Columna

Lo preferible y lo detestable

No es fácil saber cuál es el propósito del presidente en funciones, más allá de permanecer en el poder

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, este jueves en Bruselas.Jean Catuffe (Getty Images)

En el asombroso mundo de Pedro Sánchez, la forma de garantizar la estabilidad del país a corto plazo consiste en llegar a un acuerdo con una fuerza política cuyo objetivo a largo plazo es desmontar el Estado. No es fácil saber cuál es el propósito del presidente en funciones, más allá de permanecer en el poder, pero parece que su idea del largo plazo puede llegar aproximadamente de aquí hasta el martes.

Esquerra, en cambio, sí tiene un objetivo: ensanchar la base independentista hasta alcanzar una mayoría que permita la secesión. Tiene la capacidad de marcar los tiempos, de dar un apoyo...

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En el asombroso mundo de Pedro Sánchez, la forma de garantizar la estabilidad del país a corto plazo consiste en llegar a un acuerdo con una fuerza política cuyo objetivo a largo plazo es desmontar el Estado. No es fácil saber cuál es el propósito del presidente en funciones, más allá de permanecer en el poder, pero parece que su idea del largo plazo puede llegar aproximadamente de aquí hasta el martes.

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Esquerra, en cambio, sí tiene un objetivo: ensanchar la base independentista hasta alcanzar una mayoría que permita la secesión. Tiene la capacidad de marcar los tiempos, de dar un apoyo a cambio de casi nada para pedirlo casi todo más tarde. Puede modificar los marcos poco a poco, para normalizar lo excepcional, borrar las distinciones y gripar los mecanismos institucionales. De la Corona a los jueces, se trata de desautorizar al Estado. El léxico con el que plantea las condiciones recuerda a la teoría del cuento y el iceberg de Hemingway: el diálogo con Cataluña significa silenciar a la parte de Cataluña que tiene las opiniones equivocadas, activar la vía política implica clausurar las demás, el diálogo entre iguales señala que unas autonomías son más iguales que otras. Son frases donde lo que es cierto es obvio y lo que no es obvio no es cierto: hay un conflicto político, como dice ahora el Gobierno, pero no solo eso, que es lo que insinúa el sintagma.

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Esquerra tiene el peligro de la sobrepuja con otras fuerzas independentistas y un historial de errores estratégicos. Y le puede afectar la velocidad de la política española, que se ha acelerado sin que quede claro si va hacia alguna parte. Sabe, como el PSOE sabe de Esquerra, que la traición mutua es lo único seguro de este acuerdo. A fin de cuentas, Sánchez es sobre todo una percha: te dejará colgado.

Parece improbable, por la trayectoria del partido y su situación actual, además de la falta de interés que ha manifestado Sánchez, pero Ciudadanos podría arriesgarse a evitar que Esquerra decida. Es un sapo difícil de tragar: por la volubilidad narcisista de Sánchez, por la presencia de UP, porque la doctrina del mal menor es también ceder a un chantaje de Sánchez, porque la decisión puede tener un gravísimo peaje electoral: el rey Lear prefería a sus hijas que no lo querían a la lealtad de Cordelia. Pero esperar a que fracase Sánchez también es arriesgado para todos. Nunca es la lucha del bien contra el mal, decía Aron, sino entre lo preferible y lo detestable. @gascondaniel

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