LA PUNTA DE LA LENGUA

Milenial o milénico

No parece necesario usar ‘millennial’ si se desea hablar un español con personalidad

Un grupo de amigos en un tándem.

Tal vez nuestros complejos ante el idioma inglés puedan explicar que llamemos millennials a los integrantes de la generación nacida entre 1982 y 2004 (fechas que varían según la fuente), a quienes se relaciona con el nuevo milenio y con la adaptación tecnológica como si no existiera nadie más que hubiese experimentado el mismo tránsito. Con las matemáticas en la mano, tan millennial sería una persona que acaba de cumplir 25 años como quien haya superado los 70.

Pero, en fin,...

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Tal vez nuestros complejos ante el idioma inglés puedan explicar que llamemos millennials a los integrantes de la generación nacida entre 1982 y 2004 (fechas que varían según la fuente), a quienes se relaciona con el nuevo milenio y con la adaptación tecnológica como si no existiera nadie más que hubiese experimentado el mismo tránsito. Con las matemáticas en la mano, tan millennial sería una persona que acaba de cumplir 25 años como quien haya superado los 70.

Pero, en fin, el uso puede dar por buena la especialización del término para designar a esa gente joven y digitalizada desde su origen que hoy día ve casi imposible hallar un trabajo fijo.

Ahora bien, millennial (pronunciado milénial) equivale en inglés a “milenario”, según el diccionario Collins. Y las Academias del español indican a su vez que la primera acepción de “milenario” se refiere a lo relativo al número mil o al millar; y en la quinta añaden: “Espacio de mil años”. Así pues, esa vinculación entre la línea del milenio y el término “milenario” justificaría que este vocablo reemplazase al anglicismo millennial.

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A esas dos acepciones de “milenario” les acompañan en el lexicón de las Academias otras que tal vez nos resulten más familiares: “Que ha durado uno o varios milenios” (por ejemplo en “es una escultura milenaria”) y “milésimo aniversario de algún acontecimiento notable” (“se celebra el segundo milenario de la fundación de la ciudad”).

Si, no obstante, se deseara especializar algún término en español para distinguir mejor a esa nueva generación y definirla con un neologismo propio (y sin perder la referencia del cambio de milenio), disponemos de recursos capaces de formar palabras como “mileniales” y “milénicos”, que no figuran en el Diccionario pero estarían bien construidas.

“Milénico” se articularía mediante una posibilidad bien conocida por los lexicógrafos: añadir a un sustantivo el sufijo -ico, para dar lugar a adjetivos esdrújulos que indican relación con lo mencionado en la base de la palabra (“escénico”, “helénico”, “humanístico”…). En este caso, “relación con el milenio”.

Por su parte, “milenial” (con acentuación aguda) acudiría al sufijo -al, que también indica relación con lo referido en la raíz. Esta opción emparentaría con otras similares ya consolidadas en nuestra lengua, como “bienal” (de “bienio”), “trienal” (de “trienio”), “cuatrienal” (de “cuatrienio”), “quinquenal” (de “quinquenio”) o “quindenial” (de “quindenio”: cada 15 años).

Por tanto, no parece necesario usar millennial si uno desea hablar un español con personalidad y alejado del general dejarse llevar, porque hay donde elegir: “Milenario”, “milenial” o “milénico”.

La opción más cómoda de las tres quizá sea “milenial”, con acentuación aguda. Muchos otros términos de lenguas ajenas llegaron al español durante los siglos en los que el idioma ya estaba formado; y por eso les creó alternativas mediante los recursos de los que disponía, o bien los adaptó a su ortografía y su fonética. Estas dos posibilidades confluyen en “milenial”: sirve como traducción y como adaptación del inglés.

Por todo ello, quizás podamos adoptar ese vocablo de formación hispana en vez del extraño a nuestra lengua, aun a pesar de las gratas resonancias que a algunos nos evoca “milénico”; pues Milénico se llama sin complejos —como nombre propio y por tanto con mayúscula inicial— un nuevo vino de la Ribera alimentado por las milenarias raíces del Duero.

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