Entrevista a una ladilla: “Antes todo esto era pelo”

Pthirus Pubis, una ladilla que constata que el vello está en declive.Dmitri Kessel (Getty Images)

MUCHOS LA llaman “ladilla”, aunque ella prefiere que se la conozca como “ectoparásito”, denominación más respetuosa con su trabajo y condición. Lleva más de 30 años de travesía, ha conocido a mucha gente y ahora, al fin, ha regresado al lugar donde nació. “Ha cambiado mucho, antes todo esto era pelo”, comenta sin ocultar la emoción.

Habrá aprendido mucho saltando de un español a otro. Podría escribir un libro contándolo todo con pelos y señales, literalmente. Nací en los ochenta, época de esplendor, época de grandes matorrales, de abundancia. Fueron años muy locos, de n...

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MUCHOS LA llaman “ladilla”, aunque ella prefiere que se la conozca como “ectoparásito”, denominación más respetuosa con su trabajo y condición. Lleva más de 30 años de travesía, ha conocido a mucha gente y ahora, al fin, ha regresado al lugar donde nació. “Ha cambiado mucho, antes todo esto era pelo”, comenta sin ocultar la emoción.

Habrá aprendido mucho saltando de un español a otro. Podría escribir un libro contándolo todo con pelos y señales, literalmente. Nací en los ochenta, época de esplendor, época de grandes matorrales, de abundancia. Fueron años muy locos, de no saber dónde estabas ni dónde despertarías al día siguiente. La movida madrileña, el desenfreno, los bajos fondos de un Madrid en ebullición…

Ahora es distinto. Totalmente. Apenas hay donde agarrarse. Sufrimos una deforestación y una desnaturalización del cuerpo humano que ha reducido nuestra población más de dos tercios. Al final, nuestro oficio será cosa de nostálgicos.

Se habla poco de este drama, su colectivo no tiene visibilidad. Y no será que no luchamos para hacernos notar. Parece mentira que siga siendo un tema tabú. Pero no dejaremos de reivindicar nuestra forma de ser, y al que le pique que se rasque.

Al final, solo habrá espacio para unos pocos de nosotros, parapetados en los matorrales de informáticos.

Siendo las modas tan cambiantes, igual regresamos a la frondosidad de antaño. El problema es la depilación láser, que no admite vuelta atrás. De momento, aprovechamos la temporada alta de invierno, cuando algunos se descuidan, y en verano hibernamos, paradójicamente. Pero los que invierten en eliminar la raíz del folículo nos están condenando. Al final, solo habrá espacio para unos pocos de nosotros, parapetados en los matorrales de informáticos y alguna que otra feminista de las que, afortunadamente y con todo el criterio, siguen reivindicando el cuerpo tal y como es.

¿Por qué ha decidido volver al sitio que la vio nacer? Porque una se hace vieja y no está ya para tantos trotes. Y, como le digo, la escasez nos obliga a competir cada vez más y el ambiente es agresivo. Las nuevas generaciones pisan fuerte. A veces hay más de 20 de nosotros luchando por una misma parcela. Los matojos patera, los llamamos.

Volvamos a la etapa dorada. Habrá conocido muy de cerca a gente famosa… Hay compañeras que van contando de todo por ahí. Yo prefiero mantener el secreto profesional.

No dé nombres si no quiere, pero cuente alguna anécdota. Puedo decirle que me he movido mucho en la industria del cine, que estoy muy familiarizada con el trabajo de Almodóvar. Salgo en alguno de sus planos, pero hay que fijarse bien.

¡Una chica Almodóvar y sin poder presumir! No exagere. Figurante sin frase, a lo sumo. Ya le digo que el destape nos dio mucha visibilidad. Toda la que hoy en día no tenemos.

Algunos de ustedes emigran a Francia y Portugal. Allí aún hay pelo, sí, pero la tendencia es a la baja también, no se crea. Además, los controles de inmigración son duros. Yo soy española y me siento muy de aquí. Aunque lleve toda la vida viajando, nuestra vegetación tiene algo especial. Hasta el fin de mis días, me agarraré con uñas y dientes a esta piel de toro que tanto me ha dado.­­

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