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Mujeres contra el fuego

Los programas de prevención de riesgos en los asentamientos de refugiados de Líbano cuentan con mayoría femenina. Ellas, más acostumbradas a quedarse en el hogar, siempre están en guardia

Suenan las sirenas a primera hora de la mañana en uno de los múltiples asentamientos informales para refugiados de Zahle, localidad de Líbano próxima a la frontera oriental con Siria. El ensordecedor aullido avisa de que se ha producido un incendio, y los vecinos salen ordenadamente de sus viviendas. Sus expresiones son relajadas y el paso, apresurado pero seguro. No hay nada que temer: es un simulacro organizado por la Cruz Roja libanesa dentro de las prácticas que imparten sobre prevención ante desastres entre la población siria refugiada en este país oriental.Lola Hierro
Líbano acoge a 1,2 millones de refugiados, un 20% de la población del país, y un 20% de ellos reside en lo que se llama ITS, las siglas en inglés de “asentamiento temporal informal”. La diferencia estriba en que el Estado no se ocupa de ellos, son terrenos privados donde se permite que residan los huidos de la guerra en Siria, generalmente a cambio de un alquiler. Esto es así porque Líbano, paradójicamente, no ha firmado el Estatuto de los Refugiados, así que no gestiona campos. No obstante, el Gobierno y agencias de la ONU pusieron en marcha desde los primeros años de la crisis un plan de respuesta para atender a la población refugiada y a la libanesa más vulnerable y también la Unión Europea aporta fondos. Una de las ramas de estas labores de asistencia humanitaria es la prevención ante desastres como inundaciones o incendios. El Fondo Madad de la UE ha desembolsado 53 millones de euros desde 2016 para asistir a 800.000 personas en distintos países de acogida, 218.000 solo en Líbano.Lola Hierro
En este asentamiento de Zahle residen 745 personas de las que 270 son niños. Sus casas, por llamarlas de alguna manera, son construcciones precarias realizadas con materiales no duraderos como lonas, chapa… El Gobierno libanés, en un intento por favorecer el retorno a Siria, no permite la construcción de viviendas permanentes, pese a que la guerra en el país vecino va por su noveno año, muchos de sus refugiados llevan todo ese tiempo residiendo en el país y no tienen esperanza de regresar. En concreto, este asentamiento se empezó a habitar hace cuatro. Moussa Idriss (en la imagen) es el líder comunitario de este asentamiento porque es el mayor del grupo de primos que se establecieron aquí con sus familias cuatro años atrás procedentes de Idlib. “Todos querríamos volver a casa, pero por ahora considero que no es posible”, lamenta el hombre, de 47 años. “El riesgo de incendios en los asentamientos informales es alto por tres factores: no están muy estructurados, las instalaciones eléctricas son caóticas y los materiales utilizados no son los mejores”, resume Cynthia Bakkalian, miembro de la Cruz Roja libanesa.Lola Hierro
Cruz Roja entrena a la población refugiada en tres vertientes: la extinción de incendios, la dispensa de primeros auxilios y la prevención. “Es muy importante que sean conscientes de los riesgos. Lo primero es que la gente esté sensibilizada, y luego darles extintores para que puedan mitigar cualquier incendio”, indica Bakkalian. “También les enseñamos un plan de evacuación y hacemos simulacros, así saben cómo salir de las tiendas y cómo ir a una zona segura”. En el de hoy participan un centenar de residentes y varias voluntarias que, entre otras labores, fingen que rescatan a unos niños. El programa de reducción de riesgos del Fondo Madad ha formado a 32 equipos de respuesta ante emergencias.Lola Hierro
No solo los incendios pueden traer problemas; también las inundaciones son un riesgo probable. “En invierno llueve y las tiendas no están preparadas. También hay tormentas de nieve… En Zahle, cuando el agua se concentra mucho se inunda todo”, explica Cynthia Bakkalian, la portavoz de Cruz Roja. Para poder abordar estos imprevistos es importante saber cuánta gente vive en los asentamientos, pero no es fácil. “Es imposible saber cuánta gente hay, nuestros recuentos cambian mucho porque no existe una manera buena de contabilizar y es complicado porque la familias entran y salen”, dice la cooperante. En la imagen, una de las calles de arena del asentamiento.Lola Hierro
Cruz Roja apoya otros proyectos relacionados con la mejora de acceso a agua y saneamiento, apoyo psicológico, kits de higiene y alimentación, unidades sanitarias móviles… Pero las necesidades son grandes. Alrededor de un millón de libaneses y 700.000 sirios viven por debajo del umbral de la pobreza, y los fondos necesarios para enfrentar toda esta emergencia humanitaria que se ha cronificado son insuficientes. En 2019, se han solicitado 477 millones de dólares para cubrir necesidades básicas, pero solo se ha conseguido un 15%. Esto, en un país sumido en una importante crisis económica que ha llevado a la pobreza a los propios libaneses. En la imagen, dos voluntarios transportan a una víctima durante el simulacro de incendio.Lola Hierro
En los asentamientos informales es complicado encontrar empleo. Los hombres suelen trabajar en el campo, y según Bakkalian ganan unos cinco dólares diarios de media. “A veces las mujeres mayores preparan comida para restaurantes de Zahle”, resume. Los niños asisten a escuelas libanesas de manera gratuita en el turno de tarde, pues el de la mañana es para los oriundos. ”No es por separar por nacionalidad, es que por la mañana están mucho más llenos y también por la capacidad de los niños que no pueden ponerse al día en el colegio”.Lola Hierro
La habitación principal de la vivienda de Moussa Idriss está sin amueblar porque acaba de elevar un poco el suelo para evitar inundaciones y posee un pequeño patio trasero donde su mujer cultiva aloe vera y geranios. Idriss muestra en su móvil unos vídeos de un pavoroso incendio. Ocurrió unos meses atrás en otro campo próximo al suyo. “Esto es lo que queremos evitar”, asegura. “Recomiendo a todo el que viva en un asentamiento informal que tenga equipos de gente formada y equipada para combatir incendios, realizar primeros auxilios y en todo lo relacionado con la prevención de riesgos”. En la imagen, Mariam Idriss, su hija, con dos de los niños de la familia.Lola Hierro
Este no es el primer simulacro que realizan los habitantes de este asentamiento. Cuando emprenden uno, saben que deben ir a una zona segura ya establecida de antemano para ser evacuados. Algunas mujeres portan unas banderas que ondean al viento. “Es porque por aquí pasa una calle [de arena] y así avisan a los conductores que circulan para que no se aproximen”, relata la representante de Cruz Roja. Entre las vecinas hay mujeres que han sido formadas para apagar fuegos y proporcionar primeros auxilios. La actividad de hoy, además de la evacuación, incluye un simulacro en el que las supuestas enfermeras deben atender a varios niños afectados por el humo o las llamas.Lola Hierro
Las voluntarias en primeros auxilios aprenden cómo identificar las lesiones o lo qué le pasa a la persona afectada, si está herida o intoxicada, y cómo tratarlas en un primer momento así como a usar los materiales y medicamentos del botiquín. Las de extinción aprenden a utilizar los extintores. Una de ellas es Cidra Mera (a la derecha, con velo rojo), de solo 15 años. "Decidí unirme al equipo de voluntarios para poder ayudar y proteger a los refugiados ante diferentes escenarios porque es mejor poder hacer algo desde dentro que pedir una ayuda exterior que tarda más en llegar”, cuenta.Lola Hierro
El grupo de atención a emergencias está formado casi exclusivamente por mujeres y, de hecho, en el simulacro todas las que participan lo son. “Los hombres suelen irse mucho tiempo al día para trabajar y se quedan ellas. Lo que hacemos es asegurarnos de que los voluntarios estén siempre en el asentamiento porque si pasa cualquier cosa y no están presentes, puede ser peligroso. Y las mujeres son las que suelen estar siempre aquí, los hombres se van temprano y vuelven por la tarde del trabajo”, aclara Cynthia Bakkalian, de la Cruz Roja libanesa.Lola Hierro
El botiquín que se utiliza en los simulacros está vacío, pero las voluntarias guardan otros llenos siempre preparados ante cualquier emergencia, no solo un incendio. “A veces los niños se caen y se hacen heridas, cosas menores, pero que hay que curarlos”, explica otra voluntaria llamada Bataul Al Homsi, de 25 años. “Yo recomiendo a todo el mundo que aprenda cómo realizar los primeros auxilios para poder atender a familiares y a niños en la casa”.Lola Hierro
“Hace tres años hubo un gran incendio aquí y no teníamos las capacidades para enfrentarnos a ello; hubo muchos afectados, hubo heridos y mucha gente perdió sus documentos, sus identificaciones... Eso me llevó a unirme a este grupo”, completa Raghda Merai, de 20 años y formada en primeros auxilios. Los simulacros empezaron a finales de 2017.Lola Hierro
Las mujeres participantes en el Comité de Emergencias dicen haberse acostumbrado ya a esas labores porque han practicado mucho. “Otros campos cercanos tuvieron un incendio hace no mucho y los miembros de nuestro comité fueron allí y ayudaron a extinguir las llamas”, recuerda, orgulloso de tal cooperación, Moussa Idriss, el líder comunitario del asentamiento.Lola Hierro
En el asentamiento de Zahle disponen de ocho extintores aportados por la Cruz Roja libanesa, pero otras organizaciones también han donado. “La formación en atención a emergencias es un trabajo colaborativo entre varias ONG; estamos organizados con ellas desde que vinieron a visitarnos para conocer este programa y decidieron implementarlo en otros lugares”, cuenta Bakkalian. En la imagen, una vecina del lugar con su hija.Lola Hierro
Los simulacros empezaron a finales de 2017. Los chalecos amarillos los visten quienes se encargan de extinguir incendios y los naranjas, las que practican primeros auxilios. “Les pedimos que siempre que estén dando una respuesta los lleven, así los otros miembros del campo saben quiénes son y qué está pasando”, indica Bakkalian. “Los campos están cerca unos de otros, y la gente de aquí tiene primos y parientes en el que se incendió. Ellos querían ayudar y nosotras queríamos ayudar, así que fuimos”, recuerda Sidra Merai, que participó en el dispositivo. “Hubo gente que resultó herida al caerse por salir corriendo y tuvimos que atenderlos, especialmente niños”, dice la adolescente sobre su experiencia.Lola Hierro