Los príncipes segundones de Mónaco buscan protagonismo

Los tres hijos de la princesa Estefanía empiezan a despertar la atención de los medios y publicitan sus profesiones o su apoyo a temas sociales

La princesa Estefanía de Mónaco con sus hijas Pauline Ducruet (izquierda) y Camile Gottlieb en enero en el Festival del Circo de Montecarlo. Cordon Press

En la principesca familia de Mónaco todos son iguales, pero unos lo son más que otros. La rama regia de los nietos Grimaldi son los hijos de Carolina, la primogénita de Rainiero de Mónaco y Grace Kelly, y el emblema de la elegancia de este reino de opereta que basa su existencia en ser protagonista en las revistas del corazón y atraer fortunas que quieren librarse de los gravosos impuestos de sus respectivos países.

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En la principesca familia de Mónaco todos son iguales, pero unos lo son más que otros. La rama regia de los nietos Grimaldi son los hijos de Carolina, la primogénita de Rainiero de Mónaco y Grace Kelly, y el emblema de la elegancia de este reino de opereta que basa su existencia en ser protagonista en las revistas del corazón y atraer fortunas que quieren librarse de los gravosos impuestos de sus respectivos países.

Los parientes ‘pobres’, por lo menos ante la opinión pública, son los hijos de Estefanía, la pequeña de los tres hermanos, la rebelde. La joven que, con 17 años, sufrió más directamente el peso de la muerte de su madre, la mítica Grace Kelly, a quien acompañaba cuando ocurrió el accidente que le costó la vida en 1982. Fuera porque esta tragedia marcó su carácter o porque ya le venía de serie, Estefanía de Mónaco decidió ponerse el mundo por montera. Cantó, probó suerte con una firma de moda, actuó en el circo –una de sus pasiones– vivió noviazgos de ida y vuelta con Paul Belmondo, Anthony Delon, Christopher Lambert, Jean Claude Van Damme, Mickey Rourke, Rob Lowe, Alain Prost… Y dio la campanada final teniendo a sus dos hijos mayores, Louis y Pauline, sin casarse y con el que era su guardaespaldas. Se casó con él, contra la decisión de su familia en 1995, y se divorciaron en 1996 después de que las explícitas imágenes que demostraban la infidelidad de su marido dieran la vuelta al mundo. En 1998 nació su tercera hija, Camille, y su padre, Jean Raymond Gottlieb, era también guardaespaldas de la princesa y nunca llegaron a contraer matrimonio.

Alberto de Mónaco con su sobrino Louis Ducruet el pasado enero en Montecarlo.Stephane Cardinale (Getty Images)

Explicar estos antecedentes es necesario para entender cómo Estefanía terminó por alejarse de su familia sin hacerlo del todo, o al menos prefirió no ocupar primeros planos de la vida palaciega y arrastrar a sus hijos al que para ella era un camino más feliz. Los tres hermanos son menos mediáticos que sus primos, están muy unidos, pero entre ellos existen grandes contrastes.

El más discreto y desconocido es el primogénito, Louis Ducruet (25 años). Formado en los mejores colegios de Mónaco y Francia, estudió en la Escuela de Negocios Sophia Annapoli. Es aficionado al fútbol, seguidor del AS Mónaco y también admirador del Real Madrid. Le gustan el circo como a su madre y las artes marciales como a su padre y presume de tener una estupenda relación con su progenitor y con Michael, su medio hermano mayor, el hijo que Ducruet tuvo de una relación anterior. Pero la niña de sus ojos es su hermana Pauline que le sirve de parapeto con la prensa y es la más mediática de los hermanos. En 2016 acabó su grado en marketing deportivo en la Universidad Western Carolina. Allí conoció a Marie Hoa Chevallier, una joven de ascendencia asiática con quien comparte vida en Mónaco donde ha vuelto a establecer su residencia y donde últimamente su presencia es más frecuente en actos públicos en los que acompaña a su tío, Alberto de Mónaco.

Pauline Ducruet (23 años) es la estrella de la familia, o al menos la que no teme a las portadas de las revistas como acaba de demostrar ofreciendo su primer posado para el número de marzo de Harper's Bazaar. Su pasión por la moda casi le aboca a aprovechar la publicidad fácil que le facilitan sus raíces. Sabe que todavía no ha hecho nada para dejar de ser 'la hija de', pero afirma "trabajar duro para que eso cambie algún día". Ha estudiado moda en el Instituto Marangoni de París y ahora vive en Nueva York donde espera encontrar su hueco en la industria. En junio del año pasado lanzó su primera colección, Altered Designs, que se vende por encargo y sigue perfeccionado su formación estudiando Diseño de Moda en la Universidad de Parsons. Asidua de las redes sociales, donde su perfil de Instagram tiene más de 36.000 seguidores, comparte su vida de viajes, desfiles y amigos famosos, además de no ocultar su relación sentimental con Maxime Giaccardi, bróker en temas inmobiliarios con empresa propia –Oblivion Lifestyle– quien vive a caballo entre Mónaco y Nueva York.

La más sensible y también la que ha heredado el rostro angelical de su abuela, Grace Kelly, es Camille Gottlieb (19 años). Dulce, batalladora con quienes critican su físico, y comprometida con las causas sociales. Ella también acaba de conceder su primera entrevista en solitario a la revista francesa Point de vue. Un paso que ha dado para publicitar Be Safe Monaco, una iniciativa que ha creado junto a tres de sus amigos y que surgió tras la muerte de otra amiga en accidente de tráfico el pasado verano. Su objetivo: concienciar a los jóvenes de los peligros del alcohol cuando se va al volante de un coche.

Según sus propias palabras "adora a su familia" y afirma que su preocupación por los problemas sociales "la ha heredado de su madre y que tuvo una gran conexión con su abuelo, Rainiero" durante los seis años que compartió vida con él. Se licenció con honores en ballicherato especializado en literatura y después ha disfrutado de un año sabático para mejorar su inglés, aprender ruso y dedicarse al voluntariado. Sin duda los Tres mosqueteros, como Camille afirma que se autodenominan los hermanos, darán que hablar en el futuro. Están condenados a ello por herencia de familia.

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