Columna

Tezanos y la lógica de la distracción

Somos demasiado optimistas si pensamos que los sistemas son infinitamente flexibles y que las malas decisiones no producen consecuencias desafortunadas para todos

José Félix Tezanos, director del CIS, en una imagen de octubre de 2018. Carlos Rosillo

La política genera más contenido que antes: sabemos más de los líderes y los votantes, leemos sobre los estrategas, conocemos detalles de los conflictos. Como nuestra vida, la política es más acelerada y transparente, pero no está claro que eso produzca más conocimiento o sentido.

Cuando tenemos más información sobre los problemas, encontramos líderes más personalistas y una discusión tan enconada como simplificadora. Como ha escrito Fernando Vallespín, el liderazgo en los partidos sigue el modelo del populismo. Unas veces porque el sistema de primarias debilita los contrapesos internos...

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La política genera más contenido que antes: sabemos más de los líderes y los votantes, leemos sobre los estrategas, conocemos detalles de los conflictos. Como nuestra vida, la política es más acelerada y transparente, pero no está claro que eso produzca más conocimiento o sentido.

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Cuando tenemos más información sobre los problemas, encontramos líderes más personalistas y una discusión tan enconada como simplificadora. Como ha escrito Fernando Vallespín, el liderazgo en los partidos sigue el modelo del populismo. Unas veces porque el sistema de primarias debilita los contrapesos internos; otras porque el diseño ya era ese.

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Para competir en un mercado de la atención, la política debe ser espectacular. Pero la sobreexposición y el ciclo de noticias sin fin también significan que uno puede decir o hacer casi cualquier cosa: cambiar de postura sin explicaciones, quebrar viejas alianzas, negar una contradicción evidente. Nadie presta atención mucho tiempo y resulta difícil saber qué es lo trascendente y lo secundario. Es una lógica de la distracción, donde empiezas perdiendo la visión a largo plazo y acabas perdiendo la vergüenza.

Es más grave en otros países que en España, aunque ahora se presentan como partidarios del pacto líderes que hicieron cuanto pudieron para evitar un acuerdo. Se confía en la desmemoria de los ciudadanos, en que es lícito patrimonializar las instituciones y en que el sistema aguanta el desgaste.

El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha dado algunos ejemplos: el trasiego de cesantes tras la moción de censura, la confusión entre partido y Gobierno, o la designación al frente del CIS de José Félix Tezanos, en ese momento dirigente del PSOE. Tezanos, que ha tomado polémicas y contradictorias decisiones metodológicas, publicaba recientemente un artículo en la revista Temas donde aconsejaba a los ciudadanos abandonar “la búsqueda de culpables y chivos expiatorios”. A juicio del presidente del CIS, “lo único sensato es reaccionar con pragmatismo y con sentido de la utilidad de voto, concentrándose en aquellos partidos que hoy por hoy pueden gobernar”. El escándalo lleva a la inflación léxica y a un uso experto de las dobles varas de medir. Pero somos demasiado optimistas si pensamos que los sistemas son infinitamente flexibles y que las malas decisiones no producen consecuencias desafortunadas para todos. @gascondaniel

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