Bely Basarte, gatos en la piel

Vídeo: Nani Gutiérrez | Pablo Grubsztein

LOS GATOS DE Bely Basarte son egipcios. No tienen pelo. Acariciar su textura casi gomosa resulta inquietante para algunos. Pero no para su dueña. “Son como de terciopelo y están calentitos. Es muy agradable”, dice esta cantante madrileña de 27 años que en una década ha pasado de youtuber a profesional.

Basarte empezó a subir vídeos de sus canciones a YouTube en 2009, cuando inició el grado de ADE. Al terminar la universidad, tenía ya miles de suscriptores; en 2014 ganó el premio del público de Festimad, y en 2015 lanzó su primer EP, Si quieres, pierdes. En esa época llegaron a su vida s...

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LOS GATOS DE Bely Basarte son egipcios. No tienen pelo. Acariciar su textura casi gomosa resulta inquietante para algunos. Pero no para su dueña. “Son como de terciopelo y están calentitos. Es muy agradable”, dice esta cantante madrileña de 27 años que en una década ha pasado de youtuber a profesional.

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Basarte empezó a subir vídeos de sus canciones a YouTube en 2009, cuando inició el grado de ADE. Al terminar la universidad, tenía ya miles de suscriptores; en 2014 ganó el premio del público de Festimad, y en 2015 lanzó su primer EP, Si quieres, pierdes. En esa época llegaron a su vida sus felinos. Primero Molly y tres meses después Otis. Desde entonces, han sido sus testigos. Estaban ahí cuando logró 30 millones de visualizaciones en YouTube. También cuando la seleccionaron para doblar a Emma Watson en la versión española de La Bella y la Bestia. Y con ellos celebra ahora la publicación de su primer disco (Desde mi otro cuarto), con Universal Music. Esta nueva etapa profesional la obliga a pasar más tiempo fuera de casa. Por eso tiene un comedero automático. El aparato dosifica la comida y el agua cada cierto número de horas y tiene una cámara con altavoz incorporada que Basarte maneja desde su móvil. “Si me voy un finde por trabajo, de vez en cuando lo enciendo y les llamo. Cuando veo que están bien, me quedo tranquila”.

Los animales le apasionan desde niña. En casa de sus padres, en Tres Cantos, tenían dos gatos. Cuando se independizó, le faltaban y acogió a Molly y Otis. “No me imagino llegando a casa y que no haya nadie. Ni siquiera un animal que te reciba y se acurruque a tu lado si hace frío”, cuenta con sus felinos en el regazo. Tiene la piel llena de tatuajes y no descarta ponerse uno de sus felinos. “Hacerles un huequito en mi piel ahora que lo tienen en mi corazón”, ríe. “Suena cursi, ¿no?”. 

Otis y Molly en la funda de la guitarra de la cantante.

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