Columna

Quién gana en política

En el cine o en la política, “sangre, sudor y lágrimas” siempre ha inspirado más que “pan y circo”

Manifestación en Westminster, Londres, a favor del Brexit. EFE

¿Qué debe brindar un político a sus votantes: “Pan y circo” o, lo contrario, “sangre, sudor y lágrimas”? ¿Es el político un vendedor o un predicador?

Uno de los tópicos de la política es que ganan quienes prometen más. En su versión más cínica y popular, la democracia representativa es el salvaje Oeste y los partidos, mercaderes de brebajes milagrosos. En su formulación más atildada y académica, se nos dice que los candidatos seducen a los votantes con atractivos paquetes de servicios y prestaciones públicas.

Pero, si nos fijamos en las corrientes electorales de fondo, la democra...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

¿Qué debe brindar un político a sus votantes: “Pan y circo” o, lo contrario, “sangre, sudor y lágrimas”? ¿Es el político un vendedor o un predicador?

Más información

Uno de los tópicos de la política es que ganan quienes prometen más. En su versión más cínica y popular, la democracia representativa es el salvaje Oeste y los partidos, mercaderes de brebajes milagrosos. En su formulación más atildada y académica, se nos dice que los candidatos seducen a los votantes con atractivos paquetes de servicios y prestaciones públicas.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Pero, si nos fijamos en las corrientes electorales de fondo, la democracia está dejando de ser un intercambio de votos por beneficios tangibles. En todo Occidente se están consolidando dos movimientos, uno a cada lado del espectro ideológico, que hacen exactamente lo opuesto. No ofrecen favores. Demandan sacrificios a los votantes. Son los verdes y los nacionalpopulistas.

A diferencia de otros partidos de la extensa familia progresista, los verdes no prometen un bienestar inmediato. Piden subidas de impuestos a las industrias y consumidores contaminantes. Apretarse el cinturón ahora por un futuro mejor, y no tanto para los electores de hoy como para sus descendientes. Los verdes no invocan el cálculo racional del votante, sino su conciencia ética. Pues los resultados positivos de medidas como la eliminación de los combustibles fósiles nos pillarán ya a todos fosilizados.

Sin embargo, el discurso verde triunfa porque apela a algo más poderoso que la prosperidad material: un ideal. En este caso, el sueño de una comunidad pacífica, sostenible y respetuosa con el medio ambiente.

Algo similar proponen los nacionalpopulistas: sacrificios individuales y concretos en pos de una gloria colectiva y vaga. Los nacionalistas son más exitosos cuando exigen más esfuerzos por la patria. Es el caso del mayor haraquiri económico de nuestro tiempo, el Brexit, abrazado sistemática y fervorosamente por los electores británicos desde 2016. Según las encuestas, cuatro de cada diez partidarios del Brexit consideraban que perder su puesto de trabajo (o el de familiares cercanos) sería un “precio razonable a pagar” por salir de la UE.

Nacionalpopulistas y verdes, no ganan a pesar de, sino gracias al alto coste de su voto. Porque, en el cine o en la política, “sangre, sudor y lágrimas” siempre ha inspirado más que “pan y circo”. @VictorLapuente

Archivado En