Columna

El miedo al otro

SEAMOS sinceros: lo que nos impresiona de este rostro no es lo que lo distingue del nuestro, sino lo que lo asemeja a él. Pese a que manifestamos lo contrario, nos asustan más las analogías que las diferencias. La aversión racista del blanco al negro no es por lo que tiene de negro, sino por lo que tiene de blanco. El del hombre machista a la mujer, por lo que él mismo tiene de ella; el del individuo homófobo al homosexual, por las dosis de homosexualidad del primero. Lo pavoroso de los cuentos de terror para niños ...

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SEAMOS sinceros: lo que nos impresiona de este rostro no es lo que lo distingue del nuestro, sino lo que lo asemeja a él. Pese a que manifestamos lo contrario, nos asustan más las analogías que las diferencias. La aversión racista del blanco al negro no es por lo que tiene de negro, sino por lo que tiene de blanco. El del hombre machista a la mujer, por lo que él mismo tiene de ella; el del individuo homófobo al homosexual, por las dosis de homosexualidad del primero. Lo pavoroso de los cuentos de terror para niños y adultos es que los monstruos, finalmente, poseen un esquema corporal idéntico al de las personas normales. Nos asusta que bajo apariencias tan diferentes a aquella que nos constituye, todo sea igual. ¿Qué nos espanta del psicópata? Que es idéntico al vecino, al repartidor del butano, al compañero de oficina.

El asco a determinados animales tiene seguramente las mismas raíces. Lo primero que se nos ocurre cuando vemos la cabeza de una mosca es calificarla de marciana. Pero la disposición de sus ojos, nariz y boca es prácticamente idéntica a la de la persona amada. Las antenas que le salen por aquí o por allá se parecen mucho a los pelos de las cejas del abuelo. Si estudiáramos el resto de su cuerpo, veríamos que está atravesado por un tubo a cuyo final llamamos ano porque se trata, en efecto, de un culo. Y hablamos de una mosca, pero si pusiéramos de ejemplo a una rata, el parecido con nosotros aumentaría de forma exponencial. De ahí la sospecha de que lo que nos produce rechazo en el otro es lo que en él adivinamos de usted o de mí.

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