Columna

Cuando la ‘charla del vestuario’ envenena

Harvard y Columbia toman medidas drásticas contra la misoginia y el racismo en sus ligas

La Universidad de Harvard decidió cancelar la temporada de fútbol (soccer) masculino a primeros de este mes al comprobar que el equipo elaboraba un documento donde se otorgaban puntuaciones a las mujeres de liga en función de su atractivo sexual; cada chica recibía calificaciones aliñadas con descripciones y comentarios soeces. Es una tradición que los muchachos mantenían desde 2012.

¿Por qué toman esta decisión? ¿Por qué no se ha resuelto el asunto con el habitual comunicado de condena y la correspondiente disculpa en la línea de que ha sido una broma desafortunada, sacada de ...

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La Universidad de Harvard decidió cancelar la temporada de fútbol (soccer) masculino a primeros de este mes al comprobar que el equipo elaboraba un documento donde se otorgaban puntuaciones a las mujeres de liga en función de su atractivo sexual; cada chica recibía calificaciones aliñadas con descripciones y comentarios soeces. Es una tradición que los muchachos mantenían desde 2012.

¿Por qué toman esta decisión? ¿Por qué no se ha resuelto el asunto con el habitual comunicado de condena y la correspondiente disculpa en la línea de que ha sido una broma desafortunada, sacada de contexto, que no era intención ofender…? Harvard afronta una epidemia de agresiones sexuales en su campus, una tercera parte de sus alumnas dijo en un sondeo reciente haber sufrido algún tipo de agresión sexual y una de cada 10 afirmaba haber sido violada.

Degradar a las compañeras en las charlas de vestuario (por usar la expresión del presidente electo Donald Trump) no es violarlas. Pero la denigración impune de las mujeres, la cosificación de las personas, sí crea el caldo de cultivo para que exista la violencia. Ayuda a entender que solo el 28% de las agresiones sufridas en los campus americanos no se denuncien, incluso las más graves, o que casi un tercio de los europeos vea justificados los abusos sexuales en ciertos casos. Hay una conexión entre la misoginia y las agresiones y Harvard ha optado por la tolerancia cero.

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Ha ocurrido algo similar en la Universidad de Columbia. Su equipo de lucha libre también ha sido suspendido mientras los responsables de este centro investigan los mensajes que intercambian sus miembros con términos racistas y misóginos. Los comentarios, según los responsables de Columbia, citados por The New York Times, eran “abominables”.

Ambos casos reflejan una mayor conciencia sobre estas cuestiones en Estados Unidos. Y ocurre al mismo tiempo que llega a la Casa Blanca un presidente caracterizado por sus frecuentes mensajes racistas y machistas. Esta contradicción revela la polarización de este país, su esquizofrenia moral.

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