Desabróchense los cinturones: 2020 es el año de la lasaña

El diario neoyorquino 'The Wall Street Journal' anunciaba que este año el plato italiano iba a ser omnipresente en los menús de los restaurantes de la ciudad

Los expertos han hablado: la lasaña será la tendencia culinaria de 2020.

Los señores de The Wall Street Journal han decidido que este año usted va a comer toneladas de lasaña. Algo sabrán que los demás ignoramos, o algo querrán decirnos, y seguramente, cuando nos demos cuenta ya será demasiado tarde para vender. En un artículo publicado hace unos días, el rotativo neoyorquino anunciaba que este plato italiano iba a ser omnipresente en los menús de los restaurantes de la ciudad durante 2020. Y ya saben que lo que pasa en Nueva York aún se...

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Los señores de The Wall Street Journal han decidido que este año usted va a comer toneladas de lasaña. Algo sabrán que los demás ignoramos, o algo querrán decirnos, y seguramente, cuando nos demos cuenta ya será demasiado tarde para vender. En un artículo publicado hace unos días, el rotativo neoyorquino anunciaba que este plato italiano iba a ser omnipresente en los menús de los restaurantes de la ciudad durante 2020. Y ya saben que lo que pasa en Nueva York aún se transmite al resto del mundo supuestamente civilizado.

Inmediatamente, blogs gastronómicos de todo pelaje se han apresurado a tratar de descifrar cómo algo del pelaje de la lasaña puede convertirse en tendencia culinaria. En cierto modo, la lasaña podría ser la paella de los italianos: se les hace todo a esas capas de pasta levantadas con ambición y se le sigue llamando lasaña, aunque contenga kale, quínoa o incluso atún. Si cree que los canelones de atún son una barbaridad, intente a probar una lasaña de atún. Es algo así como alimento de piso de estudiantes, pero no tiene ni la coartada de ser fácil de hacer.

"La lasaña podría ser la paella de los italianos: se les hace todo a esas capas de pasta levantadas con ambición y se le sigue llamando lasaña, aunque contenga kale, quínoa o incluso atún"

La lasaña requiere tanta paciencia en su elaboración como más tarde requerirá en su digestión. “Es un plato bastante problemático de ingerir antes de practicar sexo”, apuntaba la periodista Hannah Gold en The Cut, en una pieza harto escéptica con las posibilidades de este plato de convertirse en algo interesante y apetecible para alguien que no tiene resaca o acaba de terminar una etapa del camino de Santiago y en el bar en el que ha ido a parar se han acabado el raxo, el lacón y el chorizo.

Como es menester en todas estas alertas de tendencia, tanto The Wall Street Journal como sus seguidores han contactado con chefs de cierto renombre y credenciales creativas para que nos den dos cosas inevitables para sostener que algo como la lasaña puede ser guái: obviedades ligadas a la tradición e insensateces enroscadas en la modernidad. “Todo sabe mejor cuando al probarlo notas el sabor del tiempo y el amor empleados en su elaboración. Mi lasaña favorita siempre contiene capas de pasta fresca”, informaba al medio especializado en gastronomía italiana en EE. UU. La Cucina Italiana, Andrew Whitney, chef ejecutivo de Dell’anima, restaurante sito en Nueva York. Otro cocinero de la ciudad, Laurent Tourondel se ponía proustiano en el mismo artículo y recordaba: “Para mí, la lasaña es el sabor de mi niñez en casa de la abuela”. Algunas lasañas de menú son el recuerdo de la niñez en un orfanato, pero bueno cada uno... A renglón seguido justificaba la supuesta tendencia argumentando que ya era hora de que esta receta dejara de ser solo ‘confort food’ y animaba a otros chefs a experimentar con este plato, acaso la más primigenia forma en que la gastronomía se ha acercado a la arquitectura. Luego han venido miles de emplatados figurativos, pero todo empezó con la lasaña. Incluso el fundador de la cadena de hamburgueserías Shake Shack, Danny Meyer, ha informado de que en su Union Square Cafe, la lasaña la piden mucho.

Avisados quedan todos aquellos que viajen a Nueva York, sobre todo, los que lo hacen durante la semana de la moda. Hay lasaña con coles de Bruselas e incluso una hecha con capas de pasta de crepe sustituyendo la pasta (puedes sustituir la pasta con lo que quieras menos con berenjenas, pues entonces haces moussaka y esa tendencia ya pasó). En fin, hay lasañas para casi todos los gustos y apetitos, y eso que aún no ha calado al otro lado del Atlántico lo de cascarle bechamel.

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