3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Si fuéramos colores seríamos iguales

Aceptar la diversidad que viene de fuera es el primer paso para aceptar la diversidad que tenemos dentro

Exhibición del proyecto Humanae en Valencia. ©Angélica Dass / Juan Miguel Ponce

Una de las cosas que más nos distingue a unas personas de otras es la ropa. Dos personas exactamente iguales, gemelas, con ropas muy diferentes pueden resultar muy distintas. La ropa da un posición y proyecta a la persona en el imaginario de los que la ven.

Quita la ropa a dos individuos, uno sin techo y otro de la lista de Forbes y adivina cuál es cuál. Es imposible. Lo sé porque esto lo hizo la brillantísima Angélica Dass para su trabajo HUMANAE en el que ha fotografiado a esos dos hombres y a cientos de personas más desnudas. Y por mucho que una se empeñe, es imposible adivinar quién es rico o pobre en ese excepcional mural que ha compuesto con los retratos.

Pero además, Angélica ha querido hacer apología de la diversidad en su trabajo. Con su trabajo pretende romper con las clasificación existentes de las personas. Ha dejado de lado sus diferencias de sexo o edad, y se ha centrado en el color de su piel. Concretamente en el color de la punta de la nariz. La artista explica que la punta de nariz es la parte del cuerpo que más cambia, con la temperatura, cuando bebemos, es una parte viva de nuestra piel. Así que la clasificación de Angélica se basa en el color de la nariz del retrato en el momento de hacer la foto. A ese color, la artista le ha asignado un Pantone®, una clasificación alfanumérica que lo identifica. De modo que cada persona que ha participado se convierte en un pantone.

El resultado es una maravillosa composición de caras y colores de piel que nos recuerdan que en el fondo lo que nos diferencia es muchísimo menos de lo que nos une.

El proyecto de Angélica no es un proyecto reciente. De hecho, lo encontré revisando los programas del maravilloso Dani Seseña en su espacio Cámara abierta que el año que viene cumplirá 10 años. Pero es un proyecto activo y que ahora más que nunca hay que tener presente. Porque no podemos olvidar que sin nuestra ropa, sin otra identificación que el color de nuestra piel, es imposible saber de dónde venimos. Y si no somos tan diferentes por qué permitimos que haya gente con derechos y otra sin ellos. Si no somos tan diferentes por qué buscamos excusas para serlo, excusas tan tontas como un papel, un pasaporte, una identidad asociada a la arbitrariedad de un nacimiento.

El sentimiento identitario, que distingue en personas de primera clase y de segunda, está devorando Europa y no nos estamos queriendo dar cuenta. Y el origen de todo creer que nos tenemos que defender de los que vienen de fuera. Aceptar que la Unión Europea se gaste millones de euros de evitar que gente de otros países acceda a nuestro territorio. Y ahora ya estamos en un círculo vicioso en el que el origen del mal es un objetivo en sí mismo.

Con una izquierda inexistente cada día más débil, encajados en un marco discursivo escorado completamente hacia la derecha más sectaria, cada vez nos resulta más difícil a los que pensamos que todo esto no tiene sentido encontrar un espacio para explicarnos.

Pues en serio les digo, somos muy parecidos todos, da igual donde hayamos nacido. Y existen soluciones para todo lo que está pasando, soluciones tan sencillas como invertir el dinero público, nuestro dinero, de una forma honrada y ética, con inteligencia e información. Aceptar la diversidad que viene de fuera es el primer paso para aceptar la diversidad que tenemos dentro. Que no se nos olvide.

Más información

Archivado En