Manuel Rivas, andar como Charlot y un poco de poesía

ASÍ SE desbloquea el escritor cuando se atasca. “Me levanto, me voy por el pasillo andando como Charlot y ese gesto cómico me ayuda. Eso y leer poesía. Al volver, las palabras corren alegremente”. Manuel Rivas es precisamente eso, un trabajador de las palabras; se le nota hasta cuando no escribe y se empeña en buscar las justas para describir su faceta de articulista. “El mundo me resulta un lugar extremadamente curioso, del que diría que me interesa todo”, reflexiona. “Cuando voy a escribir una columna es como si tuviera una es...

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ASÍ SE desbloquea el escritor cuando se atasca. “Me levanto, me voy por el pasillo andando como Charlot y ese gesto cómico me ayuda. Eso y leer poesía. Al volver, las palabras corren alegremente”. Manuel Rivas es precisamente eso, un trabajador de las palabras; se le nota hasta cuando no escribe y se empeña en buscar las justas para describir su faceta de articulista. “El mundo me resulta un lugar extremadamente curioso, del que diría que me interesa todo”, reflexiona. “Cuando voy a escribir una columna es como si tuviera una especie de moviola delante que me coloca siempre en la encrucijada de elegir un tema. Pero eso es bueno, porque me sirve para sentir y pensar. Luego arranco y me mojo. El trabajo de la columna es el esfuerzo de no ser conformista, de abrir una puerta para contar algo de forma diferente, para trabajar contra la propia ignorancia y las convenciones”

En 1990 llegaron a El País Semanal sus primeras columnas en la sección Escalera de Incendios. Desde entonces se ha asomado a las páginas de la revista en diferentes etapas, y en todas ellas se ha nutrido de la lectura, la música y las personas, sus pasiones. “Me gusta escuchar, por eso no me importa escribir en bares o tabernas, pero al final añoro mi refugio”. Su “tierra escondida”, como también lo llama, es un rincón conquistado en el dormitorio compartido que ha ido colonizando como una planta invasora. Allí, entre murallas levantadas a base de libros y periódicos, encuentra su hábitat: “Siento que en este microclima flotan palabras, ideas, recuerdos…, y a veces surge esa columna que tiene algo de luciérnaga porque sin saber por qué conecta de forma especial con la gente”.

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