Columna

‘Processisme’

Las encuestas vaticinan que la mayoría secesionista se reeditará el 22-D

Manifestación en Madrid por la puesta en libertad de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart.Pablo Blazquez (Getty Images)

Vuelta a empezar. El procés ha muerto, ejecutado por Rajoy el 27-O, pero el processismecontinuará a partir del 22-D, si se reedita la mayoría secesionista como ahora mismo parece. Y ello como resultado de esta mala historia de terror con inesperados giros de guion que nos conducen del miedo a la esperanza y de vuelta al horror. Es una película muy mala, con pésimos actores que sobreactúan grotescamente. Lo único auténtico, la incertidumbre del resultado. Aunque tampoco hay verdadero suspense, pues pase lo que pase, ya se sabe que terminará como en el famoso verso de Biedma....

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Vuelta a empezar. El procés ha muerto, ejecutado por Rajoy el 27-O, pero el processismecontinuará a partir del 22-D, si se reedita la mayoría secesionista como ahora mismo parece. Y ello como resultado de esta mala historia de terror con inesperados giros de guion que nos conducen del miedo a la esperanza y de vuelta al horror. Es una película muy mala, con pésimos actores que sobreactúan grotescamente. Lo único auténtico, la incertidumbre del resultado. Aunque tampoco hay verdadero suspense, pues pase lo que pase, ya se sabe que terminará como en el famoso verso de Biedma.

Hasta ahora, el procés solo respondía a la iniciativa soberanista, que llevaba la voz cantante mediante continuas provocaciones rupturistas que transgredían con truculencia la legalidad constitucional y estatutaria: hace dos meses el Parlament aprobó las leyes de desconexión, el 1-O se produjo el paródico pucherazo de un referéndum, el 10-O Puigdemont declaró la independencia en diferido para suspenderla sine die y el 27-O el Parlament la activó por fin aunque sin proclamarla oficialmente.

Y enfrente solo encontraba el inmovilismo del Gobierno que dejaba hacer parapetado tras los tribunales. Pues su único intento de oponer resistencia, enviando a las fuerzas del orden a impedir el pseudoreferéndum, se saldó con el más estrepitoso fracaso, quedando ante Europa como un impotente intento de reprimir al pueblo catalán. La consecuencia fue que el independentismo ascendió desde el 41% al 49% de la intención de voto, según el CIS de la Generalitat.

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Pero, para sorpresa de todos, Rajoy supo reaccionar a tiempo en el último momento con la activación del 155, la disolución del Parlament y la convocatoria inmediata de elecciones. Nadie esperaba esa inédita muestra de inteligencia política por parte de Rajoy, al ejecutar una intervención quirúrgica con laparoscopia no invasiva que anulaba el procés poniendo su reloj a cero para repartir las cartas electorales de nuevo. Para entonces el independentismo se había quedado desmoralizado por el gatillazo de su president, y los unionistas se aprestaban a movilizar a su electorado. Por eso durante unos días cundió el espejismo de que el procés comenzaría por fin a normalizarse.

Pero solo fue una ilusión, pues si el 1-O falló el ministro del Interior, ahora lo ha vuelto a hacer el de Justicia, al precipitar las acciones del fiscal general que han distorsionado a destiempo el calendario electoral: Fiat Iustitia et Pereat Hispania. Por eso hoy los secesionistas han recuperado su moral de victoria y se disponen a reeditar su mayoría en el Parlament.

Aunque no hay mal que por bien no venga. Gracias al propio procés, el PSOE se ha reunificado, se ha recompuesto el consenso constitucional PP-PSOE, el PSC ha retomado el unionismo, la ciudadanía catalana ha comenzado a movilizarse contra sus secuestradores, y hasta Podemos se desintegra.

Por eso, cabe esperar que, aunque retorne al poder, el processisme haya aprendido la lección, y reconozca de una vez que obtener la mayoría no le autoriza a violar la legalidad, estando obligado a respetar los derechos de los demás. Ya veremos.

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