Cartas al director

De la añoranza al desencanto

Pertenezco a una generación que pasó su juventud al compás de la Transición democrática. Eran años de esperanza e ilusión. Se celebraron las primeras elecciones libres tras la Guerra Civil, se aprobó la Constitución y recuperamos derechos y libertades. Fueron años en los que primaba el acuerdo y el diálogo. La “clase política” era aceptada y respetada. También el Rey. Al finalizar la Transición se dieron los pasos necesarios de modernización y apertura al exterior. Desde entonces, dos partidos se han ido alternando en el poder y han realizado reformas que necesitaba la sociedad española. Sin e...

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Pertenezco a una generación que pasó su juventud al compás de la Transición democrática. Eran años de esperanza e ilusión. Se celebraron las primeras elecciones libres tras la Guerra Civil, se aprobó la Constitución y recuperamos derechos y libertades. Fueron años en los que primaba el acuerdo y el diálogo. La “clase política” era aceptada y respetada. También el Rey. Al finalizar la Transición se dieron los pasos necesarios de modernización y apertura al exterior. Desde entonces, dos partidos se han ido alternando en el poder y han realizado reformas que necesitaba la sociedad española. Sin embargo, la corrupción les ha salpicado. Las consecuencias no se han hecho esperar: desencanto generalizado de “la política” y entrada de nuevos partidos con representación parlamentaria. Al haberse diversificado el espectro político se ha hecho complicado gobernar. Ahora, más que nunca, se echa en falta el sentido de Estado para alcanzar acuerdos. Se hace necesario recuperar el “espíritu de la Transición” y pedir, encarecidamente, tres cosas a nuestros políticos: honradez, altura de miras y consenso.— Javier Cordero Ruiz. Madrid.

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