Un mes después del huracán, ¿qué queda?

Los haitianos se afanan por reconstruir sus vidas por enésima vez

Daniel Lucien, ante su casa en Port à Piment (Haití), destrozada por el huracán Matthew.© Joffrey Monnier (MSF)
Port à Piment, Haití -
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Cuando llegué a Port à Piment, un municipio al sudoeste de Haití, pocos días después del paso del huracán Matthew, la situación era caótica y dolorosa. El paisaje estaba devastado, la gente desesperada y los sistemas de comunicación no funcionaban. Algunos buscaban a miembros de sus familias que habían desaparecido, otros a alguien que pudiera curar a sus familiares heridos.

Lo que me emocionó entonces fue que la gente me mostrara lo que quedaba de su casa utilizando los restos para describirla. La mayoría de lo que quedaba eran trozos de ladrillos, escombros o algunas paredes. Pero tenían la imagen de sus casas en la cabeza y me explicaban: "Este es mi cuarto, aquí está la cocina, el jardín...".

Un poco más al este, en Nippes, la destrucción también era desoladora. Toda la zona alrededor de la ciudad de Baradères se inundó y muchos centros de salud se destruyeron. Muchos haitianos comenzaron inmediatamente a construir refugios con los escombros, pero carecían de material y herramientas adecuadas.

En las primeras intervenciones, la gente nos preguntaba si teníamos pastillas de cloro para limpiar el agua, con el fin de prevenir el cólera. Las muestras que nuestros equipos de agua y saneamiento realizaron hasta la semana pasada son notables. Algunos pozos se contaminaron por el agua del mar o la basura, mientras que los deslizamientos de tierra han hecho no potables a las fuentes de los valles.

Ahora, cuando se cumple un mes del huracán, esperamos ver un mayor compromiso para ayudar a las personas con necesidad urgente. El llamamiento a la donación internacional realizado por Naciones Unidas está lejos de cumplirse. Solo se ha concedido el 28% acordado, mientras que las necesidades de la población continúan siendo grandes.

Una casa destrozada en Port à Piment.© Joffrey Monnier (MSF)

En cuanto a la respuesta al cólera, se necesitan más esfuerzos para reducir las infecciones con coherencia. El acceso al agua limpia es esencial y las pastillas de cloro son solo una solución temporal. Es prioritario restablecer las redes de distribución de agua para ayudar a reducir las infecciones asociadas a la mala calidad de esta. Sin acceso al agua potable de forma continua, la población recurre a fuentes potencialmente contaminadas. Debe organizarse una capacidad de respuesta rápida y el acceso a un tratamiento adecuado, de manera sistemática. También es fundamental una correcta recopilación de datos para un análisis adecuado de la situación para que los profesionales sanitarios puedan tener la posibilidad de responder a las necesidades rápidamente.

El acceso a los pueblos sigue siendo un gran desafío. Detrás de la costa comienzan los valles y el centro de la región del suroeste donde hay montañas que alcanzan los 2.500 metros de altura, con docenas de aldeas dispersas. Dado el estado de las carreteras, los árboles caídos y las inundaciones, debemos recurrir a todos los medios para llegar a las aldeas. Helicópteros, coches, motos o nuestras propias piernas. También hemos alquilado burros para ayudar a llevar los materiales a los pueblos. Hay muchas carreteras y autopistas que difícilmente pueden usarse, especialmente para los camiones que transportan el material.

En Nippes, una de las dos rutas principales se puede utilizar de nuevo, y es un paso importante para la entrega de material de asistencia, alimentos y para que la gente pueda moverse. Aún se necesitan muchos esfuerzos para abrir el camino a las zonas más remotas, poner en marcha los centros de salud y proporcionar materiales para refugio.

Es difícil pensar en la gente que queda en los pueblos a los que todavía no hemos llegado. Pienso que especialmente en los ancianos, más vulnerables y débiles, de los que no sabemos nada. Si estarán lesionados, si tendrán un techo. ¿Qué es lo que les queda?

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