Javier Cercas, obligado a ser un auténtico rompepelotas

ES INCÓMODO porque hay gente que se enfada, pero el tipo que escribe artículos es una mosca cojonera. Mi obligación es ser crítico, un auténtico rompepelotas, y especialmente con los míos. Te das cuenta de que te lee mucha gente y eso te otorga una cierta responsabilidad. No escribo desde un púlpito, escribo de lo que nos atañe a todos porque sobre todo soy un señor que paga impuestos y quiero saber, como cualquier ciudadano. Y porque tengo un hijo y la responsabilidad de dejarle un país mejor, como hizo mi padre conmigo”.

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ES INCÓMODO porque hay gente que se enfada, pero el tipo que escribe artículos es una mosca cojonera. Mi obligación es ser crítico, un auténtico rompepelotas, y especialmente con los míos. Te das cuenta de que te lee mucha gente y eso te otorga una cierta responsabilidad. No escribo desde un púlpito, escribo de lo que nos atañe a todos porque sobre todo soy un señor que paga impuestos y quiero saber, como cualquier ciudadano. Y porque tengo un hijo y la responsabilidad de dejarle un país mejor, como hizo mi padre conmigo”.

Durante los 13 años que lleva escribiendo quincenalmente en esta revista, no recuerda un artículo fácil. Afirma que se los toma con la misma seriedad con la que aborda una novela: “La primera palabra tiene que ser esa y debe estar relacionada con la mitad y con el final. Hacerlo de otra manera sería una falta de respeto al lector y a mí mismo”. Reconoce que cuando se sienta a escribir, ya sea en su casa de campo en el Ampurdán o en el despacho de Barcelona –donde se han realizado las fotos de este reportaje–, lo hace sin obligarse a nada. Allí se aposenta después de correr y desayunar, y mantiene su encierro creativo hasta la noche. “Un artículo tiene que ser espontáneo, sobre algo que me importa aunque no sé el porqué. El articulismo da cosas bonitas, pero también ha habido un par de momentos en los que me he planteado dejarlo, sobre todo desde que Internet se ha convertido en un auténtico basurero para la opinión”.

Recuerda que al principio sus escritos eran más narrativos y humorísticos, pero, según se han ido calentando las cosas en la vida pública, ha ido derivando hacia temas más políticos. “No vivo en una torre de marfil y desde el inicio de la crisis para acá no he querido fingir que la cosa no va conmigo”.

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