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El día en que murió el buen gusto (por fin)

Exageración, artificio, horterada el camp fue la temática de la gala Met, en Nueva York. Allí, un puñado de hombres se atrevió a transgredir a su manera las normas de la elegancia

¿Es Cleopatra transportada en andas por sus palafreneros? No, es Billy Porter (Pose, HBO) reivindicando de un plumazo la cultura 'ball room', el carnaval, el cabaret y, si nos apuran, aquellas colecciones historicistas que John Galliano creó durante su etapa en Christian Dior. Cuando se bajó de la litera, descubrimos que el look, firmado por la marca neoyorquina The Blonds, estaba compuesto por una serie de cosas teóricamente prohibidas para un hombre: un mono bordado con pedrería, ornamentos dorados hasta el delirio y dos alas de Isis como las que lucen las bailarinas de danza egipcia.
Un mono con un pantalón de vestir de tiro tan alto que la cintura llega hasta medio pecho, mangas de organza y, en el cuello, una chalina plisada como las que llevaban las mujeres victorianas: la elección del cantante de One Direction, uno de los anfitriones de la gala, defendió la androginia gótica, los códigos compartidos y, también, una cierta lección de historia: con un pendiente de perla en su oreja derecha, parecía directamente salido de Penny Dreadful. Normal que fuese vestido de Gucci: para los aficionados a la moda, las lazadas al cuello son un indicio de que Alessandro Michele anda cerca. Magistral.Getty Images
El lamé tornasolado, el color frambuesa, los volantes asimétricos, las mangas abullonadas… ni uno de los elementos que componen el atuendo de Alessandro Michele, director artístico de Gucci y uno de los anfitriones de la gala, forman parte de la indumentaria masculina. Ni siquiera del código de lo aceptable en la moda femenina. Sin embargo, en su peculiar universo este tipo de excesos tienen todo el sentido del mundo. Y, si hoy el 'camp' es tendencia y protagoniza la exposición de moda más mediática del mundo, posiblemente sea porque Michele lleva entrenándonos la mirada desde hace tres años.
Ahora ya sabemos qué ha estado haciendo John Galliano todo este tiempo en Maison Margiela: prepararse para este momento. El gibraltareño ha ideado uno de los atuendos más deslumbrantes de la noche, para su amigo el crítico de moda y escritor Hamish Bowles. La capa estampada con motivos tradicionales y ribeteada con plumas de marabú es un espectáculo, con un solo pero: no permite apreciar del todo el traje violeta que Bowles lleva debajo, y que es un auténtico prodigio de patronaje desestructurado y cortes atípicos. En la gala hubo algún que otro disfraz, pero lo de Bowles y Margiela fue moda de altura.Getty Images
El sastre neoyorquino que ha reinventado los códigos del lujo mezclándolos con la estética y la simbología del hip hop acudió a la gala con un híbrido que le representa a la perfección: un frac decimonónico con ribetes dorados, chaqueta roja, aplicaciones florales bordadas, cravatte y gafas de sol de Gucci, la firma con la que colabora habitualmente. Vista la tónica general, casi minimalista.Getty Images
Ya el reparto al completo de 'Pose' sería una razón más que suficiente para dedicarle un monográfico a Ryan Murphy y su peculiar reescritura de la historia reciente, pero es que, además, este monstruo televisivo sabe vestirse. Con una capa con cuello que remite tanto a la Elizabeth de Cate Blanchett como al glorioso Dracula de Gary Oldman o a Liberace, el camp aquí reside en los colores (imposibles) y en la profusión de perlas. El resultado es un traje de alta costura que ha tenido al diseñador Christian Siriano durante seis semanas: una pesadilla de almoneda y uno de los looks más desconcertantes (y, por tanto, más camp) de la noche.Getty Images
Vale, un esmoquin no es la definición exacta de camp. Pero el actor británico Taron Egerton lleva a cabo un loable intento añadiendo elementos innecesarios (y gozosamente kitsch) a la prenda masculina por excelencia: ahí está la chaqueta salpicada de detalles metálicos, la solapa doble o el lazo microscópico a modo de pajarita.Getty Images
Cualquier evento que utilice la excentricidad como reclamo es una oportunidad perfecta para que Jared Leto se presente a última hora y arrase con todos los premios. Es lo que ha sucedido en esta ocasión, con una túnica de terciopelo rojo cruzada por hileras de perlas, bordados y algún toque de pedrería. La referencia podrían ser tanto las túnicas bordadas de Gary Oldman en el Dracula de Coppola como el orientalismo, Paul Poiret y, por supuesto, Gucci. De hecho, la firma florentina rubrica este prodigio que Leto ha lucido como los modelos en el desfile: con una cabeza con su propia efigie como accesorio de mano.Getty Images
Aunque la estética del hip hop no es exactamente camp, sino una reapropiación de señales de estatus con sentido político (y no irónico), la verdad es que el rapero 21 Savage llevó esta asociación de ideas todo lo lejos que pudo, con una casaca hecha a medida por Dapper Dan con brocados en negro y oro y un tigre bordado en la espalda. Punto extra para las gafas, extrañas y perfectas.Getty Images
Jordan Roth es empresario teatral en Broadway, así que ha decidido vestirse de teatro. Así de sencillo, así de difícil. Porque estampar una panorámica de un teatro clásico en una capa circular y llevarlo con esa soltura exige morro, pero también resistencia. Por cierto, si su Instagram no miente, lo firma Iris Van Herpen, una diseñadora acostumbrada a los retos técnicos casi imposibles.
Un traje brocado con motivos geométricos en zigzag ya sería suficiente motivo para incluir a Hamilton en esta lista, pero vayamos a los detalles: a la bandana de strass, al broche que lleva prendido en la chalina oculta por la chaqueta, a las sortijas y al zapato de serpiente. El camp también está en las pequeñas cosas.
La estrella de Glee optó por una de las piezas más comentadas de la noche: una chaqueta bordada con motivos florales y geométricos. Mención especial para la falda y para el maquillaje, incomprensible, innecesario y, por tanto, perfectamente adecuado para una noche como esta.
En la era dorada del 'streetwear' (y en la ciudad que lo ha encumbrado a las alturas) no podía faltar una firma como Telfar, que es lo que lleva puesto el actor Ashton Sanders ('Moonlight'). Fíjense en los detalles: es un frac clásico, incluso retro, elaborado en punto de algodón, como si fuera un chándal, con ribetes irregulares, pantalón a la pantorrilla como en el siglo XVIII y medias de rejilla blanca. No entendemos nada, pero todo tiene mucho sentido.
Hay pocas cosas más camp que ir a juego. Y, aquí, Benedict Cumberbatch y Sophie Hunter han jugado todas sus cartas al monocromo en colores pastel, que es algo tan rematadamente cursi que funciona. Benedict parece directamente salido de los sueños húmedos del pastelero de la familia Windsor, con ese esmoquin de tres piezas en color vainilla que, unido al sombrero y el bastón, parece el look perfecto para irse de gira por la Commonwealth, que se te amotinen y acabar perdiendo un imperio. Veredicto: más camp imposible. Un diez.