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¿Por qué cuando salgo de viaje siempre acabo estreñido?

Al llegar a destino es frecuente tener dificultad para ir al baño, incluso durante varios días. Estos son los factores que lo provocan

Cuando nos vamos de vacaciones salimos de la rutina; nuestro intestino también. Lo habrá notado: en cuanto abandonamos el domicilio habitual para pasar unos días de descanso, aparecen los problemas para ir al baño con normalidad. Resulta tan común que hasta tiene un nombre (traveller’s constipation, o “estreñimiento del viajero”) y se debe a la suma de varios factores.

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Cuando nos vamos de vacaciones salimos de la rutina; nuestro intestino también. Lo habrá notado: en cuanto abandonamos el domicilio habitual para pasar unos días de descanso, aparecen los problemas para ir al baño con normalidad. Resulta tan común que hasta tiene un nombre (traveller’s constipation, o “estreñimiento del viajero”) y se debe a la suma de varios factores.

Lo de ir al baño “como un reloj” tiene base científica. El tracto intestinal depende de nuestro reloj biológico o ritmo circadiano, como prueban algunos estudios. No es de extrañar, por tanto, que cuando alteramos dicho ritmo la puntualidad británica con la que acudimos al aseo se vea a su vez modificada. En un estudio titulado precisamente Traveler’s constipation, publicado en la revista American Journal of Gastroenterology, se analizaron los movimientos intestinales de un grupo de viajeros antes, durante y después de su periplo. Se halló que sus deposiciones disminuían ostensiblemente al día siguiente de aterrizar en destino, coincidiendo con el punto más alto de jet lag; a medida que este disminuía, regresaba progresivamente la regularidad.

Lo más probable es que a partir de ese primer día de vacaciones los horarios de las comidas también sufran algún tipo de variación. Mientras el resto del año desayunamos a las ocho, comemos a las dos y cenamos a las nueve y media, los desayunos tardíos, los picoteos, los tintos de verano a todas horas, las raciones en la cena y las copas de después ganan terreno en la temporada estival. El cambio en los hábitos alimenticios es una de las causas de estreñimiento que señala el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. No solo comemos distinto: hacemos una vida más sedentaria. Un estudio de la Universidad de Oxford (Reino Unido) concluyó que las personas que comen mucha verdura y fibra y hacen ejercicio (justo las cosas que abandonamos en esas fechas) tiran más de la cadena. Por otra parte, en verano sudamos y pasamos mucho tiempo al sol, y un nivel bajo de hidratación también se ha relacionado con este trastorno.

Por si fuera poco, a esto hay que añadir la denominada “ansiedad del baño”, o el reparo que sienten algunos a sentarse en un retrete que no es el suyo. Es una realidad que propicia muchos comentarios en Internet y a la que en el mundo anglosajón han puesto el ilustrativo nombre de can’t poop anywhere but home (“no puedo ir al baño en ningún sitio salvo en casa”) o las siglas CPABH.

Además de intentar hacer ejercicio y comer sin apartarnos mucho de nuestra dieta habitual, llevar siempre en la maleta un laxante suave puede ser una buena idea; de hecho, lo recomienda el Centro para el Control de Enfermedades de Estados Unidos. Si nos acordamos de echarlo en el neceser, seguramente evitaremos sudores en el baño.

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