Joe Colombo, el prócer con pistola

ilustración de LOLA BELTRÁN

SIEMPRE ME ha extrañado que uno de los crímenes más curiosos y extraños de la historia de la Mafia no haya terminado en una película. Sobre todo porque en sí mismo puede que fuera una película, aunque no sé si existe una cinta, si se ha conservado o alguien la ha visto nunca. La habría grabado el asesino mientras disparaba a su víctima, una especie de snuff movie anterior a su tiempo. Lo más interesante es que no hablamos de un homicidio cualquiera, sino de uno muy famoso, el de un gran capo de la Cosa Nostra americana, Joe Colombo, y fue en un acto público rodeado de miles de personas en 1971...

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SIEMPRE ME ha extrañado que uno de los crímenes más curiosos y extraños de la historia de la Mafia no haya terminado en una película. Sobre todo porque en sí mismo puede que fuera una película, aunque no sé si existe una cinta, si se ha conservado o alguien la ha visto nunca. La habría grabado el asesino mientras disparaba a su víctima, una especie de snuff movie anterior a su tiempo. Lo más interesante es que no hablamos de un homicidio cualquiera, sino de uno muy famoso, el de un gran capo de la Cosa Nostra americana, Joe Colombo, y fue en un acto público rodeado de miles de personas en 1971. El autor se acercó, le disparó y luego se lo cargaron a él. Pero todo lo grabó con una cámara de televisión, porque se estaba haciendo pasar por periodista para acercarse a su objetivo. Tenía una pistola en una mano y en la otra una cámara. Además, también algo raro en un crimen mafioso, era negro.

Este hombre se llamaba Jerome A. Johnson y el suyo es un caso sin resolver, con varias teorías rebuscadas, pero todas con alguna base: era un sicario de un capo rival, Joe Crazy Gallo; o era un tipo a sueldo del FBI captado en los bajos fondos de la pornografía gay; o era alguien relacionado con movimientos violentos afroamericanos que buscaba venganza por otro crimen. Es un caso enrevesado del que en realidad no quería hablar, tal vez otro día. Es su víctima, Joseph Colombo, quien también es interesante. Porque en ese momento para el país no disparaban a un capo mafioso, sino al presidente de la Liga Italo-Americana de Derechos Civiles. De hecho era en medio de un mitin con miles de personas en el centro de Manhattan. El detalle de la cámara es casi enfatización novelesca, porque Colombo vivía para su imagen pública.

Simpático, con buenos trajes, colombo se hizo muy popular en 1970 cuando protagonizó una manifestación frente al fbi.

¿Qué defendía esta Liga Italo-Americana? Pues que la Mafia no existía. Ya, no se rían, luego quedó claro quién era Joe Colombo, uno de los capos de las Cinco Familias mafiosas de Nueva York. Él nunca se enteró de que le habían pillado porque tras el atentado quedó en coma y murió siete años más tarde. Colombo, simpático y con buenos trajes, se hizo muy popular en el verano de 1970 cuando protagonizó una manifestación frente a la sede del FBI para protestar por una investigación contra uno de sus hijos, a quien describía como un honesto empresario. Él había tenido ya problemas con los tribunales y abanderó una cruzada contra los prejuicios étnicos hacia los italianos, una comunidad de 22 millones de ciudadanos. Fue un éxito. Logró 45.000 socios, un concierto benéfico de Frank Sinatra y un gran acto con 50.000 personas, el Día de la Unidad Italo-Americana. Fue en la segunda edición, al año siguiente, cuando le dispararon y se acabó el invento.

El símbolo de su batalla había sido, precisamente, que se dejaran de usar las palabras “mafia” y “cosa nostra” en los medios. Hay que pensar que esto fue justo antes de El Padrino, estrenada en 1972. Fue una película que cambió todo, a partir de entonces negar la Mafia fue perder el tiempo. Pero justo antes el camelo llegó a aguantar. La presión de la Liga consiguió que el fiscal general recomendara al FBI y al resto de agencias que dejaran de usar esos términos. También tocó a la compañía Ford, patrocinadora de la popular serie de televisión FBI, para que esos vocablos desaparecieran de sus capítulos. Hubo manifestaciones ante la sede de The New York Times y varios diarios para que no las escribieran más, que lograron concesiones.

En este contexto, el rodaje de El Padrino inquietó mucho a Joe Colombo, porque el libro ya era famoso. Es conocida la historia de cómo Francis Ford Coppola tuvo que soportar el aliento de la Mafia en el cogote mientras hacía la película. En realidad, hasta entonces había muchos filmes de gánsteres, pero el rasgo étnico era muy vago y se oían pocos apellidos italoamericanos. Colombo quería asegurarse de que seguiría siendo así y al final logró reunirse con el productor, Al Ruddy. Le pidió algo curioso: que no saliera la palabra “mafia”. Ruddy simuló un gran sacrificio y aceptó, aunque en realidad en el guion se mencionaba una sola vez. Ni falta que hacía. Colombo nunca llegó a ver la película, pero todos los demás mafiosos del mundo sí, y les encantó, porque les representaba como no eran, salían más guapos. No era exactamente así, pero ya fue imposible decir que la Mafia no existía. Si no puedes negarlo, al menos adornarlo.

El rodaje de El Padrino inquietó mucho a Joe Colombo, porque el libro ya era famoso.

Frente a la Mafia surgió desde muy pronto en Sicilia, ya en el siglo XIX, la antimafia, los movimientos sociales que se oponían a ella, generalmente con vida difícil. Era una guerra desigual, unos mataban y los otros solo protestaban. Además es un combate lleno de insidias. Los infiltrados son solo un parte del problema. Un mafioso que dice que no existe la Mafia, como Colombo, es tan viejo como ella, al fin y al cabo es un doble juego más. Pero yendo más allá, es que no hay mejor disfraz para un mafioso que la bandera de la antimafia. Por desgracia, también ha habido abanderados contra la Mafia que luego han sido pillados comportándose como mafiosos. En Italia ha ocurrido de forma preocupante en los últimos dos años. El moderno movimiento antimafia nace en los ochenta y crece sobre todo a partir de 1992, tras los brutales asesinatos de los jueces Falcone y Borsellino, cuando la gente piensa que es hora de hacer algo. Surgieron entonces valiosas organizaciones, aún activas, como Libera, que reúne a 1.500 agrupaciones en todo el país.

Pero ahora la decencia se tambalea por un veneno muy mafioso: no te puedes fiar de nadie. Y en esto la imagen también lo es todo. Silvana Saguto, magistrada de Palermo y símbolo de la lucha contra la Mafia en el tribunal que gestiona los bienes incautados a los clanes, ha sido suspendida, acusada de crear una red corrupta de amigos y familiares. Roberto Helg, presidente de la Cámara de Comercio de Palermo, paladín de la antimafia que clamaba contra el pizzo, la extorsión mafiosa a los comerciantes, ha sido condenado a 4,8 años de cárcel por cobrar 100.000 euros a un pastelero a cambio de renovar su contrato en el aeropuerto de Palermo. Dedicado precisamente a Falcone y Borsellino. Pino Maniaci, presentador de Telejato, una tele local siciliana famosa por sus investigaciones sobre la Cosa Nostra, ha sido acusado de chantaje con sus exclusivas. Incluso hay peleas internas en Libera y acusaciones de que no todo es trigo limpio. Tras todo esto, es inevitable acordarse del artículo que hace justo ahora 30 años, un 10 de enero de 1987, publicó el escritor siciliano Leonardo Sciascia en el Corriere della Sera. Se titulaba “Los profesionales de la antimafia”, y alertaba de quienes hacen carrera con ello. Sciascia, muy pesimista respecto a su país y sus compatriotas, fue muy criticado, y es una pena pensar que también en esto al final tenía algo de razón.

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