Pobrezas

Jóvenes y parados cercanos a la jubilación, pero no lo suficiente, han recibido el golpe más duro de la crisis

La empresa Aprise emplea parados de larga duración para arreglar pisos sociales.Joan Sánchez

En 2007, la tasa de riesgo de pobreza en España era del 19,8%. Siete años después alcanzaba el 22%. En ese mismo periodo, los valores para la franja de 16 a 29 años se han disparado del 18% al 29%. El ascenso entre las personas de mediana edad (de 45 a 64) tampoco es manco: del 15% al 21%. No es casualidad: jóvenes y parados de larga duración cerca de la jubilación, pero no lo suficiente, han recibido el golpe más duro de la crisis. Por último, no cabe olvidar que casi un 29% de los menores se encontraban en esta misma situación según los últimos datos. Estas son las pobrezas de España.
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En 2007, la tasa de riesgo de pobreza en España era del 19,8%. Siete años después alcanzaba el 22%. En ese mismo periodo, los valores para la franja de 16 a 29 años se han disparado del 18% al 29%. El ascenso entre las personas de mediana edad (de 45 a 64) tampoco es manco: del 15% al 21%. No es casualidad: jóvenes y parados de larga duración cerca de la jubilación, pero no lo suficiente, han recibido el golpe más duro de la crisis. Por último, no cabe olvidar que casi un 29% de los menores se encontraban en esta misma situación según los últimos datos. Estas son las pobrezas de España.

Ante estas cifras, no son pocos los que insisten en la necesidad de crear empleo. Si la pobreza se ha disparado con el paro, ¿no se resolverá caminando de vuelta hacia niveles razonables? El asunto es que en nuestro país estas cifras rara vez han sido razonables: el desempleo estructural es un hecho desde los ochenta, con la salvedad parcial del pico de la burbuja crediticia. De ese mismo boom arrastramos precisamente esos millones de personas que llevan años sin encontrar trabajo, en muchos casos porque el ladrillo les hizo una promesa que no pudo mantener.

Es verdad que España mantiene cifras de fracaso escolar inquietantes, y que el potencial de crecimiento en capital humano es considerable. La necesidad de invertir en educación es, por tanto, innegable. Pero la labor protectora del Estado no puede fiarse exclusivamente a una apuesta que se cobrará en décadas mientras más de un quinto de la población se mantiene en precario. Ideas más decididamente redistributivas, tales como ingresos mínimos, rentas básicas o complementos ampliados, tendrían un efecto mucho más inmediato.

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Podríamos seguir visitando propuesta a propuesta hasta dar con la mejor, pero en realidad el problema no es simplemente técnico. Una lucha decidida contra la pobreza en el corto plazo exige prioridad política sostenida en el tiempo por parte de una mayoría que no debe incluir solamente a quien la sufre. Queda la duda de si en un entorno fragmentado las grandes coaliciones redistributivas son todavía posibles, o si quedaron como algo del pasado. @jorgegalindo

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