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Con ellas llegó el agua

En la República Democrática del Congo más de la mitad de la población carece de agua

República Democrática del Congo -
Casi 760 millones de personas no tienen acceso a agua limpia y potable. Y la escasez afecta a más del 40% de la población mundial, según las Naciones Unidas. Cada día, cerca de 1.000 niños mueren a causa de enfermedades diarreicas prevenibles relacionadas con el agua y el saneamiento. La República Democrática del Congo es uno de los tres países del mundo donde más del 50% de la población carece de una fuente segura, según Unicef. Muchos, como ocurre en Ngandanjika (en la imagen), tienen que transportar el vital elemento en bidones desde las fuentes o pozos hasta sus casas.
Un niño, bajo el sol abrasador, ayuda a su madre a llevar el agua de un lago. Especialmente los menores y las mujeres de Ngandanjika son quienes pasan la mayor parte del día recolectando agua sucia de lagos, pozos privados o campos, para su uso en la agricultura o en el hogar; para la higiene personal, beber o limpiar. Debido a ello, contraen enfermedades. Y además dedican su tiempo a esta labor en vez de asistir a la escuela. De hecho, la tasa de alfabetización en el país es muy baja, siendo el 68,1% de la población analfabeta. Cada año, más del 80% de los estudiantes no terminan el curso.
De los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que deberán guiar la acción internacional hasta 2030, el número 6 establece "garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todas las personas". El reto es lograr el acceso universal y equitativo al agua potable, así como a servicios de saneamiento para acabar con la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones vulnerables. En Ngandanjika, todavía recogen este recurso con cazos de pozos y lagos, que después transportarán en bidones sobre sus cabezas o, en mejor caso, en bicicleta.
Un grupo de mujeres, con la ayuda financiera de una ONG local, cuida un pedazo de tierra. Plantan tomates y verduras, pero tienen que transportar el agua y regar el campo manualmente. Un trabajo pesado que hacen todos los días, debido a la ausencia de lluvias. Se prevé que en 2050, al menos una de cada cuatro personas vivirá en países afectados por la escasez crónica y reiterada de agua dulce.
Debido a la falta de lluvias, una mujer riega el campo manualmente. Con nada más que sus manos y un esfuerzo sobrehumano, las mujeres congolesas se han convertido en el principal pilar de la economía de subsistencia.
Actualmente, 2.400 millones de personas en el mundo carecen de acceso a servicios básicos de saneamiento, como retretes o letrinas. Al menos, 1.800 millones utilizan una fuente de agua potable que está contaminada con materia fecal.
Los pozos de agua son agujeros que han excavado mujeres y niños para encontrar agua cerca de un lago. Una mujer de edad avanzada se agacha para sacar un pequeño balde con agua.
Aproximadamente el 70% del agua extraída de los ríos, lagos y acuíferos se utiliza para el riego. Como en Ngandanjika.
Una mujer llega a casa y bebe agua extraída del lago. Vive con su marido en el campo y tienen cuatro hijos pequeños. El 65% de la población en República Democrática del Congo vive en zonas rurales, aisladas debido a la falta de infraestructuras y carreteras. Como Ngandanjika.
Todos los días Sofía, una mujer de 22 años de Ngandanjika, se despierta temprano y va a un pozo privado de agua del que extrae, con un gran esfuerzo, el agua que necesita para todo el día. Lo carga en su cabeza hasta su casa donde lo usará para lavar la ropa, fregar los platos, bañar a su bebé, a sus otros dos hijos más mayores, para cocinar y beber (las cinco personas de la familia).
En África, el 90% del trabajo de recolección de agua y madera, para el hogar y para la preparación de la comida, es realizado por mujeres. Si Sofia tuvieses acceso a una fuente de agua potable cerca de su hogar, podría reducir drásticamente la carga de trabajo, y dedicar su tiempo a otras actividades económicas.
Las mujeres invierten el 26% de su tiempo únicamente a recoger agua. Una fuente pública y una sencilla canalización son vitales en muchos lugares, especialmente para ellas. Cuando lo hay, son motor de desarrollo y favorecen además la educación, pues los pequeños (no tienen que dedicar gran parte del día a ir justo a sus madres a buscar este recurso.
En la República Democrática del Congo, las largas caminatas en busca de agua, exponen a las mujeres al peligro de ser agredidas o violadas en los trayectos. La falta de letrinas obliga a las mujeres, en algunas culturas, a esperar la puesta del sol para poder defecar, y la dilación puede causar graves enfermedades además de exponerlas aun más a abusos sexuales.
Dedicar tantas horas a la recogida y transporte de agua, hasta el 26% de su tiempo en algunas áreas rurales de África, impide a mujeres y niñas emplearlas en otras actividades productivas o educativas. Esto hace que los índices de escolarización femenina sean más bajos que los de sus compañeros varones. También la falta de unas instalaciones seguras, separadas e íntimas en las escuelas es uno de los principales factores que impiden que las niñas asistan a clase, en especial cuando están menstruando.
Sofía transporta 15 litros de agua sobre su cabeza. Todavía en el siglo XXI, las mujeres acarrean el agua y muchos otros productos sobres sus cabezas, los que les provoca dolores de cuello y dolencias crónicas, entre otros problemas de salud.