roca más sobre el fondo de la Pedriza, “escombrera de castillos de mano de Dios” (así la llamó Unamuno) que el sol cada vez más bajo hace de oro y las aguas del embalse duplican como un espejo.
21.00 La Casa de la Cascada
En la misma calle de la Paz, al lado del cementerio, hay un lugar perfecto para cenar y prolongar la noche: el restaurante 13-58 (609 07 94 84) (12), con terraza chill out y discoteca. Tampoco es mal sitio para acabar el día la fábrica de cerveza artesana La Pedriza (918 52 70 78) (13), donde hacen una Altbier adictiva, sirven platos para compartir (hummus, croquetas de boletus, cochinita…) y organizan conciertos. Luego, a tres minutos a pie, aguardan las literas del Hostel La Pedriza (14). “Naturaleza y buen rollo” es el lema de este albergue frecuentado por los escaladores y senderistas que hormiguean en la zona, y también por los peregrinos que siguen el Camino de Santiago de Madrid, el cual pasa por aquí.
Si las habitaciones compartidas no convencen y se desea una privacidad total, cueste lo que cueste, hay en Manzanares el Real dos alojamientos de alquiler íntegro que destacan por su tranquilidad y su arquitectura, respectivamente: la casa de retiro y salud Magic Home (644 00 95 88) (15) y La Casa de la Cascada (629 70 46 76) (16). Esta última, inspirada en la famosa vivienda homónima diseñada por el reconocido arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright, se alza junto a un lago y un salto de agua que forma el arroyo de Santillana, afluente del Manzanares.
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