Editorial

En la trampa del déficit

El rechazo del nuevo calendario de ajuste perjudica a la inversión y reduce el gasto social

Nadia Calviño, ministra de Economía y empresaRodrigo García (EFE)

La abstención de Podemos y el PDeCAT en el pleno del Congreso que debía aprobar la senda de déficit del Gobierno pone en evidencia la debilidad parlamentaria del Ejecutivo, pero no es la única reflexión pertinente. Es cierto que la propuesta de estabilidad financiera iba a ser casi con toda seguridad rechazada en el Senado, donde el PP tiene mayoría; pero la abstención de Podemos (sobre todo) y de los nacionalistas catalanes liquida sin lucha una iniciativa razonable y bien preparada por el Gobierno, a pesar de las generalidades esgrimidas por PP y Ciudadanos sobre las bondades del ajuste fisc...

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La abstención de Podemos y el PDeCAT en el pleno del Congreso que debía aprobar la senda de déficit del Gobierno pone en evidencia la debilidad parlamentaria del Ejecutivo, pero no es la única reflexión pertinente. Es cierto que la propuesta de estabilidad financiera iba a ser casi con toda seguridad rechazada en el Senado, donde el PP tiene mayoría; pero la abstención de Podemos (sobre todo) y de los nacionalistas catalanes liquida sin lucha una iniciativa razonable y bien preparada por el Gobierno, a pesar de las generalidades esgrimidas por PP y Ciudadanos sobre las bondades del ajuste fiscal y las maldades del déficit.

Economía había presentado en Bruselas un nuevo calendario de déficit que permitía ganar un margen de unos 6.000 millones en 2019. La relajación del déficit hubiese permitido que los Gobiernos autonómicos dispusiesen de 2.400 millones más el año próximo, la Seguridad Social otros 2.400 millones y el Estado aproximadamente la mitad. El margen de gasto estaba bien repartido entre gasto social e inversión autonómica. Podemos ha justificado su abstención en que era mejor cambiar primero la Ley de Estabilidad. Pero si el Congreso hubiera aprobado los 6.000 millones más de gasto y posteriormente los hubiese rechazado el Senado con mayoría del PP, el Gobierno estaría legitimado para presentar una modificación de la ley en respuesta a un boicot manifiesto.

El nuevo Ejecutivo, debido a su debilidad parlamentaria, tendrá que presentar una nueva senda de déficit en el plazo de un mes con condiciones más restrictivas, con el lógico daño para los ciudadanos. El PP ya no está en el Gobierno, pero España parece atrapada en el cepo del ajuste presupuestario, que no es ni necesario para cumplir con Bruselas ni conveniente para el crecimiento económico. Por añadidura, el equipo económico queda desairado ante las autoridades comunitarias y perjudica la imagen del país en Bruselas.

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